Inició mal Javier Duarte de Ochoa su diputación federal. No bien pisaba el suelo de San Lázaro, el palacio legislativo que quiere usar como plataforma política, cuando le ha estallado un escándalo que confirma que su mentada bursatilización de recursos públicos en Veracruz, es en realidad un vil plagio.
Javier Duarte —El Toro para sus cuates, El Gordo para todos los demás— usó el estandarte de la bursatilización como su mejor oferta de campaña. Lo balconeó con ello el aparato electoral priísta, el gobierno de Veracruz en pleno y la prensa celestina, aplaudidora y soflamera, vendiéndolo como el genio de las finanzas que tanto le urge a México. Duarte mismo ha pecado de soberbio. Llegó a expresar que “la bursatilización es mi bebé y me hizo secretario de Finanzas (de Veracruz)”. Se pavoneó en medio de las campañas periodísticas (de-tantos-miles-la-línea) para decir y repetir que la colocación de certificados era el mejor esquema para aportarle recursos a Veracruz. Gozó con la defensa del propio gobernador Fidel Herrera arguyendo con toda vehemencia que bursatilizar no es endeudar al estado. Disfrutó del coro de elogios y de las luces de los reflectores.
Con esa carta Javier Duarte “El Gordo” de Ochoa se hizo merecedor a todo el oro de las arcas públicas —y lo que desvió de la mentada bursatilización— para arrasar en la elección por la diputación federal por Córdoba. Se le llevó, pues, a un cargo de elección popular, a dibujarle aureola de santo financiero, a construirle una plataforma con la que pudiera aspirar al gobierno de Veracruz y en el colmo de los absurdos a profetizar que será secretario de Hacienda si el PRI retorna a Los Pinos. Iba bien en ese tobogán de disparates políticos hasta que la mascarada de la bursatilización chocó a velocidad de ráfaga con la realidad.
Hace tiempo en INFORME ROJO se advirtió que existía un cerebro financiero que era el auténtico padre de la bursatilización. Ahora, por lo que refiere la periodista Claudia Guerrero en su columna “Entre lo Utópico y lo Verdadero”, el 31 de agosto, se sabe que se trata de Carlos Jair Jiménez Bolaños Cacho, actual secretario de Hacienda del gobierno de Chiapas. “La historia se remonta hace algunos años —escribió Claudia Guerrero— cuando Javier Duarte de Ochoa no tenía ni pena ni gloria, pero era excelente cargador de maletines del actual gobernador Fidel Herrera Beltrán. Carlos Jair Jiménez, hombre brillante, con una visión en materia fiscal y hacendaria, realizó un proyecto para bursatilizar los recursos municipales y estatales como prenda, para adquirir préstamos por parte de empresarios en la Bolsa de Valores, a un determinado período. Este proyecto contemplaba la adquisición de dinero fresco e inyectarlos para obras, que dieran resultado el beneficio a corto plazo. “Jiménez Bolaños realizó un plan maestro, para dejar al estado con deuda, pero con el mayor desarrollo de infraestructura jamás planeada y alcanzaría para obras monumentales, que lograrían pasar a la historia al mandatario estatal, como uno de los mejores gobernadores que Veracruz haya recordado. Duarte de Ochoa, al ver este proyecto, supo que tenía oro molido en sus manos, le tomó la palabra y le pidió a Carlos Jair el proyecto para su estudio, con la actitud de ‘no es importante tu proyecto’, para que el autor no pidiera por él grandes sumas de dinero. “Los días pasaron y hasta meses, dándole largas el actual diputado federal por Córdoba a Jiménez Bolaños para su aprobación y con la promesa de que si sería aprobado, el propio Carlos Jair sería el eje principal para su aplicación. Mientras, Duarte de Ochoa y sus asesores, transformaban este proyecto, en un engendro bursátil. “Más adelante, el actual secretario de Hacienda en Chiapas, se dio cuenta de la aprobación de su proyecto en el Congreso Local de Veracruz, con remiendos, parchaduras y omitiendo el máximo interés por el que fue hecho: el desarrollo de Veracruz. Este Frankenstein bursátil, manipulado por Duarte y sus secuaces, fue hecho para desviar recursos a campañas electorales en el estado, financiar otros estados, como San Luis Potosí y Querétaro, apoyar candidatos del PRD, PSD, PANAL, Convergencia, PT y hasta panistas para que boicotearan las campañas de candidatos del PAN a la diputación federal”. Hasta ahí lo escrito por Claudia Guerrero. El escándalo estalló un día antes de que El Gordo Duarte asumiera su condición de diputado. La bursatilización fidelista es, como se ve, un plagio. Se apartó de su objetivo final porque la modificación al proyecto original se hizo “para desviar recursos a campañas electorales”. Javier Duarte es, pues, un fraude. Plagió la bursatilización, la trastocó y endeudó a Veracruz. Engañó a Carlos Jiménez Bolaños. Y en una frase: mostró su rapacidad.

¿Quién es ese ex servidor público del Ayuntamiento que presidiera Iván Hillman que ya suma en su haber seis juegos de placas para taxi? Cuenta también con una residencia en la colonia petrolera. Le Llueven los contratos de obra y aspira a lo que sea con tal de mantenerse en la nómina oficial… Más de medio millar de seguidores se reunieron el sábado 5, en la colonia Lomas de Barrillas, con el diputado federal Rafael García Bringas. Acudieron bringuistas de colonias como Santa María, Guadalupana, Paso Desnivel, Ciudad Olmeca, El Tesoro, el Manantial y la propia Lomas de Barrillas. En ese sector la labor correspondió al ex representante del PAN ante el Consejo Distrital del IFE en Coatzacoalcos, Víctor Hugo Espinosa Hernández, quien participó en la organización y que desde el proceso electoral federal movió grandes contingentes para la causa del hoy diputado federal García Bringas. Esa reunión es parte del compromiso del legislador de regresar a su terruño y asumirse como gestor de las demandas de la población…