​Los lincharon y nadie investigó a responsables; FGE y la CEDH, omisos

Un ejército compuesto por más de 100 sujetos armados, irrumpió en el ejido Playa Santa, el 29 de abril de 2019, y ante la mirada atónita de al menos 40 policías municipales, estatales y ministeriales, así como un fiscal presente, fusilaron a tres jóvenes, a quienes los pobladores de esa comunidad, confundieron con “secuestradores de niños”.

La masacre cumple hoy un año de impunidad y complicidades. Alberto de la Cruz Bocanegra, Renato Cruz Mil, “El Brujo”, y Gabriel Ramos López, fueron ametrallados con un “Cuerno de Chivo”, según las versiones de personas que estuvieron en la explanada de la serrana comunidad, donde los tenían amarrados y vendados.

Uno de los que jaló el gatillo de su fusil, fue un sujeto que tiene una mano mutilada y que opera con los llamados “autodefensas”, de acuerdo con información recabada.

Es importante resaltar que a Renato Cruz Mil, lo estigmatizaban sus antecedentes: el hallazgo de un arsenal enterrado en su rancho en mayo de 2012; identificación falsa en marzo de 2014, y decomiso de un revólver en mayo de 2017. También de su restaurante “Las Carmelitas”, en marzo de 2017, un grupo armado llegó en su búsqueda, al no hallarlo, se llevaron a dos jóvenes, de 25 y 28 años, quienes más tarde aparecieron ejecutados.

VIAJE SIN REGRESO

Renato Cruz Mil, era un joven de 34 años de edad, que hacía trabajos de sanación mediante el ocultismo, y fue precisamente este oficio que lo llevó al serrano ejido Playa Santa, la tarde del domingo 28 de abril, acompañado de dos primos, un taxista y una joven universitaria, así como tres menores: su hijo, su hijastro y su hermano de 2, 11 y 17 años de edad, respectivamente.

El viaje a dicha comunidad tenía doble propósito: disfrutar de las cascadas y la belleza natural que ofrece Playa Santa, distanciado a más de dos horas de la cabecera municipal, enclavada en los límites con Chiapas y Tabasco, y realizar unos trabajo de sanación en el llamado ‘ojo de agua’, que es uno de los manantiales que alimentan las cascadas. 

Los acompañantes de Renato, eran sus primos Bernabé Barradas Méndez, de oficio petrolero en la ciudad de Coatzacoalcos, y Edgar Gabriel Ramos López, de 26 años, oriundo de Jalapa, Tabasco; asimismo, el taxista Alberto de la Cruz Bocanegra, de 31 años, quien invitó al viaje a su novia, Estephani Vidal Díaz, de 22 años, de Villahermosa, Tabasco. 

Tiempo después, se conoció que los tres trabajos que realizaría “El Brujo”, en esa región, era curar el asma a su hijo Rodrigo, de 2 años de edad; la enfermedad del corazón de su primo Bernabé, y mejorar la salud de la mamá de Edgar Gabriel. Ese domingo, era la tercera ocasión que el grupo llegaba a Playa Santa.

En total fueron ocho las personas que partieron el domingo 28 de abril, a las dos de la tarde, hacia la serrana comunidad, cuyos pobladores en su mayoría, además del castellano también hablan dialecto. Playa Santa, es un pueblo indígena.

Se trasladaron a bordo de dos vehículos: un Volkswagen Golf, color blanco, con placas de circulación WTL-6092 del estado de Veracruz, y un Mazda 3 Sedan, color rojo, con placas MZW-25-30 del Estado de México, ambos de modelo reciente. Esa misma tarde, cuando llegaron a la comunidad, Renato, sus amistades y familiares, se organizaron para subir hacia un cerro donde está el ojo de agua.

EL NIÑO GUÍA

Decidieron que el taxista, Alberto de la Cruz y su novia Estefany Vidal, se quedarían cuidando los vehículos en el poblado. Los demás, subirían al cerro, pero necesitaban un guía. Un niño de entre 10 y 12 años, fue contratado, sus papás aceptaron y fijaron una hora para el retorno; la noche cayó y las horas pasaron, Cruz Mil, hizo sus rituales y al niño, le dieron de cenar y lo acostaron a dormir, sin imaginar que en el poblado, los papás ya habían dado la voz de alarma sobre el supuesto robo del menor.

Fue así, como los primeros en convertirse en prisioneros de los pobladores fue la pareja que resguardaba los vehículos; casi al amanecer, “El Brujo” y todos sus demás acompañantes, incluyendo el pequeño, regresaron, encontrándose con todo un alboroto. El niño guía estaba bien de salud, pero los habitantes ya estaban enardecidos y también privaron de su libertad a Renato, Bernabé y Edgar Gabriel, así como a un matrimonio compuesto por Martha y Adán, quienes eran residentes de Playa Santa, y fueron quienes recibieron al grupo cuando llegó a dicho lugar. Los consideraron sus cómplices y los encerraron en una celda de menos de tres metros cuadrados.

