Piden atender a niños con cambios en sus conductas

​El shock y la conmoción de ver en medios tanto nacionales como internacionales, a un menor de 11 años asesinar a su profesora y herir a seis personas más, no es para menos, pues siempre se creyó que casos así, solo suceden en otros lugares, donde la violencia es el pan de cada día.

“Se nos olvida que en México, en Veracruz o en Las Choapas, tenemos casos así de graves”, alertó el doctor, Ramón Cortés Gutiérrez, paidopsiquiatra, psicoterapeuta para niños y adolescentes, quien abordó el caso de “el niño de Columbine en Torreón, Coahuila”.

“Primero que nada, siempre se ha tenido ese estigma en la sociedad, cuando se habla de que una persona, un menor de edad, tiene un problema mental, se le llama ‘loco’; esto no es verdad, lo que estamos haciendo cuando señalamos que estas enfermedades son ‘locura’, es agravar lo que en un principio pudo haberse resuelto con ayuda profesional”.

“Este caso (en Torreón, Coahuila) se escuchó bastante porque tocó las fibras de la sociedad y llegó a la televisión pero aquí, en Las Choapas, hemos tenido montón de casos similares, si ustedes recordarán, está el caso de las dos niñas que quisieron envenenar a su compañerita por celos, aquí en la J. Mario Rosado (junio del 2018), también el caso de los niños que supuestamente quisieron abusar de otro niño (Noviembre 2019) y otros más. 

“En estos casos lo único que hicieron las autoridades, tanto escolares como locales, por ignorancia, es mandarlos no con especialistas sino con otras personas que no están centradas en estos temas, para decir que hicieron algo, pero realmente no se ataca el problema”.

“Desgraciadamente a las enfermedades mentales se les clasifica como ‘locura’, pero hagamos memoria, este jovencito y muchos otros (opinamos sin conocer el historial médico, como un comentario), debieron tener un trastorno negativista desafiante, y por la acción, un trastorno disocial, que es la culminación en cierta medida del trastorno del déficit de atención con hiperactividad y el trastorno negativista desafiante, que hace su debut en un trastorno gravísimo de esta índole”.

“Esto es, jovencitos que incursionan en acciones como acceso a armas, lo que conlleva a acciones como agresión a terceros. Es decir, está el chico que roba a su familia, el que agrede o golpea, el que abusa sexualmente, aquellos que debieron tener un apoyo, en este caso de la familia y la escuela, pero como estos que debieron ser apoyo, ya clasificaron erróneamente a las enfermedades mentales como locura, se les niega la ayuda que debieron tener en un principio”, dijo el especialista.

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Cortés Gutiérrez, enfatizó que la primera escuela siempre será el hogar, pues es ahí donde se cimientan los valores, donde se ponen en práctica los límites, pues cuando un menor de edad se torna rebelde con las autoridades, tanto de casa como de la escuela, lo mejor es llevarlo a donde encontrarán límites establecidos.

Dijo como ejemplo, “digamos que un menor gusta del desafío a las autoridades, ya se droga, ya roba; esto lo hace porque no tiene límites, nunca los tuvo, no sabe a qué hora levantarse, no sabe a qué hora levantarse, se sale de clases, no entrega tareas, en estos casos se recomienda por ejemplo un internado”.

“Sonará excesivo, pero digamos que un adolescente en lugar de ser anexado o castigado e incluso encarcelado, que cabe hacer paréntesis, la cárcel es donde el criminal hace su tesis o su doctorado en el crimen, ahí es donde se preparan para delinquir peor”.

“Volviendo a un internado; se lleva al chico a un ambiente donde el tiempo lo tienen medido, donde aprende a cumplir las órdenes y comienza a toparse con la ética, los valores, podemos decir que estamos llevándolo por buen camino. Sin embargo, si los tratamos de locos o delincuentes, lo que hacemos es empeorar su condición”, sentenció.

El especialista sostuvo que los pasos más importantes para resolver estos problemas se dan en el punto inicial, la educación no es en el kínder, primaria o secundaria, es en casa. Pero insisto, es necesario que padres y maestros entiendan que cuando un niño o adolescente se comporta de manera atípica, hay que encaminarlo, buscar ayuda profesional, de otra manera actuamos negligentemente y los dejamos a la deriva.