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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

Las dos caras de Carolina Gudiño * Se le acaba el veinte al diputado federal Marco Salas * Obtenía contratos gracias al tráfico de influencias * Su pleito con el director del Centro SCT de Veracruz * 300 millones de obras * Tauro, la c

02/09/2009 08:13 a.m.
Carolina Gudiño Corro no sólo es diputada; es una facinerosa de la palabra. A nombre del PRI ofreció en la Cámara de Diputados no apoyar la aplicación del IVA en alimentos ni medicinas, ni avalar ningún impuesto que afecte a quienes menos tienen. Recriminó el derroche publicitario, los gastos suntuarios y los salarios exorbitantes de los servidores públicos. Doña Caro tiene palabra de timador. Cuando era presidenta de la Legislatura de Veracruz fue un desastre. Condujo al Congreso local a los tumbos y con sus decisiones logró que la Legislatura se viera como una mala caricatura de lo que debiera ser el Poder Judicial en tierras jarochas.
Impreparada e ignorante, no tuvo en ese entonces quien le dijera que los diputados independientes no pueden conformar un grupo parlamentario, como le sucedió. Metió la pata hasta la rodilla y dio por buena la conformación de otro grupo parlamentario, en abierta contravención al reglamento interior de la Legislatura. Para subsanar el garrafal error, el PRI y su bancada realizaron una modificación a la ley y así aseguró tener de su lado a los partidos pequeños y usar el voto de los legisladores para cuando la ocasión amerite.
Ahora le tocó leer el manual del buen comportamiento de los diputados. Pedirle al gobierno federal transparencia y ajuste del cinturón para enfrentar la crisis. Pero sus palabras son, esencialmente, un tratado de demagogia. Veamos:
“Menos gasto en publicidad y más gasto social —dijo Carolina Gudiño—. Menos derroche en oficinas inútiles, gastos ociosos, menos salarios y prestaciones a los servidores públicos y mejores condiciones de trabajo a la gente de base”.
Si fuera sincera —y honesta— hace tiempo doña Carola hubiera pasado por ese reclamo a la familia priísta en el gobierno de Veracruz y a la mayoría de los Ayuntamientos donde se rinde culto a la imagen del gobernante y se crean proyectos televisivos que no son otra cosa que canales de la alabanza con cargo al presupuesto de la entidad respectiva.
Sus palabras son, pues, una joya: “El PRI debe ejercer con responsabilidad y fuerza el ejercicio de una mayoría sobre el resto de las bancadas que le dio el país el pasado 5 de julio”.
Una más: “Con mesura y respeto esperaremos la propuesta de presupuesto 2010, pero desde ahora le decimos al presidente de la República, con respeto a su investidura, que apoyaremos todo lo que beneficie a los mexicanos, pero no permitiremos la creación de impuestos lesivos a quienes menos tienen y nos opondremos a gravar con IVA a alimentos y medicinas”.
Lo que expresó Carolina Gudiño ha sido un argumento extremadamente sobado en el PRI. Siempre se oponen que sean gravados los alimentos y las medicinas, pero a cambio la bancada del PRI no se ha tocado el corazón para apuñalar al pueblo. Jorge Estefan Chidiac, priísta, quien presidiera la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, fue el artífice de diversos impuestos, de atentar contra el bolsillo de los necesitados y de proseguir la política neoliberal que es como una máquina de fabricar pobreza. Carolina Gudiño habla ahora de no convalidar la creación de impuestos que resulten lesivos para los mexicanos. Su anuncio es demagógico si a cambio de no aplicar el IVA a alimentos y medicinas, el PRI suele apoyar la creación de nuevos impuestos. Su otra arenga es francamente suicida. Pedirle al gobierno federal que disminuya su gasto de publicidad e incremente el gasto social; frenar el derroche en oficinas públicas, bajar salarios y prestaciones a servidores públicos y mejorar las condiciones laborales a los empleados de base, es la antítesis de lo que ocurre en Veracruz. Si algo distinguió al Congreso de Veracruz en los tiempos en que Carolina Gudiño ocupó su presidencia, fue el encubrimiento al derroche publicitario del Poder Ejecutivo. Cuantas veces pudo, el PRI desoyó los llamados, las críticas, la reflexión de los diputados de oposición para frenar el mesianismo que entraña la fidelidad. Ni Carolina Gudiño ni sus compañeros diputados del PRI atendieron las cifras del derroche publicitario, el uso arbitrario del término FIEL o FIDELIDAD, que lo mismo es usado por el gobierno de Veracruz que por el PRI, pero cuyo gasto en programas y en la difusión de esos programas en los medios de comunicación es excesivo, indignante e insultante para los millones de pobres –cuatro millones de pobres, según cifras oficiales—que viven y medio viven en Veracruz. Pero no. La Carolina Gudiño cómplice, sometida, acallada que presidió el Congreso de Veracruz no pidió frenar ese derroche entonces, como ahora lo hace, a nombre de su partido, el PRI, durante el posicionamiento priísta en la sesión de Congreso General, ayer en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Archivo muerto
Ya sin fuero constitucional, el ex diputado federal panista Marco Salas Contreras, va a enfrentar acciones legales por haber obtenido contratos de obra pública en Veracruz mediante tráfico de influencias. Se estima que obtuvo más de 300 millones de pesos en diversos contratos; que se valió de su condición de legislador para regatear obras públicas; que ejerció presiones para ser privilegiado con obras millonarias ejecutadas por las empresas constructoras en las que aparecen sus hermanos como titulares. Marco Salas no sólo es mal visto en las oficinas de gobierno sino que trae pleito casado con el director del centro SCT en Veracruz, Agustín Basilio de la Vega, porque éste le marcó el alto. Antes, cuando era secretario de la Comisión de Transporte de la Cámara de Diputados, Marco Salas se dedicaba a espantar a cualquiera. Hizo de las suyas, pero sus tiempos de poder han concluido…

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