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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

​Solalinde: las fosas, los migrantes, ¿limpieza étnica?

Con su voz de profeta, Solalinde avizoró que Veracruz era el mayor cementerio clandestino, un “fosario”, y no erró. Hoy advierte que hay cuevas con restos en Córdoba, y más fosas en el sur, y que la mayoría de las víctimas son migrantes. ¿Es acaso una limpieza étnica?


24/03/2017 08:07 a.m.

* La cueva de Córdoba con cadáveres  * Obispo y sacerdotes lo sabían  * la mayoría de las víctimas son migrantes  * ¿Quién encargó el exterminio?  * El PAN, un caos  * Yunes, el gran perdedor  * No pudieron frenar a Ruiz Rosset  * Ricardo Orozco renunció al Itesco  * Líder que guarda los tesoros de Flavino

Con su voz de profeta, Solalinde avizoró que Veracruz era el mayor cementerio clandestino, un “fosario”, y no erró. Hoy advierte que hay cuevas con restos en Córdoba, y más fosas en el sur, y que la mayoría de las víctimas son migrantes. ¿Es acaso una limpieza étnica?

Su resuena de nuevo, alertando a Veracruz, hurgando en los recuerdos y recordando que la tragedia de los desaparecidos comenzó con Fidel Herrera Beltrán y siguió con Javier Duarte de Ochoa.

Lo de Colinas de Sante Fe es nada. Lo de Arbolillo, en el municipio de Alvarado, igual. Lo peor se halla en dirección a Occidente, a la sierra veracruzana, al sur de al entidad, a Coatzacoalcos, Tierra Blanca, Acayucan.

“Eso que se ha encontrado es nada —señala el prelado, defensor de migrantes—. Falta lo más grande que es Coatzacoalcos, Acayucan, Tierra Blanca, Orizaba, Córdoba. Hay cuevas. (…) Son dos cuevas. Las cuevas son de las últimas que todavía conservaban los cuerpos, porque a partir de ahí vino la técnica de ‘Los Zetas’ de desaparecerlos en barriles de 200 litros”.

Veracruz es dolor y tragedia. Y en ella la de las mujeres y las niñas, cazadas por los sicarios, obligadas a servirles, a entrar en su mundo, a ser objeto de las bandas dedicadas a la trata de personas.

Y apunta:

“La mayor parte de los desaparecidos son migrantes”.

Cimbra, él sí, a Veracruz y a México. Alejandro Solalinde Guerra, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana en el Pacífico Sur del Episcopado Mexicano y director del albergue Hermanos del Camino, desliza algo que va más allá del simple placer por la muerte: el exterminio.

“Hay enterramiento por donde quiera —dice—. Las últimas desapariciones las vimos en Medias Aguas, Veracruz, cuando estuvimos denunciando los secuestros y no nos creyeron”.

Lo supieron sacerdotes y obispos y nada hicieron. Todos callaron. Lo supieron y no actuaron pues todo recibían prebendas. Les compraron el alma. Los sumieron en la complicidad del silencio.

“Cuando estuvo Fidel Herrera Beltrán —agrega Solalinde— eran sus celebrantes familiares de sus sacramentos y recibieron favores de él y guardaron silencio. Les dije de las fosas y no hicieron nada”.

Actuaban Los Zetas y a veces el Cártel del Golfo, con la complicidad del gobierno fidelista y el régimen duartista, resume Solalinde.

“Todo Veracruz es un fosario, es un estado fosado. Aún no se ha visto lo demás”, apunta el defensor de los migrantes.

Lo suyo es sacudir conciencias, conmover hasta las lágrimas, irritar a una sociedad que vive en la zozobra, sin respuesta ni reacción de quienes ejercen el poder.

Solalinde viene a Veracruz y retoma su tesis: aquí está el mayor cementerio clandestino de México, las tumbas, las fosas, el campo de exterminio del hombre a manos del hombre.

Acude a un encuentro con las víctimas, los familiares de los que un día simplemente desaparecieron. 

Se reunen en la ex Unidad de humanidades de la Universidad Veracruzana, en Xalapa, y ahí suelta otra bomba: obispos y sacerdotes sabían con exactitud de la existencia de una cueva, en Córdoba, donde hay cadáveres.

