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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

Violencia en el Golfo

28/03/2011 08:49 p.m.
* Ana María Rueda, mentir para conservar el hueso  * Ensucia el Ayuntamiento caso del basurero municipal  * Fuego amigo contra el vocero de Theurel  * De casi 30 mil pesos, la deuda que dejó Sánchez Abreu en el PRI  * Carnaval del Centenario o Carnaval de la Mala Leche  * Negocios turbios y gradas en mal estado  * Clonación de permisos para comerciantes carnavaleros  * Las dos encueratrices  * Baños del carnaval para promotoras del PRI, funcionarios y periodistas

Quien suponga que la violencia en Veracruz ya alcanzó su máximo nivel, estará cometiendo un error de apreciación fatal. Esta vorágine de hechos de sangre –reyerta en las calles, enfrentamientos entre bandas del narcotráfico, ataques al Ejército y la Armada, muerte de sicarios y víctimas inocentes— son apenas el principio de una escalada demencial.

Hace unas horas, el puerto de Veracruz, se cimbró con una serie de hechos violentos en sus calles y avenidas, en el corazón del puerto mítico. Hubo un choque armado entre grupos de narcos y luego la persecución militar que arrojó un sicario y una mujer inocente muertos, el pánico de los vecinos por el tableteo de las ametralladoras, el estallido de las granadas, la zozobra y el temor.

Veracruz ya mostró su lado bronco. El narco va convirtiendo las zonas urbanas en campo de batalla, arena para la disputa de territorios, para imponer hegemonías ilegales, burladoras de la ley, que dominen al estado, reten a sus instituciones y sometan a los hombres de poder.

Veracruz y los jarochos viven un escándalo electrizante. Pasean la violencia por sus calles; aspiran el olor a pólvora, se respira el miedo y duermen sin saber si habrá un nuevo amanecer. Como sociedad atraviesan un momento crítico, el temor a flor de piel.

Lo ocurrido la madrugada del domingo 27 no es, sin embargo, un hecho aislado. Se suma a la ola de violencia que azota a la entidad veracruzana, donde el día que no secuestran a un ex alcalde, amenazan a otros ediles o extorsionan a un empresario, matan estudiantes o a familiares de jerarcas religiosos.

Es este el Veracruz de Javier Duarte de Ochoa, paralizado el gobierno, insolvente, quebrado, moralmente hecho añicos, surgido de un mayúsculo fraude electoral, sin solvencia ni estatura ante la sociedad, condenado a su propia tragedia y al juicio tan anticipado como adverso de la historia, y ahora rebasado por la violencia.

Javier Duarte es el gobernador pero, en estricta justicia, no representa nada. Es, políticamente, un don nadie, repudiado por los grupos priístas que no ven en él al líder de las instituciones; que lo observan extraño, negado para los grandes dilemas de Veracruz, desprovisto de talento y olfato político.

Demeritado por todos, aplaudido apenas por un coro de aduladores, manipulado por su grupo compacto, Javier Duarte ha visto en cuatro meses de su gobierno el crecimiento de la violencia, el reto del crimen organizado, la herencia judicial por la muerte de un alcalde electo, el secuestro de tres ex ediles, amenazas, levantones, plagios y extorsiones, zozobra por doquier, cuya mayor expresión se dio la madrugada del domingo en el puerto de Veracruz, con saldo rojo y la incertidumbre a todo nivel.

Javier Duarte, el delfín del fidelato, tiene la ineludible tarea de enfrentar a los amos de la violencia. Su misión, cabe decirlo, no implica invadir jurisdicciones federales, como es el combate al narcotráfico. Pero aún así, no puede abdicar a su responsabilidad de proceder contra otras acciones delictivas que son atribución del Ministerio Público del Fuero Común: secuestro, extorsión, asesinato, a menudo ligadas al tráfico de drogas.

Ser gobernador, pues, lo obliga a actuar como tal y, por supuesto, a devolver la tranquilidad a los veracruzanos.

A ver si puede.
 
