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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

De vuelta, a la triste realidad

10/10/2011 11:42 a.m.
Es domingo y ha caído la tarde en Xalapa. Prematuramente ha empezado a anochecer debido a que lo que allá cerca de las cuatro y media de la tarde comenzó como un ligero chipi-chipi, ya casi cerca de las siete de la noche se ha convertido en una lluvia.
 
Cuando escribo estas líneas he decidido tomarme un café gourmet fuerte y bien caliente como me gusta. Aún resuenan en mi mente los ecos de los aplausos que hemos tributado al escritor Sergio Pitol, figura emblemática de nuestra literatura y hoy por hoy el mejor referente de Xalapa en el mundo entero.

El jueves, el Hay Festival 2011 se abrió con un encuentro de Pitol con sus editores. Este domingo se ha cerrado con otro encuentro, esta vez con un grupo de amigos: Margo Glantz, Rosa Beltrán Darío Jaramillo, Cristina Fernández Cubas y Juan Antonio Masoliver, de México, Colombia y España, respectivamente, nuevamente motivados, provocados por el moderador Rodolfo Mendoza.

No he faltado un solo día y he concurrido a buena parte de las actividades. Lo que ha pasado no ocurre con frecuencia en nuestra capital. Había que conocer y escuchar a quienes sólo conocemos de nombre o por sus obras. He tenido la suerte de presenciar actos muy concurridos, con llenos completos que le han dado a las presentaciones la dimensión que exigían.

Sin duda, ha sido una fiesta para quienes nos gusta la lectura y nos asomamos también a otras manifestaciones culturales. He salido rejuvenecido. Me ha revitalizado el entusiasmo de los jóvenes que en su gran mayoría han integrado el público asistente.
 
Su presencia no me ha sorprendido para nada porque es una característica de Xalapa. Los escritores visitantes sin duda alguna se han de haber llevado una grata impresión, la de haber encontrado una comunidad joven, que lee, enterada, que cuestiona, que duda, que quiere saber más, que no se queda callada.

Los visitantes de habla inglesa que nunca habían venido a Xalapa y que quizá tenían sólo una vaga referencia de nuestra capital (a lo mejor sólo nos conocían por los crímenes de los que da cuenta la prensa internacional), deben haberse llevado una sorpresa, una buena sorpresa, al comprobar que estaban frente a un público joven y a un público adulto que no necesita de los aparatos para escuchar la traducción simultánea, que conocen y hablan bien su lengua y que incluso, no obstante la invitación de que se podían hacer preguntas en español, los cuestionaban también en inglés.

En pocos lugares de México y del mundo he visto una escena como la que se repitió en todo momento al término de las charlas, de los encuentros, de las conferencias, de las exposiciones: las colas para el autografiado de libros por parte de los autores.
 
En lo personal, porque prácticamente conozco a todos los libreros de Xalapa, me dio gusto que hayan tenido ventas, seguramente buenas ventas y fue un verdadero acierto que las editoriales hayan enviado casi todos los títulos de quienes se presentaron.

No me sorprendió para nada el contenido de las preguntas de los jóvenes. Me dio gusto confirmar que leen y por lo tanto saben lo que preguntan. No pude dejar de pensar que en muchos de ellos están las figuras destacadas del mañana en el campo literario.

Se habló de los autores como traductores, terreno en el que es figura indiscutible Sergio Pitol. Da gusto saber que lo tenemos entre nosotros, a un hombre al que lo mismo españoles que sudamericanos reconocen su aportación a las letras castellanas como traductor, merced a lo cual conocemos hoy a muchos autores de otras lenguas.

No pude dejar de imaginarme las peñas literarias de otras épocas y de otros lugares de las que nos hablan los libros de historia de la literatura cuando vi charlando a los escritores en el patio de la Casa del Lago, charlas en las que, además, se podía acercar quien quisiera. Pocas comunidades se pueden dar ese lujo.

Anoche, a lo lejos, vi a Leticia Perlasca, la secretaria de Turismo, principal impulsora del Hay Festival, aplaudir ruidosamente a Sergio Pitol pero también reflejaba en su sonrisa el contento por el éxito de la festividad. No era para menos. Un día antes, vecinos de sillas en una de las presentaciones, había aprovechado para decirme, a manera de justificación, que ahí estaba el resultado de uno de sus viajes al exterior por el que tanto se le había criticado. Sí, sin duda, el resultado la ha justificado.

Fue como un escape, o más bien dicho fue un escape de nuestra realidad cotidiana. En mi caso, permitió evadirme, así fuera por horas, del ambiente sofocante que vivimos y del que nos da cuenta a diario la prensa: narcoviolencia, falta de recursos, impunidad, gobiernos en crisis, ineficacias de programas oficiales, etc. Por momentos llegué a pensar –a propósito, claro está– que estaba en otro país, en otro tiempo.

Hasta que, anoche, la  burbuja, el encanto se rompió. Se acabó el Hay Festival y tuve que volver a mi realidad, a la triste realidad que vivimos a diario millones de veracruzanos.
Mientras degusto mi café, no dejo de reflexionar en la felicidad de esta comunidad.
 
Les vale un pito sus autoridades, nuestras autoridades, de cualquier signo, color o ideología. A nadie, a ninguna se extrañó. Nunca, por lo menos donde estuve, salvo Leticia Perlasca, se presentó un funcionario, uno solo, en su calidad de oyente. Confirmo lo que escribí en la pasada Feria del Libro: no les interesa la cultura. O ya lo saben todo.
 
No les interesa escuchar al otro así el otro sea el más culto, el más inteligente, el más creativo, el más innovador, el más pensante, el más célebre reconocido en todo el mundo. Pensé que era sólo a los críticos a los que no se quería escuchar.  Pero por fortuna esta comunidad tiene vida propia. Es pensante, informada, inteligente, irreverente. Por eso el abucheo aquel en el Teatro del Estado porque no comenzaba el concierto puntualmente como está acostumbrado. Aquí, siempre se comenzó con una puntualidad inglesa.

Ojalá y aunque nuestras autoridades no asistan, por lo menos sigan apoyando este tipo de actividades. Si son inteligentes, habrán comprobado o habrán de comprobar que no hay mejor forma de proyectar la imagen positiva de Xalapa y de Veracruz. Más ahora cuando lo necesita urgentemente. Ojalá.
 
 

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