Ejecutados por grupo armado, frente a policías y agentes de la fiscalía

​La muerte les llegó sin verla, estaban vendados de los ojos y amarrados; los fusilaron en el serrano ejido Playa Santa, prácticamente a la vista de autoridades municipales y estatales.

Un kilómetro antes de llegar al ejido —ubicado a más de tres horas de camino de la zona urbana—, bajo los imponentes cerros de esta región, ahí, un grupo de campesinos parapetados entre la maleza y sobre la carretera, mantenían vigilancia de dos vehículos, un Volkswagen Gol blanco, con placas de circulación WTL-60-92 del estado de Tabasco y un Mazda 3, color rojo, con placas de circulación MZW-25-30 del Estado de México.

Muchos de ellos portaban filosos machetes, mismos que usan para sus actividades cotidianas, pero otros portaban escopetas calibre 20, en su mayoría mantenían dos cartuchos extras entrelazados en la mano para usarlos en caso de ser necesario.

“¿De dónde vienen? ¿A dónde van?” Eran algunas de las interrogantes que hacían los campesinos a cada persona extraña que llegaba al lugar: nadie podía pasar a menos que ellos lo autorizaran.

Al llegar a la comunidad, el paso permanecía cerrado con un chicote de acero. Eran campesinos quienes controlaban el acceso.

Un grupo de al menos 30 oficiales de la Policía Estatal y Policía Municipal permanecían reunidos casi en la entrada, pues horas antes los pobladores también arremetieron contra ellos y hasta fueron amenazados de ser desarmados. “Eso no lo vamos a permitir”, dijo un oficial presente.

En la explanada central del poblado se congregaron unas 300 personas, algunos con machetes y otros con escopetas. En el corredor de la ganadera de este lugar fueron amarrados de los muros Alberto de la Cruz Bocanegra, Renato Cruz Mil “El Brujo”, y enfrente, Gabriel Ramos López; todos fueron vendados de los ojos con trapos.

En una pequeña celda permanecían encerrados Estephani Vidal Díaz, de 22 años y Bernabé Barradas Méndez (ambos de Tabasco). Los tres menores de edad, de 2, 10 y 17 años de edad, originarios de Las Choapas, que los acompañaban a los detenidos fueron asegurados en el interior de una galera que forma parte de la casa ejidal.

Informado de la situación, desde la madrugada, llegó al lugar el encargado de la delegación local de Seguridad Pública del Estado, Andrés Humberto Segura Barradas, y el director de la Policía Municipal, José Javier Zúñiga Carrasco. Alrededor del medio día del lunes, llegó al ejido Playa Santa Julián, el director de Gobernación municipal, Romero Flores, en compañía del fiscal regional de la Unidad Integral de Procuración de Justicia, Uriel Moreno Mendoza, custodiado por un grupo de la Policía Ministerial del Estado.

A través de un altavoz y luego de escuchar a las autoridades presentes que los campesinos se negaron a entregar a los detenidos y demandaron que al lugar asistieran elementos de la Marina, porque sólo así los entregarían. El jefe de la policía local, Javier Zúñiga, les trató de explicar el proceso y que tenían que llevárselos para ponerlos a disposición, incluso, sugirieron formar una comitiva para que estuvieran al tanto de las diligencias que realizaría la Fiscalía, pero su desconfianza era tal que no aceptaron las peticiones.

Amarrado de las manos y contra un muro, ahí permanecía Alberto de la Cruz Bocanegra, de 31 años de edad, con domicilio en el fraccionamiento Jalapa, del estado de Tabasco. “Yo soy taxista, yo sólo me quería ganar unos pesos, 500 pesos me pagaron por traerlos hasta Las Choapas y no sabía que era hasta acá. Él —Edgar Gabriel Ramos López— es quien me está pagando, yo a la chamaca —su novia, de nombre Estephani Vidal Díaz— le dije, vamos a dar una vuelta, vamos y venimos, pero cuando llegamos a Las Choapas nos dijeron que viniéramos para acá, esos ‘weyes' se subieron y se llevaron al chamaquito sin permiso, y ese chamaco menso quién sabe que mensajes anda mandando, aquí tengo mi celular, revísenlo, investíguenme, no soy bueno que digamos, pero tampoco soy malo, soy un simple taxista, nos van a salir matando por cosas que yo ni hice”, fueron las últimas palabras que declaró Alberto.