“No solamente sacerdotes, sino también obispos, el obispo Eduardo (Patiño Leal) de Córdoba, a mí me lo dijo. Platiqué con ellos una hora y media, y les dije: Me han dicho que hay una cueva con cadáveres. Y él me dijo: No, hay dos. En esa ocasión le reclamé a ellos que ante todo este rosario que es Veracruz, cuando estuvo Fidel Herrera, los obispos eran sus celebrantes de sus sacramentos y guardaron silencio”.

Desde 2011, cuando iniciaba el gobierno de Javier Duarte, Solalinde puso el dedo en la llaga. Su visión fue premonitoria:

“Tiene que abrirse el suelo veracruzano, porque yo creo ha de ser el hervidero de esqueletos por donde quiera.

“Lo que yo pregunto en este momento es qué autoridad va a atreverse a hacer investigaciones en Veracruz para que empiecen a buscar cuerpos humanos, osamentas ahí en Veracruz”.

Obvio, Javier Duarte no fue. Ahí, en su gobierno, incidió el conflicto, creció la cacería de migrantes, se involucró la fuerza policíaca con el crimen organizado, le sirvió, lo protegió, lo encubrió, levantó gente inocente y la entregó a la muerte.

Veracruz, en los tiempos de Javier Duarte, fue escenario de escándalo por la muerte de migrantes a bordo de La Bestia, el ferrocarril que procede de la frontera sur. En él se cobraba derecho de piso, y al migrante que se negaba, lo mataban.

Duarte se ofreció garantizar la seguridad, colocar policía en cada vagón, inhibir la acción de los malosos, alejarlos de los hombres y mujeres, incluso niños, que arriesgando su vida, intentaban alcanzar la frente norte y llegar a Estados Unidos.

Un tiempo duró la vigilancia. Luego fue retirada y dejados los migrantes, una vez más, a expensas del crimen organizado.

Y con ello volvió la muerte, la desaparición de migrantes, su entierro en fosas clandestinas, o en cuevas, o cocinados en ácido para no dejar rastro.

Como si fuera una labor de exterminio étnico, dirigido al migrante centroamericano.

¿Quién lo encargó a Los Zetas, los Golfos, a cualquier otro grupo del crimen organizado?

¿A quién le beneficia el exterminio de los migrantes? ¿La ultraderecha en México? ¿Los grupos racistas en Estados Unidos? ¿El gobierno de Obama?

Quizá sea Solalinde quien pudiera responder.

Su voz de profeta no falla.

Archivo muerto

Nunca un caos tan devastador como el que hoy vive el PAN. Y peor la vapuleada que se lleva el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, que sólo pudo amarrar la candidatura de su hijo Fernando para la alcaldía de Veracruz, la de Ernesto Torruco Vera en Agua Dulce y Zoyla Balderas por Nanchital, y algunos otros espacios. Será el sábado 25 cuando del CEN del Partido Acción emerja el humo azul y se oficialicen los nombres de sus candidatos a las presidencias municipales de Veracruz. Apunta por Coatzacoalcos Jesús Moreno Delgado, ex priista, a quien Marcelo Montiel Montiel, su antiguo patrón, intentó vetar hasta el último minuto con el ofrecimiento de que habría operación política si la nominación recaía en cualquier otro de los precandidatos. Versiones internas del PAN aseguran que de ser nominado Jesús Moreno, habría quiebre.

Abrevian Teresa King Cancino no aceptaría ser candidata a síndica; su lugar se le asignara a Buli Ruiz. Tentativamente los candidatos a regidores serían: Martín Juvenal Patiño, primero; Blanca Cuevas, segunda; Aldo De Jacobis, tercero, y Rosy Guzmán Sol, cuarta. Ninguno es de la línea del gobernador Yunes. Patiño viene por Germán Yescas; Blanca Cuevas y Rosy Guzmán son del líder estatal del PAN, Jesús Mancha Alarcón, y Aldo De Jacobis opera en la línea de Julen Rementería del Puerto. Por Las Choapas, teniendo 11 precandidatos, todo indica que irá Carolina López de Pouchoulen, con dos derrotas en procesos anteriores. De los municipios enclavados en los distritos Minatitlán y Cosoleacaque, ni un sólo candidato es de corte yunista. 

