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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Cargándole las nachas al inche Javidú

21/12/2016 08:16 a.m.

Acá hay crisis. Acá a duras penas se pueden pagar salarios y liberar deudas. En cambio, qué vida se dio Javier Duarte y con él su vieja, Karime Macías, los familiares y los amigos. Y todo con dinero de los veracruzanos.

Hasta los guaruras estaban cansados de sus excesos, dice el periódico Reforma. Se cansaron de ver la opulencia en que vivía y se movía Javidú y su gente, los viajes a todas partes, las comilonas y las fiestas privadas, sus tours por las plazas cuando la gente no concurría mucho no les fueran a pedir su autógrafo.

Los guaruras se cansaron pero no dijeron nada. Cumplían su trabajo, le caravaneaban al señor feudal, que entonces era intocable y al que el sistema político cuidaba y encubría porque de lo robado siempre salpicó pa’ arriba.


Cuentan los guarros que había movilización especial, que corrían y se apresuraban cuando la ñora del gobernador, la tal Karime Macías, tenía que ir al Distrito Federal a la misión imposible: quedar bella.

No, no, no. Eso si que estaba para un mago. Ni Copperfield ha hecho semejante proeza. Al salón de belleza entraba como salía, o pior. Y los guaruras tenían que soplarse la ceremonia porque pa’ eso le pagaban, pa’ cumplirle los caprichos a esposa del gobernador.


Le gustaba Plaza Antara, en el exclusivo Polanco, donde sólo llega gente con billete y donde comprarse una bolsa de dama supera los 40 mil pesos.

Chéquense lo que dicen los guarros:

“La señora iba dos veces al mes a la Ciudad de México para su peinado y su manicure. Esas cosas nos molestaban a nosotros. Usaban un avión del estado para uso personal. El jefe (Duarte) muchas veces se fue a Europa en el Tajín, también a Estados Unidos se llevaba la familia”.

Bien dicen que el pobre no tiene y cuando llega a tener, loco se quiere volver. Así le pasó a Javier Duarte, que de vendedor de pan llegó a encumbrarse como uno de los hombres más ricos de México, gracias a las raterías que cometió en su gestión como gobernador de Veracruz.

Según los agentes, Javidú era “Diamante” y Karime era “Esmeralda”, dos joyas en bruto pero brutísimas, cuyas excentricidades superan todo. Un día, cuentan, fueron al Teatro en la Ciudad de México. Presentaban “El Rey León”. Compraron hasta 20 filas para sus familiares y amigos.


Con dinero de los veracruzanos pagaban todas sus locuras. Los aviones del gobierno del estado servían para llevar a Duarte y familia a Europa.

Javidú era de los que se hacía el remolón. Aseguran sus escoltas que le gustaba ir a la Ciudad de México pero de tarde-noche, “cuando había menos gente”. Ándale güey, es que no quería que las multitudes se acercaran a abrazarlo como era tan popular el gordinflas.

Su restaurant favorito era el Estoril, también en Polanco. Pero luego le salía lo pueblerino porque se iba a echar sus tacos en el Tizoncito de Moliere. Claro, hasta que le dijeron que tenía que bajar de peso y lo pusieron a dieta. Adiós tacos y que vengan las barras de fruta y polvos para licuado.

¿Reventones? Pos sí. A poco creen que el Javidú se iba a perder la oportunidad de disfrutar las mieles del pecado.

Contrataban lo que fuera por días y noches enteras con sus cuates y prestanombres, Moisés Mansur Cisneyros y Francisco “Franky” García González, en el departamento de Jaime Porres, todo con cargo al dinero de lo veracruzanos.


Lo de Javier Duarte eran los tacos. Lo de Karime Macías, los caballos. Acostumbraban ir al rancho de Moisés Mansur, que en realidad era rancho de ellos, o mejor dicho rancho de nosotros porque se compró con dinero del gobierno de Veracruz, y ahí Karime montaba y montaba, que es su pasión.


Entre otras cosas cuentan que Javidú y ñora se pelaron por vía terrestre, que no lo hicieron en helicóptero como asegura la PGR y como hasta reconoció el ex gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, el que dice que los pilotos le avisaron que Duarte pensaba viajar a Coatzacoalcos y él dispuso que se le dieran todas las facilidades, queque sin saber que ya había orden de aprehensión.


Dicen los guarros que desde que se fueron los Duarte estuvieron hospedados en varios domicilios de Polanco y Santa Fe.

Es más, Karime Macías ya había ido a cerrar una operación para adquirir un departamento en la Ciudad de México, donde permanecerían desde que el ex gobernador solicitó licencia al cargo, sin imaginar que era ese el inicio de su persecución.

Así como los guaruras, muchos otros duartistas comienzan a cantar. Lo han hecho demasiado tarde. 

El daño está hecho. Mientras esta basura se daba vida de potentado, a Veracruz se lo carga la fregada, los salarios llegan a destiempo, los aguinaldos no se pagan, los empresarios cierran, la gente que necesita ayuda llora su desgracia.


Se ve que los guaruras se cansaron de cargarle las nachas al inche Javidú. Y al final cantaron.

(Comentarios y tips a: [email protected])​


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