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Coatzacoalcos, Ver.

Natalio Bernal: El otoño del periodista

En víspera de la Navidad del 2017, Natalio Bernal Amador, quien fue corresponsal de El Universal durante más de 20 años y falleció este viernes por la mañana, rememoró en el Vips del Centro, “su oficina”, las anécdotas que lo marcaron como reportero.
12/07/2019 12:37 p.m.
Luis Suárez Castellanos
Presencia.MX

Corría el año 1990, cuando Robert Rock, el legendario editor de El Universal, le ordenó vía telefónica desde la Ciudad de México a un reportero novato de Coatzacoalcos:

            -Mándame un buen reportaje. 

Era la más pura intención para ver de qué estaba hecho el veinteañero Natalio Bernal Amador. Muy temprano del día siguiente, el periodista visitó la zona portuaria, en donde el remolcador "Sansón" atracado en uno de los muelles lo inspiró para ganarse las ocho columnas en la sección Estado del periódico nacional.

"Abandonan flotilla chatarra de La Quina", fue más o menos el título que recordó Natalio Bernal, quien así debutaba como corresponsal de El Universal en el sureste de Veracruz. Su dilema fue que después atendía tres corresponsalías al mismo tiempo: la de Notimex, la del Sol de Veracruz y ahora la de “El Gran Diario de México”. Eran sus años mozos, de veinteañero. Corría tras la noticia y las mujeres. Tomaba mucha cerveza, ron y whisky. "Robert Rock me dijo que no le gustaba ver mi crédito en Notimex y El Sol, que me decidiera, y pues me quedé sólo con El Universal", recuerda, muchos años después, en diciembre del 2017, en una charla de amigos en el Vips del Centro de Coatzacoalcos, “mi oficina”.

Su tarea reporteril trascendió a nivel nacional por notas y reportajes donde revelaba la lluvia ácida en la región de Coatzacoalcos, a uno de los ríos más contaminados del mundo, el movimiento portuario, la falta de cultura hacia la protección civil, los derechos humanos violentados durante el Chirinato, sus crónicas por la explosión en Clorados II en marzo de 1991...


“SERÉ UN REPORTERO CHINGÓN”

Ahora Natalio tiene 51 años de edad, camina despacio y usa bastón. Hace cinco años que dejó la corresponsalía de El Universal. Padece diabetes mellitus. Su salud ha colapsado tres veces en los últimos meses al grado que durante 72 horas estuvo en coma inducido para que descansaran sus pulmones. Ha perdido parcialmente la vista. Cuando no le alcanza para el taxi, se transporta en urbano desde su casa de Playa de Oro hasta el Vips del Centro o viceversa. Trae ambas rodillas peladas, con moretones, tras fallidos intentos por abordar decorosamente los camiones. Se arremanga el pantalón y muestra sus heridas por debajo de la mesa.

-Me he caído, cabrón, varias veces—confiesa.

No obstante, esa tarde noche en víspera de la Navidad del 2017 está contento y nostálgico. Lo atropellan las anécdotas. Pide agua. Ya no quiere más café. Le hace mal.

-Así como me ves, soy el periodista que detuvo dos veces la venta del Complejo Petroquímico Cosoleacaque--cuenta.

-Pero, ¿cómo? --se le pregunta.

-La primera intentona me la reveló Pablo Pavón --responde--, me declaró que ya estaba todo listo para vender el complejo a Trinidad y Tobago. La segunda ocasión la lideresa de los ejidos donde está asentado el CPC exigía la restitución de esos terrenos, y pues que también mando la nota a El Universal.

Natalio Bernal fundó hace como tres años su portal de noticias al que denominó Criterio Universal, que retoma el nombre de su columna. En la edición de su portal lo apoya Carlos Domínguez Alegría, su amigo periodista de antaño.


Su carrera periodística la hizo en medios locales como Sotavento, la revista Contacto, El Noticias y Liberal del Sur. En 1985, el periodista Andrés Shíu Hernández le hizo una prueba de gramática para darle trabajo como corrector en el Diario Sotavento que recibía los cables de Notimex y había que “puntearlos”, es decir, separar párrafos, marcar los acentos, las mayúsculas. 

-La chamba es tuya, pero también tienes que fajarte en los talleres, ayudando acomodar los linotipos, limpiando la prensa--le dijo Don Andrés a Natalio.

 En uno de esos días por la mañana, los deseos de ser periodista lo asaltaron pensando en voz alta, al tiempo que limpiaba los fierros de la rotativa: “cuando sea reportero, seré un chingón”. Un periodista ya hecho lo escuchó y solo se carcajeó del joven Natalio, quien por la tarde “dobleteaba” como corrector del Diario Sotavento. Soñaba con ser periodista desde cuando entrando a la adultez trabajaba en un puesto de revistas del Mercado Morelos, donde diariamente se devoraba al menos seis periódicos nacionales: El Excélsior, El Universal, La Jornada, Novedades, El Unomásuno y El Sol de México. También leía las revistas Proceso, Quehacer Político, Impacto, Siempre y Selecciones. Leía de todo, hasta el Memín Pinguin. En poco tiempo ascendió a editor del primer periódico vespertino de Coatzacoalcos, La Extra del Diario Sotavento. Allí aprendió el secreto de los titulares:

-Había un periodista que venia del Ovaciones, Jaime Sánchez Sánchez, quien me enseñó a cabecear en tres bandas--rememora.