LLEGÓ LA POLICÍA

Los primeros en llegar cuando apenas salían los primeros rayos del sol, fueron elementos de la Policía Municipal de Huimanguillo, Tabasco, quienes recibieron el reporte de “unos secuestradores”, pero al ver la magnitud del problema, y que Playa Santa, no correspondía a Tabasco, sino a Veracruz, prefirieron retirarse.

Más tarde, arribó la Policía Municipal de Las Choapas, ante la voz de alerta de que un grupo de “roba chicos” había entrado a la comunidad y los tenían detenidos. Los uniformados, pidieron que se los entregaran para traerlos a la cabecera municipal, pero los habitantes se negaron, pues exigían garantías de que serían procesados y no liberados, aun cuando claramente no había un delito que perseguir.

Los policías fueron retenidos por la comunidad, no los dejaban salir, pero los uniformados esperaron un descuido y lograron abandonar el ejido con todo y patrulla.

Después de las ocho de la mañana, comenzaron a llegar policías estatales y el director de gobernación municipal, Julián Romero Flores, con el fin de mediar la situación y pedir la entrega de los detenidos, pero los campesinos, encabezados por el subagente municipal, Manolo López Rodríguez, se negaron, y exigieron la presencia de personal de la Fiscalía General del Estado.

También se les cumplió esa petición y llegó hasta el ejido, un fiscal y agentes de la Policía Ministerial del Estado, pero fue imposible mediar, ya que ahora pedían la presencia de la Marina, situación que ya no pudieron cumplirle las autoridades municipales y estatales; no veían el caso de que las fuerzas federales fueran por los detenidos, sin una justificación razonable.

LOS FUSILARON

En medio de la confusión, y de las amenazas contra periodistas y policías para que no tomaran fotografías ni filmaran nada, Alberto, Renato y Edgar Gabriel, permanecían amarrados, con los ojos vendados, suplicando por su vida. Sin embargo, alrededor de las 04:30 de la tarde, llegó un numeroso grupo armado, no eran campesinos, sus vestimentas y el tipo de armas largas, lo decían todo; eran las autodefensas.

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Replegaron a policías y periodistas, los alejaron a más de 100 metros, y de repente, se escucharon las detonaciones de un fusil. Renato, Alberto y Edgar Gabriel, fueron fusilados, prácticamente, sin importarle al grupo armado la presencia de las autoridades, posteriormente, en caravana se retiraron del poblado.

NULAS INVESTIGACIONES

Un año ha pasado de estos hechos de violencia, que modificaron algunas reglas de Playa Santa, como prohibir el acceso a personas extrañas y cerrar el paso al ecoturismo. 

PRESENCIA Sureste solicitó información a la Fiscalía General del Estado (FGE), y a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), apegados a la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, pero las respuestas de ambas instituciones fue que “aún están en trámites las investigaciones” y por lo consiguiente “la información es reservada”.

Minerva Regina Pérez López, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), dio a conocer mediante el oficio CEDHV/UTR/159/2020, que “A la fecha (un año después) no se ha emitido ninguna recomendación sobre el caso. El expediente se encuentra integrado, sin embargo, faltan algunas diligencias por desahogar para emitir la determinación que corresponda. Toda vez que el expediente se encuentra en integración, la información es reservada, por lo que no es posible proporcionar los informes rendidos por las autoridades involucradas”. 

Por su parte, la Fiscalía General del Estado, mediante oficio FGE/FRZS/1412/2020, respondió que las investigaciones respecto al expediente del caso Playa Santa, es de carácter reservada. Sólo agregó que se persigue el delito de Homicidio Doloso Calificado, que el número de expediente es SUIPJ/DXXI/CHOA/F2/378/2019 y que es contra quien resulte responsable.

Asimismo, hacen mención que “el 29 de abril de 2019, recibieron noticia criminal, de la Policía Ministerial del Estado, en el sentido de que en el ejido Luis Echeverría Álvarez, conocido como Playa Santa, tres sujetos que se encontraban detenidos por pobladores de dicho ejido, por el probable secuestro de un menor de edad, fueron privados de la vida con armas de fuego, por personas desconocidas”.

“Se han realizado diversos actos de investigación por parte de la Fiscalía, en coordinación con la Policía Ministerial, Servicios Periciales y otras instancias, que tienden a esclarecer los hechos e identificara quien o quienes resulten imputados de los mismos”. 

Lo cierto es que las investigaciones no avanzan y ante las severas carencias de la Policía Ministerial del Estado, difícilmente, podría ser esclarecido este asunto.​​​