Amonestó a los feligreses, diciéndoles que prefieren muchas veces ponerle más importancia a lo social, a los cumpleaños, a las fiestas, a la “chevecha que luego se sube a la cabecha”, y de Dios ni se acuerdan.
Amonestó a los feligreses, diciéndoles que prefieren muchas veces ponerle más importancia a lo social, a los cumpleaños, a las fiestas, a la “chevecha que luego se sube a la cabecha”, y de Dios ni se acuerdan.
Sin tocar el tema abiertamente sobre lo ocurrido en un colegio privado de Torreón, Coahuila, donde un niño asesinó a su maestra, hirió a otros compañeros y luego se suicidó, el sacerdote Paul Manuel Martínez Primo, en su misa dominical, pidió a los padres de familia inculcar a los hijos, desde niños, la palabra de Dios, para que sean personas de bien y no crezcan con malos pensamientos en su mente.
Consideró indispensable que los niños aprendan lo que es bueno para ellos. Hay que explicarles a los niños las nociones básicas de la doctrina cristiana para que de a poquito la vayan entendiendo, asimilando, queriendo, y por consecuencia lograr que amen a Jesús, a Dios, al Espíritu Santo y a la Virgen María.
El fin del catecismo es formar a Jesús en el alma de los niños. Tal como dijo Jesús: "Dejen que los niños se acerquen a mí".
Lo que se desea con el catecismo es que los niños cristianos lo estimen, deseen practicarlo, amen el bien, huyan del mal y lo detesten, busquen corregir sus defectos, deseen cultivar las virtudes nacientes en sus almas, y se preparen para vivir dignamente como hijos de Dios, planteó este domingo el sacerdote.
Pidió el guía espiritual poner más atención en los hijos, porque, lamentablemente, hay niños o niñas que a sus ocho años de edad, no saben ni persignarse, expuso, y agregó que “luego la hija del católico ya se enamoró de un Testigo de Jehová o de un pentecostés, por no meterles a tiempo la enseñanza del catolicismo”.
Asimismo, amonestó a los feligreses, diciéndoles que prefieren muchas veces ponerle más importancia a lo social, a los cumpleaños, a las fiestas, a la “chevecha que luego se sube a la cabecha”, y de Dios ni se acuerdan. No se trata de ir sólo casa domingo a la misa, hay que poner en práctica el evangelio.