-Y esas, ¿cómo son? --se le inquiere.

--Cuando cabeceas una nota, tienes que asegurarte que tengan una implicación política, social y periodística. Es un rejuego de palabras, pero causa impacto, morbo, y así logras decir lo que es.

Cuando Natalio Bernal se inició en el periodismo llegó con buena ortografía, de tanto leer en el estanquillo, y además comenzó a consumir libros de clásicos del periodismo como Martín Vivaldi, Salvador Borrego, Manuel Buendía, Federico Campbell, Julio Scherer y Vicente Leñero. Aprendió de Javier Ibarrola, el autor del “Manual de Estilo de Notimex”, que “cuando un periodista deja de correr tras las mujeres, está viejo, pero cuando deja de correr tras la noticia, es que ya está muerto”.

--En el Diario Sotavento, cuando todos se iban en la madrugada, me quedaba en una máquina de escribir a tipear los reportajes que más me gustaban y así entendí cómo se estructuraban. Al principio los usaba como moldes, solo les cambiaba las fuentes y el contexto, y después fui creando mi propio estilo.

EL NIÑO “PATA DE PERRO”

Una mañana de 1975, el niño Natalio Bernal, de apenas nueve años, se amarró bien las agujetas, fajó sus pantaloncillos, tomó el primer autobús que encontró en Texistepec para enfilarse, solo, sin permiso, hasta Coatzacoalcos y encontrarse en el Mercado Morelos con su hermano el mayor, Epifanio. El pueblo ya lo asfixiaba desde pequeño. Quería ganar su dinerito, conocer la ciudad, el mundo. Llegó a vender panes al negocio de su hermano y continuó estudiando hasta la preparatoria en el CBTIS 85, la que paradójicamente abandonó cuando aprobó el examen más importante de su vida, el de corrector de cables en el Diario Sotavento, donde se topó de frente, y abrazó de por vida, con el periodismo. 

Aquí en la localidad conoció desde que eran niños a Cecilia Martínez Morales, con quien a la postre se casaría y procrearían a Natalio, Isela y Moisés.

“Toda mi vida he sido un “pata de perro”, y, aunque me esté muriendo, no me quedaré encerrado en mi casa. No quiero quedarme dormido. Se siente feo saber que moriré pronto. Tengo que salir a reportear, necesito trabajar, dinero”, diría Natalio, 43 años después, semanas antes de morir afectado por la misma enfermedad que le costó la vida a su hermano. 


HACÍA ENCABRONAR A YUNES

Allí en el Vips, Natalio se regodea del pasado:

-Una vez hice que se encabronara Miguel Ángel Yunes, cuando era secretario de gobierno con Chirinos.

- ¿Qué sucedió? –se le pregunta.

-Creo que fue Sebastián Hernández (+) quien me pasó una foto de unos presos en Palma Sola ¿Has visto cómo se apila la leña?, pues así dormían los reos. Y que mando la foto por paquetería y la nota por fax ese mismo día...y que la publican a ocho columnas en Estado. Al otro día adelantaron el traslado de los reos al “Duport Ostión”, así, sin haberlo terminado.

Natalio Bernal sólo interrumpe la plática para ir al baño. Sus riñones, dice, funcionan de milagro. No jala su bastón. Camina seguro, conocedor, sabiéndose todavía asesor de funcionarios, candidatos y alcaldes que le siguen llamando. 

Regresa con una sonrisa y ni bien se sienta cuando sorraja otra anécdota: 

"En las fiestas de aniversario de El Universal pude platicar, así, como estamos tú y yo, con Monsiváis, Fidelito Samaniego, Robert Rock, Miguel Badillo y hasta saludaba a Raymundo Riva Palacio, quien era mi director".

Y agrega: "la verdad me gané centenas de veces las ocho columnas en la sección Estado de El Universal".


Aunque también se lamenta: "No guardé nada de esos impresos. Por eso sólo te lo cuento a ti, que me conociste, porque la gente luego ni me lo cree".

Natalio Bernal se siente motivado esta noche, nostálgico. Tiene sus silencios. No es necesario preguntarle qué está pensando. Sigue recordando sus historias.

Roberto Rock, cuenta, no lo dejaba respirar. Primero lo investigó con Rafael Marquet, en aquella época, el todopoderoso vocero de Pemex en la región. “Le llamó para preguntarle que cómo era de periodista. Pero Don Rafa era cuate y le dijo que era un reportero nuevo, trabajador y que le echaba ganas”, añade.