Alberto señaló que llegaron el sábado por la noche a Las Choapas y el domingo por la tarde le pidieron que los llevara hasta Playa Santa. Él se quedó en el carro con su novia mientras los demás realizaban el recorrido.

A Gabriel, un grupo de campesinos lo amarró del cuello y amenazaban con quemarlo y ahorcarlo si no decía la verdad sobre qué hacía en el poblado. “Di la verdad”, le espetaban. Entonces el joven no aguantó más y hasta se orinó en los pantalones. Y luego a ratos rezaba, le pedía a Dios que lo ayudara, porque no había hecho nada malo. En cambio, Renato siempre se mantuvo en silencio…    

Alrededor de las 15:00 horas llegó el primer grupo de personas con armas largas como M16 o AR-15 y pistolas. Primero trataron de hacer que los pobladores entregaran a los detenidos, pero nadie de la comunidad accedió a hacerlo.

Alrededor de las cuatro de la tarde llegó un grupo más nutrido de personas armadas, en su mayoría con rifles de alto poder, que juntos sumaban más de 100 autodefensas. Entre ellos se escuchaba que hablaban y decían “pues ya, los vamos a reventar de una vez, pero cuiden que nadie grabe. Dónde están los periodistas, que se retiren porque nadie puede grabar”, amenazaron.

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La policía logró convencer a los pobladores que liberaran a los tres menores que también estaban retenidos y estos fueron llevados a un lugar seguro. La Policía Estatal, Municipal, Ministerial y personal de la Fiscalía se replegaron a unos 100 metros del lugar, casi en el acceso al poblado, mientras que el grupo armado llegó hasta la explanada para asesinar a sangre fría a los tres hombres que se encontraban en el corredor de la ganadera.

Como cañones retumbando entre los enormes cerros sonaron los disparos a lo lejos. Fueron siete detonaciones las que se escucharon. “El brujo aún se movía y todavía lo remataron”, dijo una mujer presente en la explanada que observó la ejecución.

Los cuerpos de Renato Cruz Mil, Alberto de la Cruz Bocanegra y de Edgar Gabriel Ramos López, quedaron tendidos sobre el piso, con enormes orificios en la cabeza causados por los disparos de los ‘cuernos de chivo’. 

El pequeño grupo de policías no pudo hacer nada, pues estaba superado en número y armamento. Formados como un minibatallón, las autodefensas abandonaron el lugar y tras de sí dejaron abandonados los tres cuerpos en la plaza principal.

La Policía Estatal se retiró del lugar y sólo se quedó la Municipal, así como personal de la Fiscalía General del Estado, quienes realizaron el levantamiento de los cuerpos. La Fiscalía General del Estado no pudo hacer más que iniciar una carpeta de investigación, pero ya no sobre estas tres personas acusadas de un presunto secuestro; con tintes de malentendido, sino que ahora las hará por homicidio en contra de estas tres personas.

Renato Cruz Mil con antecedentes; eso pudo detonar su asesinato

Los campesinos enardecidos en el ejido Playa Santa gritaban este domingo mientras tenían cautivo a los hoy extintos, que al escudriñar sus celulares, hallaron mensajes que los vinculaba con un cártel.

“Ya los pensábamos soltar, pero les revisamos sus celulares y salen con que son gente del cartel de…” plantearon los campesinos a las autoridades ministeriales, a su arribo al ejido.

De las tres víctimas, sólo se conocía el antecedente de Renato Cruz Mil.

* El 28 de mayo de 2012, en un operativo militar en un rancho, ubicado en carretera Las Choapas- Cerro de Nanchital, propiedad de Renato Cruz, se halló enterrado un arsenal de armas. Salió libre, porque justificó que su abuelo antes de morir, ahí las sembró para evitarle problemas a la familia.

El 10 de marzo de 2014, fue detenido por elementos de Seguridad Pública del Estado con una credencial del IFE falsa, que él mismo reconoció que se la hicieron en Moloacán por mil 100 pesos; pagó una fianza y salió libre el 13 de marzo.

Ese mismo 13 de marzo cuando salía del Cereso, apenas daba un paso afuera, cuando agentes ministeriales lo detuvieron por el presunto delito de pederastia en agravio de una menor de 13 años de edad, de igual forma la libró semanas después con el pago de otra fianza.