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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Veracruz, zona de riesgo para Peña Nieto

16/12/2011 10:29 a.m.
Veracruz no es, como pudiera suponerse, garantía de triunfo para el priísta Enrique Peña Nieto, ni es tampoco la tercera reserva electoral que en otros años aportaba al PRI la votación que definía la Presidencia de México.

Venido a menos, confrontadas las corrientes priistas, el PRI de Veracruz enfrenta un deterioro constante por su reiterada estrategia de usar la pobreza como arma para traficar votos; emplear los recursos públicos para realizar negocios personales, y el escándalo que enfrenta el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, señalado de haber negociado con el crimen organizado y otorgarle rutas y territorios para el paso de drogas.

En ese clima hostil, llega Peña Nieto a Veracruz, sabedor que no era el candidato del fidelismo ni cuenta con la operación política que se le niega al gobernador Javier Duarte de Ochoa.

No todos quieren a Peña Nieto. Veracruz es cuna de priístas que discrepan políticamente del Grupo Atlacomulco y cuyas querencias están en el beltronismo, distantes de Carlos Salinas de Gortari, padrino del ex gobernador del Estado de México, y mejor identificadas con el viejo PRI y con sus prácticas fraudulentas, que son la fórmula más socorrida para regresar a Los Pinos.

El Veracruz de Fidel Herrera Beltrán, su corriente priísta, sus enclaves políticos en la burocracia oficial y sus operadores de votos, marcaron su identificación con el senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, pero fracasaron en su apuesta y en la nominación a la Presidencia de México.
Si bien el gobernador Javier Duarte de Ochoa ha expresado su inclinación hacia Peña Nieto, lo cierto es que carece de la capacidad para operar la elección, amarrar la incondicionalidad de los priístas o forzar una votación suficiente para garantizarle el triunfo al PRI y a sus candidatos.

Pero no es todo. Hay hechos aún mas escabrosos.
Un episodio funesto habla del nivel de conflicto que existe entre Peña Nieto y el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. Ocurrió en 2007, en la zona conurbada del puerto de Veracruz y Boca del Río, cuando cuatro integrantes de la escolta de los hijos de entonces gobernador mexiquense fueron asesinados por un grupo del crimen organizado.

Las versiones difundidas en ese entonces, y confirmadas posteriormente, detallan la persecución de que fueron objeto los vehículos en que viajaban los hijos de Peña Nieto. Uno de ellos logró poner a salvo a los familiares, pero el otro se enfrentó a balazos y murieron cuatro escoltas.

El hecho, que provocó un escándalo en medios de comunicación, cimbró a la clase política, sabida la proyección que se le daba a Peña Nieto en su carrera presidencial.

Se habló de un aviso de grupos priístas a Enrique Peña Nieto y la intención de disuadirlo de participar en la contienda. Se insistió en que el hecho definía el rechazo de Fidel Herrera Beltrán al gobernador del Estado de México. Se mencionó también, que el ataque armado obedecía a una confusión por parte de los llamados zetas.

Al paso del tiempo, la versión oficial prevaleció. Los zetas suponían que los vehículos eran de una banda rival y la persiguieron, atacándola en repetidas ocasiones, con saldo de cuatro escoltas asesinados, quienes repelieron los disparos mientras los hijos de Peña Nieto salvaban la vida.

Ese hecho congeló la relación Peña Nieto-Fidel Herrera y no se supo de otra visita del gobernador mexiquense o de sus familiares a tierras veracruzanas.