Natalio Bernal bebe un sorbo de agua, respira profundo y suelta la historia de cuando verdaderamente comenzó a sentirse chingón reporteando:

--Cuando iniciaba el movimiento zapatista, en 1994, Javier Elorriaga, asesor del subcomandante Marcos, andaba de incógnito en la iglesia San José. Allí logré entrevistarlo y la nota se publica en El Universal, se replica en muchos periódicos del País y hasta la retoma La Opinión, de Los Ángeles en Estados Unidos. Me sentí muy chingón. La verdad, cabrón.  


LA ESTACIÓN OBLIGADA

La "oficina" de Natalio Bernal improvisada en los últimos años en el Vips es una estación obligada para saludar al periodista. Anselmo Secundino Diego, catedrático y político identificado con la izquierda, se detiene para saludarnos. Trae consigo un libro bajo el brazo. Desde hace tres años escribe la historia de Villa Allende, su lugar de origen. Coincidimos en que, para escribir un libro, uno debe leer cien textos sobre el tema, como recomendaba Riszard Kapuscinsky. "Llevo leyendo 97 libros que me aportan datos sobre Villa Allende", asegura.

-Señores, maestro, Natalio, me dio mucho gusto saludarlos. Que pasen Feliz Navidad-dice Anselmo al despedirse.

-Oye, no puedo faltar en ese libro--le responde Natalio en broma.

Esa noche Natalio también tiene el ánimo para enumerar a sus amigos cercanos, reporteros todos, como Crispín Garrido, Mario Morales, Roberto Pérez, Jesús Lastra (+) Alma Pérez Retama, Mabel García, Rosendo Sibaja, Ernesto Malpica, Ignacio Ordóñez (+), Mussio Cárdenas, Carlos Domínguez, Roberto Morales...Le llamaban “Natacho”.

-Algunos de ellos nos hicimos en la revista Contacto, de Don Mussio Cárdenas Cruz, y otros trabajamos en El Noticias--enfatiza.

En alguna etapa de su vida, Natalio interrumpió unos años su carrera periodística para enrolarse como trabajador de planta en Petróleos Mexicanos, pero dejó de laboral por su diabetes avanzada que le esquilmaba la vista. Antes, fundó la revista “Desafío Petroquímico”, órgano de comunicación interna del Complejo Petroquímico Pajaritos, donde publicó el perfil más completo que se haya escrito sobre Ramón Hernández Toledo.

-Ahora estoy esperando ganarle un litigio a la empresa para cobrar esa lana e invertirle a Criterio Universal--revela.

-Tienes que meterle video a tu página--le sugiero

-Lo sé, pero necesito equipo y la verdad sufro mucho con las nuevas tecnologías.

-Has transmisiones en vivo. Ahí, desde la mesa de cedro que tienes en la oficina de tu casa, con un buen celular y ya está. Comentarios o entrevistas breves.

-Lo sé amigo. Si Dios quiere y gane el litigio le invertiré en eso.

-Vámonos, Natalio, te llevo. Es tardísimo y no he llegado a mí casa en todo el día.

“YA NO TENGO MIEDO A MORIR”

Es jueves 11 de julio del 2019. Natalio Bernal suma siete días inconsciente en el Hospital “Valentín Gómez Farías”. Pemex le retiró los servicios del hospital. Este año ha sido el más difícil, a la diálisis se le sumó la hemodiálisis. Está entubado, sentado para que descansen sus pulmones. Se le infectó el catete del tórax; intentarán por una pierna.

En tres años, su metabolismo ha colapsado casi 10 veces. De todas se levantó y en menos de 48 horas volvió al Vips, a tomar el taxi, el camión, correr tras la noticia, tropezarse, escribir para Criterio Universal. No estaba hecho para ser derrotado. Su hijo mayor, Natalio, recuerda que su canción favorita es A mi manera, de Frank Sinatra - “El final, se acerca ya. Lo esperaré, serenamente. Ya ves, yo he sido así. Te lo diré, sinceramente”-. Moisés, el más pequeño y quien administra el sitio del periódico ha decidido ser periodista.

Durante el 2016, se bautizó por la Iglesia del Séptimo Día. Lo apadrinó Norberto Ceba Quino, abogado defensor de los derechos humanos en los noventa.

-Me siento en paz. Tranquilo. Ya no tengo miedo a morir. Sé que el final está cerca, amigo--confesaría en esos días.

Natalio, de 52 años, dejó de correr tras la noticia este viernes por la mañana. La familia Amador Martínez confirmó su deceso en el hospital.

<blockquote class="embedly-card" data-card-controls="0" data-card-image="https://live.staticflickr.com/65535/48265769726_1e503e51d3_b.jpg" data-card-key="1249d0c662984431a8d65d4b7714d67a"><h4><a href="https://www.presencia.mx/nota.aspx?id=161075&s=3&e=1">Fallece el periodista Natalio Bernal</a></h4><p>12/07/2019 | Durante las últimas dos semanas Bernal Amador permaneció internado en el hospital regional Valentín Gómez Farías, ya que sufrió al menos un preinfarto, que lo tuvo prácticamente entubado.</p></blockquote><script async="async" src="//cdn.embedly.com/widgets/platform.js" charset="UTF-8"></script>

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