Pagan ciudadanos por seguridad en el sur de Veracruz

​La inseguridad en la zona sur del estado de Veracruz, ha obligado a los ciudadanos a destinar parte del gasto familiar para pagar vigilantes particulares y adquirir un sinfín de objetos para la autoprotección, ya que los cuerpos de seguridad pública han sido ineficientes para cumplir con su función.

Porteños gastan para proteger sus vidas

La inseguridad en Coatzacoalcos es preocupante, ya que los delitos del fuero común y los de alto impacto se han disparado en los últimos meses. Las familias tienen que gastar en equipos de protección personal y para la vigilancia de su patrimonio. 

Otros, instalaron controles de acceso en sus vecindarios, se organizaron mediante aplicaciones de mensajería instantánea para cuidarse entre sí y algunos más se mudaron de ciudad o contrataron guardaespaldas, esto último, sólo en el caso de quienes tienen la solvencia económica.

Un silbato, gas pimienta, paralizadores eléctricos y hasta relojes que graban video, audio o toman fotografías son de los artículos más buscados, dijo un empresario que se dedica a su venta.

Explicó que los paralizadores lanzan descargas de hasta 100 mil voltios, lo que permite al blanco de los delincuentes huir y pedir ayuda. Su forma emula a la de un celular o un delineador y su precio va de los 500 a los tres mil pesos, de ahí que son de los más utilizados.

Los silbatos son más baratos y en las colonias son usados para que los vecinos avisen sobre alguna situación en las calles, pues su alcance es de 100 metros a la redonda.

En tanto, las cámaras no sólo se utilizan a las afueras de los domicilios de colonias con mayor plusvalía como la Petrolera y el Centro, sino también en el interior de restaurantes o pequeños negocios, la mayoría víctimas de la delincuencia.

Los empresarios confirmaron que hay equipos desde dos mil pesos que son monitoreados desde su celular sin importar donde estén. Algunos más también cuentan con alarmas o vigilancia privada, que merma sus ingresos.

Sin embargo, en las colonias la gente ha tenido que construir muros, casetas y colocar alambre de púas para restringir el acceso a escaleras y conjuntos habitacionales.

Tal es el caso de las escalinatas que dan al fraccionamiento “El Bohío”, en la colonia Guadalupe Victoria. La medida tuvo una opinión dividida entre las personas, pero no ha sido suficiente para frenar al hampa.

Y es que en otros sectores -como las colonias Ejidal, Frutos de la Revolución, Prócoro Alor, Santa Martha y Villa Allende- los porteños no han tenido de otra que hacer justicia por propia mano.

Durante los últimos meses, los vecinos han detenido a varios ladrones y asaltantes, que fueron sometidos, amarrados y exhibidos hasta la llegada de la Policía, pues la gente está harta de la inseguridad que asola a Coatzacoalcos.

Los mismos empresarios reconocieron que el cobro de derecho de piso y las extorsiones continúan, lo que los ha obligado a cerrar y mudarse a otros puntos de la República, ya que aun cuando denuncien o no, el resultado no cambia.

Agua Dulce, con vigilantes nocturnos

En el caso de Agua Dulce, cada vez son más los habitantes de distintas colonias quienes pagan semanalmente junto con sus vecinos a vigilantes que se encargan de recorrer sus calles por las noches para cuidar sus viviendas de un posible robo, debido al aumento de este delito.

Algunas de estas colonias son la 18 de Marzo, Obrera, Cuatro Caminos, Allende, México o Kilómetro 2, pero conforme han pasado los meses el modelo de vigilantes nocturnos se ha expandido hasta alcanzar otras partes.

“Se volvió una necesidad; antes, sólo los que tenían dinero contaban con vigilancia, era como un lujo, pero ahora ya no es así”, asegura un vigilante entrevistado, quien debido a la naturaleza de su trabajo, pidió guardar el anonimato por cuidar su integridad.