Otras versiones señalan que quien bautizó a Enrique Peña Nieto como “Gelboy” (el muchacho del pelo engomado) fue Fidel Herrera Beltrán, en su habitual práctica de trivializar todo. Sin embargo, en el Estado de México se atribuye la autoría del mote a la voz popular, así como el del “gavioto”, en referencia a su esposa, la actriz Angélica Rivera, “La Gaviota” por el personaje que interpretara en una telenovela.
Hasta antes del episodio en la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara, Enrique Peña Nieto marchaba franco, sin nada que lo inquietara, hacia la elección presidencial. Después de su traspié, su incapacidad para recordar tres libros que hubieran ayudado a su formación; el exabrupto de su hija Paulina Peña Pretellini, que insultó a los usuarios de Twitter, llamándoles “pendejos que forman parte de la prole” por las críticas hacia su padre; la entrevista al diario español El País, en que hizo patente que su desconocimiento del monto del salario mínimo; su decisión de cortar la entrevista, y las criticas que intelectual de la talla de Carlos Fuentes le ha hecho, señalando que no tiene derecho a aspirar a gobernar México, Peña Nieto parece desbarrancado, vulnerable y amilanado.

En unos días, del 4 de diciembre a la fecha, ha perdido el ángel; se le compara con cualquier individuo inculto y se le ve como sinónimo de ignorancia.

Sujeto a una crítica incesante, descarnada, materialmente crucificado en las redes sociales y en un sector de la prensa, Enrique Peña Nieto ha comenzado a perder la amplísima ventaja que logró acumular sobre cualquier contendiente, dentro y fuera del PRI.

Otrora tercera reserva de votos para el PRI, Veracruz no representa esta vez una garantía de triunfo para Peña Nieto. La elección de 2010, en que se eligió gobernador, Congreso y alcaldías, mostró a un PRI embestido por el electorado, teniendo que recurrir a prácticas viciadas y a arrebatar el triunfo con una elección de estado.

Aquellos comicios mostraron a un PRI fracturado y falto de cohesión. Perdió la mayoría de las alcaldías y las que pudo retener o recuperar fueron objeto de un fraude mayúsculo.
En el sur de Veracruz, las posibilidades de triunfo para Enrique Peña Nieto son cuestionables. Los comicios federales, cuando coinciden con la elección presidencial, suelen traerle resultados adversos. El voto de los sureños suele ser un voto de castigo.

En 2006, en los cuatro distritos del sur –Acayucan, Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos— se registró una estrepitosa derrota para el PRI. La coalición de izquierda, integrada por PRD, PT y Convergencia, ganó en Coatzacoalcos, Cosoleacaque y Minatitlán; en Acayucan venció el PAN-PANAL.

El sur, en elección presidencial, suele ser elección para la oposición. A eso se agrega el rol que juegan los alcaldes priístas, que no han logrado realizar obra pública de calidad y en cambio han sido acusado públicamente de concretar negocios con los recursos públicos.

En Las Choapas, el PRI se halla dividido por la presencia y el juego político que ha desarrollado el alcalde Renato Tronco Gómez, antiguo enemigo del priismo, al que denostaba y combatía sin piedad.

En Coatzacoalcos, el PRI se mantiene acéfalo, sin dirigencia desde enero, casi un año al garete.

Minatitlán es una arena de lucha libre, enfrentados los petroleros con el sector popular por la candidatura a diputado federal, situación que se agrava con la pretensión de Renato Tronco de participar en la contienda interna.

En Cosoleacaque el priísmo se halla en su peor nivel. La confrontación se da entre el grupo que encabeza la ex alcaldesa Gladys Merlín Castro, la corriente que lidera el diputado federal Antonio Benítez Lucho y los seguidores del ex presidente municipal Cuauhtémoc Cadena. A ello se suma la fortaleza del PAN, que logró llevar a la alcaldía a Cirilo Vázquez Parissi.

En otros municipios del sur de Veracruz gobierna mayoritariamente la oposición panista y perredista, como es la sierra de Soteapan, y donde gobierna el PRI hay una permanente protesta de la sociedad.

No es Veracruz el mejor escenario para Enrique Peña Nieto. El priísmofracturado y la oposición mantiene sus enclaves de poder.

No es Veracruz la tercera reserva electoral, como en elecciones anteriores.
Es, en cambio, un verdadero riesgo electoral.

 

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