En Pajapan, el ex alcalde Vidal Hernández tenía todas las preferencias y lo bajaron. En Hidalgotitlán y Uxpanapa, fueron postuladas dos damas a quienes ni en su casa las conocen. Lo mismo en el centro, en Córdoba, donde se perfila Leticia López, quien había sido vetada por los Yunes y el CEN del PAN la revive y la impone. Tiene un punto flaco el yunismo: Carlos Valenzuela, secretario general del comité estatal, cuya incapacidad para negociar dio al traste al proceso de selección de candidatos. Yunes azul está pasmado, atado de manos, menospreciado. 

Le crecieron los enanos al dueño del circo, los grupos liderados por Julen Rementería, Enrique Cambranis, Germán Yescas, el mismo Ricardo Anaya, dirigente nacional, que pasaron de aliados a canibales, sin advertir que la guerra interna, el festín de las pirañas, terminará siendo el escenario ideal para Morena y su dueño, Andrés Manuel López Obrador, que se frota las manos observando la Torre de Babel del panismo, despedazándose por candidaturas sin futuro, reventando las escasas posibilidades que tenían de medio componer un desastre de antología. 

Una megaderrota del PAN, la resurrección del PRI o el despegue de Morena, será, sin duda, la señal de que Andrés Manuel López Obrador habrá allanado el camino a la Presidencia de México en la tercera reserva electoral del país. Obvio, la miopía del panismo de arriba y abajo no ve algo que está a vista de todos… Esboza una sonrisa Nicolás Ruiz Rosset. Se enfila a ser candidato de la alianza PAN-PRD luego que el consejo perredista estatal lo postuló por unanimidad. A contrapelo de sus detractores, la embestida de los Wade, una embestida legal y un desplegado público que uno de sus firmantes rechazó porque asegura ni enterado estaba, Nicolás Ruiz se perfila a ser el próximo alcalde de Minatitlán. 

Hay temor en el terrible Saúl Wade, en su padre, el líder petrolero Jorge Wade González, dirigente de la Sección 10, en su alcalde irreal actual, Héctor Damián Cheng Barragán, alias TítereCheng, por sus actos de corrupción, los 117 millones de pesos robados a la Federación, el engaño a la Auditoría Superior de la Federación, las empresas del cuñado de Saúl, violando la norma y la ley, los negocios tejidos al amparo del poder. Vendrán otras batallas de lodo, el ataque a la intimidad, suponiendo los Wade que su vida es caja de cristal, que hay no hay podredumbre, que nada de eso se puede tocar. Ni atizando el factor legal pudo ser frenado Ruiz Rosset y lo mejor está por venir… 21 de marzo, la primavera del Itesco. 

Ese día, oficialmente, Ricardo Orozco Alor presentó su renuncia a su plaza de maestro. Su alfil, Ana Isabel Hernández Jacobo, lideresa formal del sindicato del Tecnológico de Coatzacoalcos, la entregó a la dirección del plantel. Se esperan coletazos del ex director del Itesco, ex líder sindical, ex regidor minatitleco, ex director de Consorcio Clavijero y ex director de Transporte Público, con una investigación encima por el reparto de más de 10 mil placas de taxi en sólo siete meses de gestión, bajo la sombra de su padrino, el ex gobernador interino de Veracruz, Flavino Ríos Alvarado, hoy sometido a juicio por facilitar la fuga de Javier Duarte. 

Una versión establece que Ricardo Orozco pactó su salida con el gobierno yunista, so pena de terminar igual que su mentor. Otra asegura que vía Ana Isabel Hernández Jacobo y su pandilla intentará seguir sacudiendo al Itesco, con el riesgo consabido de que la lideresa y el resto de la banda tengan un futuro carcelario… ¿Quién es ese líder sindical que aloja en sus cuentas bancarias, caja fuerte, dentro del colchón y hasta debajo de la alfombra los “tesoros” del vilipendiado Flavino Ríos? Como los sindicatos no eran auditables, como se movían en el limbo fiscal, el líder solía mantener bajo resguardo el secreto mejor guardado del notario, cuasi ex notario…

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