Archivo muerto

Misión imposible para Ana María Rueda. Compareció el miércoles 23 la secretaria de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Coatzacoalcos ante el Juzgado Noveno de Distrito, de carácter federal, en el cual se ventila el conflicto por el incumplimiento del poder público municipal en contratos inherentes a actividades en el basurero a cielo abierto que operó hasta hace un par de meses. Ana María Rueda tenía la misión de falsear información para salvarle el pellejo a sus antiguos jefes políticos, quienes ordenaron una serie de actos arbitrarios que afectaron el desarrollo del tiradero de desechos sólidos. Ana María Rueda, quien fuera jefa de Limpia Pública y ordenó el ingreso de camiones recolectores cuando carecía de facultades para ello y violó disposiciones de jueces federales, tendría que validar una bitácora de trabajo que fue alterada para justificar los trastupijes del Ayuntamiento en tiempos del ex alcalde Marcelo Montiel Montiel. Esa era su misión. Sin embargo, la ahora secretaria de Medio Ambiente, cargo ilegal pues no fue aprobado por el cabildo de Coatzacoalcos, fingió un súbito malestar que hasta diarrea esgrimió. Lo misma falacia usó el director de Limpia Pública, Miguel Hernández Vargas, cuyo argumento para no declarar fue que recientemente sufrió un accidente y desconocía que hacía en el juzgado federal. Los abogados municipales, el séquito de Benito Argüelles (el coyote de los casos pendientes de pago), pretendió dar por cancelada la audiencia y relevar a sus testigos de lujo del perjurio en que estarían incurriendo. En ese instante el personal del Juzgado Noveno los sacó de su error y determinó que la audiencia se difería para el mes de abril. A lo que llega Ana María Rueda: mentir para salvarle el pellejo a sus antiguos patrones ¿Y así creen Theurel y el síndico Roberto Chagra que pueden llegar a un arreglo con la propietaria del predio, Virginia Morales Arenas, quien por mandato judicial tiene la propiedad y la posesión del terreno en que operó el basurero municipal?… Fuego amigo el que le llega al director de Comunicación Social en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos, Manuel Velasco de los Santos. No hay día que no lo exhiban; que no le recuerden su paso por Olmeca TV, donde despachaba como prestanombre de Marcelo Montiel, Marcos Theurel y Luis Rafael Anaya, los tres ex alcaldes; que no le venteen sus conflictos, agravios y llagas abiertas dejadas en la televisora oficial y oficiosa de Coatzacoalcos. Sus allegados lo justifican y sus detractores gozan con las felpas que se lleva don Manuel Velasco. Todos, sin embargo, dan por hecho que quien filtra los datos lo conoce de sobra. O sea, es fuego de un superamigo… Otros adeudos dejados por el ex líder del PRI en Coatzacoalcos, Juan de Dios Sánchez Abreu: 13 mil pesos por el servicio telefónico; 13 mil pesos con Comisión Federal de Electricidad, y 3 mil pesos con la Comisión de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos. Lo que nadie se explica es cómo no le suspendió el servicio la CFE, cuando que a cualquier ciudadano lo habría tratado con la punta del pie. Un caso para la Secretaría de la Función Pública, el órgano de persecución del gobierno federal… Ha sido el Carnaval de Coatzacoalcos un evento a la medida del alcalde Marcos Theurel. Primero la disputa con el regidor panista Edgar Brito Molina, a quien le retiraron la comisión de carnaval con un ardid de baja calaña: le inventaron que pretendía otorgarle el contrato para la presentación de artistas a una empresa con la que haría negocio y así atizaron el fuego en los medios de comunicación, vía el alquiler de textoservidores que se prestaron a la jugarreta urdida en la oficina del alcalde Theurel, filtrada como suelen hacerlo los cobardes. Convidados de piedra, los ediles priístas no tuvieron que meter las manos al lodo para retirarle la comisión del carnaval a Edgar Brito; esa labor la hizo el regidor chambasucia, el perredista Ricardo López Carrera, el edil mejor cotizado de Coatzacoalcos. Luego vino la atinadísima decisión del alcalde Theurel de poner la organización del evento en las manos del desacreditado regidor Federico Lagunes Peña, con fama pública digna de cualquier ilustre personaje de reclusorio de alta seguridad, lo que provocó la contratación de artistas de mediana calidad, a excepción de Alex Syntek. Retirar a Brito del camino garantizó que el negocio quedara entre priístas y algunos panistas, yunistas y antiyunistas, aunque todos de naturaleza corrupta. Ahora se sabe que el sátrapa que le sacó algunos de cientos de miles a la presentación de artistas despacha en la parte alta del edificio de Tesorería. Concebido con fines de lucro, deliberadamente quebrado, sin utilidades que arrojar, el Carnaval del Centenario terminó convertido en el Carnaval de la Mala Leche. A unas horas del inicio de su primer paseo, el viernes 25, Protección Civil clausuró cuatro gradas, pero dejó decenas de ellas con el óxido a la vista y mal armadas. El caos no terminó ahí: decenas de permisos para vendedores que se instalaron a un costado de las gradas, fueron clonados, usando papelería oficial, el mismo número para tres o cuatro solicitantes, exhibidos a la vista de inspectores de comercio que nada hicieron para remediar el desastre. No hubo punto de comparación con la calidad de los artistas que presentó el Carnaval del Puerto de Veracruz. Aquí desfilaron también dos encueratrices de fama internacional: Silvia Pleskova y Dorismar, eslovaca y argentina, respectivamente; una, Pleskova fue la estrella de la obra teatral Table Dance y gusta de realizar desnudos privados, y la otra, Dorismar, es la reina de revistas como Playboy, H y H Extremo. Para como se les conoce, se le vio sobradas de ropa… Hubo, como siempre, negocios menores. Los baños que sirvieron para dar servicio a los asistentes al Carnaval de Coatzacoalcos, fueron acaparados por promotoras del PRI en colonias, funcionarios del Ayuntamiento de Coatzacoalcos y periodistas. No se trata de un botín mayor, pero sí aportó unos cuantos pesos, una extra que a nadie le viene mal. Es uno de los rostros de la rapiña, del uso de los recursos públicos a los que únicamente tienen acceso los grupos allegados al Ayuntamiento de Coatzacoalcos. Miseria para los miserables, pues…
 
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