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Mussio Cárdenas Arellano

Informe Rojo

CONAGUA, la denuncia que viene

06/05/2011 12:17 p.m.
* La megajuerga de Javier Duarte  * Diez horas echando copa en Coatza  * Un hecho de sangre en la biografía de Charleston  * 400 millones, tras la inhabilitación de Basilio  * Tres cochinitos azules para un trabajo sucio  * Patricia Peña será secretaria general del PRI  * Sutilmente la echan del Ayuntamiento  * García Carrillo, Lara y Phinder, en la órbita de Theurel

Víctor Manuel Esparza Pérez tiene una doble moral política, la pasión por el negocio y amigos priístas de cuestionable reputación, a quienes trata con mano generosa o los encubre con asombroso cinismo.

Panista de membrete, tiene a su cargo una de las dependencias más codiciadas en el gobierno federal, la Comisión Nacional del Agua, de la cual es gerente del Organismo de Cuenca, una especie de delegación que en Veracruz se maneja como si fuera una empresa privada, cuya fuente de financiamiento son los recursos públicos.

Hace tiempo Víctor Esparza tenía un empleo modesto en el área de Microrregiones, uno de los apéndices de la Secretaría de Desarrollo social. Realizaba estudios, aplicaba programas y, en lo personal, ascendía en la pirámide de poder institucional.

Cuando llegó a la CONAGUA, su naturaleza panista dio un viraje espectacular. Perdió los escrúpulos. Hizo de la función pública una empresa productiva y rapaz. Impulsó negocios turbios que invariablemente producían millones de pesos para amigos y miembros de su clan, sin importar siquiera su vinculación, identificación o implicación con el PRI y el régimen fidelista.

Hoy vive como rey. Se le atribuye una casa de 3 millones de pesos en La Marquesa, en el fraccionamiento Las Animas, en Xalapa, y otra, con valor de 5 millones, en Paraíso, en Coatzacoalcos.

Gracias a sus maniobras, se aplicarán en el municipio de Banderilla 90 millones de pesos en la construcción de un colector de aguas. Para ello se ha tenido que atropellar la normatividad interna y violentar requisitos financieros que el Ayuntamiento no cumplió, como es la aportación de 6.5 millones de pesos para la realización de la obra.

Impúdicamente descarado, Víctor Esparza tejió ese negocio para una compañía constructora, Xallapan, propiedad de Hugo Aguilera González, quien es cuñado del diputado local priísta por Xalapa, Carlos Aceves, uno de los integrantes de la pandilla fidelista. A su vez, Carlos Aceves es uña y mugre del clan Chagra, la familia más querida por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y a la que a la fecha continúa encubriendo, pese a las múltiples anomalías halladas en su paso por el gobierno estatal.

Víctor Esparza sufre una fascinación por el mundo árabe. Es magnánimo con el clan Chagra e igualmente manofloja con la estirpe de los Tubilla, emparentados con la primera dama de Veracruz, doña Karime Macías de Duarte. A Víctor Tubilla, por ejemplo, le asignó contratos que según los mismos panistas, a estas alturas escandalizados con la habilidad del gerente de CONAGUA para hacer negocios, superan los 50 millones de pesos por concepto de obras de dragado en el sur de Veracruz.

Otro de sus allegados, Ricardo Cabrera, recibe contratos a granel o se presta a interpretar su papel de patiño en los concursos de obra bajo la modalidad de “invitación restringida”, donde participa con propuestas para perder, sabedor el pecado tiene precio y el pecador cobra por pecar.

Ricardo Cabrera no es nuevo en estos montajes. Lo hacía desde que Roberto Chagra Nacif era director estatal de Carreteras y su jefe, al que por cierto trataba con desprecio, era el titular de Comunicación del gobierno de  Veracruz, Marco César Theurel Cotero, hoy alcalde de Coatzacoalcos. Existe documentación que demuestra cómo operaba el clan Chagra, usando a Ricardo Cabrera como bulto.

Víctor Esparza no sólo es un genio para hacer de la obra pública negocios millonarios. También sabe encubrir la violación a las leyes. Así lo hizo cuando la pandilla Chagra detentaba el control de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos (CMAS) y por más de ocho años vertieron aguas negras a las playas, ríos, lagunas y pantanos.

En diciembre de 2010, en Coatzacoalcos, se comprometió a revelar las cantidades aplicadas por concepto de multas a la CMAS por el dalo ambiental. Nada hizo; encubrió a sus amigos priístas, pese a que la contaminación de los cuerpos de agua obliga a una sanción financiera.

Priísta barnizado de azul, Víctor Esparza aspira a ser alcalde de Coatzacoalcos. Para ello acumula capital político, renta conciencias y confecciona una red de complicidades que lo instalen en un estadio de impunidad.

Quizá no lo sepa. Esta semana será interpuesta una denuncia ante la Secretaría de la Función Pública que lo obligaría a renunciar y solventar sus excesos al frente de la CONAGUA.

Quienes lo conocen, saben que está perdido.

Archivo muerto
 
Javier Duarte de Ochoa pasará a la historia como el primer gobernador de Veracruz que se corre una juerga de antología en Coatzacoalcos. Ocurrió el miércoles 2 de marzo, luego de entregar casas a petroleros en Minatitlán; recorrer instalaciones de la refinería Lázaro Cárdenas, y ofrecer una conferencia de prensa donde, por cierto, le reclamaron el encierro en que durante seis horas mantuvieron a un grupo de periodistas para evitar que cubrieran loa gira del director de Petróleos Mexicanos, Juan José Suárez Coppel, y el líder sindical petrolero, Carlos Romero Deschamps. Minutos después, Javier Duarte se trasladó a Coatzacoalcos. Llegó al restaurant Piquitos. Se introdujo en una de las áreas del comedor y departió por horas con la fauna política local. De las 3 de la tarde a la una de la mañana del jueves 4 de marzo, el delfín fiel habló, bromeó, hirió y bebió alcohol como nadie con su investidura lo había hecho antes. A su lado, Carlos Romero Deschamps; el líder petrolero de la Sección 11, Ramón Hernández Toledo; el alcalde Marco César Theurel Cotero; el ex alcalde, Marcelo Montiel Montiel; el secretario de Finanzas del gobierno duartista, Tomás Ruiz González; el suegro incómodo de Javier Duarte, el señor de los parques fantasmas, Jesús Antonio Macías Yasegey, y muchos más. Aquella megajuerga apocalíptica duró 10 horas. Javier Duarte lanzó lumbre cuando quiso, descompuesta el habla, enredadas las ideas, extraviado el juicio. Algunos de sus dardos dieron en la humanidad del alcalde de Coatzacoalcos, Marcos Theurel, objeto de burlas, escarnio de todos. “Alcalde de Veracruz”, le dijo Duarte y recompuso: “No, qué alcalde de Veracruz si no puedes con Coatzacoalcos”. Y provocó el festín de carcajadas. Nunca antes un gobernador había protagonizado un episodio tan grotesco, sometido al efecto del alcohol, vituperada su investidura, su condición de gobernador. ME-GA-JUER-GA FIEL. Dicen que tiene otros desenfrenos. Así lo cuentan en San Diego…
 
 

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