Una de las primeras modalidades de autoseguridad fueron las casetas al inicio de algunas colonias, como la 18 de Marzo, pero estas no duraron mucho y se sobrepuso el servicio de personas que recorren las calles por la noche, silbando para alertar de su presencia y con contacto con corporaciones de seguridad oficiales.

En Agua Dulce se estima que funcionan cerca de seis grupos de vigilantes nocturnos, los cuales no están organizados bajo ningún tipo de sindicato o unión, sino que trabajan directamente con algunos coordinadores, quienes son los que se encargan de reclutar a los trabajadores, de entrevistarse con la gente interesada en la seguridad, en cobrar las cuotas y pagar los sueldos.

En promedio, el servicio de vigilancia nocturna cuesta 100 pesos por semana, una cantidad que no resulta demasiado costosa, aunque existen pobladores que prefieren no pagar, de modo que el servicio se ofrece sólo a las casas que solicitaron la seguridad.

De acuerdo con el entrevistado, en su grupo, el encargado no deja entrar a cualquier persona, sino que pide carta de antecedentes no penales, buena presentación y realiza pequeñas pruebas para conocer la confiabilidad de los vigilantes, por lo que muchos son rechazados.

Algunos de los grupos que operan en Agua Dulce tienen contacto directo con comandantes de la Policía Municipal y de la Policía Estatal para avisarles o pedirles ayuda en caso de alguna situación.

La presencia de vigilantes ha logrado la disminución de robos y asaltos en algunas partes de la ciudad, mientras que en otras el nivel ha sido igual o hasta se ha incrementado.

En Las Choapas, vecinos vigilantes

El alza en delitos del fuero común, como el robo a transeúnte y el robo a casa habitación, ha sido uno de los factores principales por el cual la ciudadanía se ha visto obligada a recurrir a la contratación de vigilantes particulares y a gastar en equipos de autoprotección.

Los habitantes de colonias como Campo Nuevo, México y Olmeca, son quienes tienen más arraigada esa costumbre, pero a decir del jefe de los veladores Marco Antonio Flores Jiménez, en la mayoría de los sectores tienen gente trabajando, principalmente por las noches.

En este municipio, son al menos 20 veladores que recorren las calles de la ciudad para proteger los sectores que se les asigna, y aunque no cuentan con las suficientes herramientas de trabajo, más que el silbato y su bicicleta o motocicleta, ellos hacen todo lo posible por cumplir con su función.

En el caso de la colonia México, sus habitantes decidieron que hasta de día haya ese tipo de vigilancia por la ola de robos a casa habitación que sufren constantemente.

Veteranos expolicías de este municipio, recuerdan que hace unos 15 o 20 años, quienes realizaban la labor de vigilancia en las calles eran elementos de la llamada ‘policía bancaria’, su nombre correcto era Policía Industrial, Bancaria y Comercial, corporación que ahora se llama Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial (IPAX), los cuales de noche recorrían a pie y a la semana pasaban por las casas pidiendo una cuota y ellos entregaban un recibo.

Sin embargo, por los cambios de gobierno y las nuevas reglamentaciones que hace cada mando, se acabó con esa actividad y fue cuando surgieron los llamados veladores de colonias, quienes no pertenecen a ninguna corporación.

Estas personas subsisten con lo que la gente les dona cada semana, es decir, igual pasan por las viviendas pidiendo una cooperación voluntaria, con la diferencia de que no todos tienen  esa disposición de apoyarlos.

En colonias como Campo Nuevo, los vecinos se han equipado, con recursos propios, con alarmas vecinales, botones de pánico, videovigilancia, silbatos y obviamente veladores que ellos pagan semanalmente, esto con el fin de vivir de forma tranquila, tener calles en paz y evitar actos delictivos, lo cual les ha dado buenos resultados, dijo igual el dirigente de uno de los subcomités, Francisco Zapot Reyes.