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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Peña Nieto, tropezón mortal

21/12/2011 12:41 p.m.

Nada distrae a la opinión pública del tema de la ignorancia del candidato del PRI a la Presidencia de la República. 
 
Una serie de acontecimientos que derivaron en muertes de estudiantes, en Guerrero y Guadalajara, atentados terroristas contra Pemex –en Veracruz- y la revelación de información en la que la DEA y el FBI ligan al ex gobernador de ese mismo estado, Fidel Herrera Beltrán, con jefes del crimen organizado, parecieran ser eventos hechos a la medida para que el tema de la ignorancia del candidato a la presidencia de la república, Enrique Peña Nieto, y la soberbia con que actúan sus familiares más íntimos, se diluyeran en la conciencia pública.
 
Parecería descabellado, pero la cronología de los hechos, marcan la pauta.
 
El error cometido por Peña Nieto, más allá de un mero tropezón literario fue una verdadera tragedia para el candidato y sus promotores, pues de la noche a la mañana misa la percepción ciudadana dejó de considerarlo “el invencible” para llegar a la Presidencia y hoy ya hasta se duda de que se mantenga como candidato.
 
Si los hechos violentos en Guerrero, Guadalajara y Veracruz –muy delicados en sí mismos- ocuparon a la opinión pública, en ningún momento desplazaron el tema de Peña Nieto de la plaza pública.
 
Peña Nieto está marcado por el infortunio. Su vida personal tiene matices contradictorios, luz de estrella y oscuros episodios, incluso la muerte. Uno de ellos fue el deceso de su esposa Mónica Pretellini, el 11 de enero de 2007, supuestamente por una crisis derivada de la epilepsia que padecía. Algunas voces sugieren que se trató de un suicidio o un asesinato.
 
Otros eventos en que Peña Nieto salió mal parado fueron la represión a los campesinos de San Salvador Atenco, quienes se negaron a entregar sus tierras para la construcción del nuevo aeropuerto internacional.

Uno más fue el manejo sospechoso de la desaparición y muerte de la niña Paulette GebaraFarah, ocurrido en mayo de 2010. Su Procuraduría se enredó, maniobró y finalmente halló el cuerpo entre la cama y la cajonera, días después, sin que nadie percibiera el olor del cuerpo descompuesto.
 
Quienes predijeron que la vulnerabilidad de Peña Nieto se observaría en campaña, no erraron.
 
En Guadalajara, Peña Nieto se mató solo con un hecho absurdo: acudió a la Feria Internacional del Libro, presentó su obra “México, la Gran Esperanza”, y luego demostró que la lectura no entra en sus aficiones. No tuvo la capacidad para hilar el nombre de tres libros, confundió autores y exhibió carencia de ideas.
 
Fue acremente criticado en redes sociales; la prensa no se pudo sustraer a la oleada de señalamientos, y la televisión, incluso Televisa, su gran impulsora, difundieron el hecho.
 
Horas después, su hija Paulina Peña Pretellini agravó el momento crítico que vivía el priísta. Retuiteó un mensaje en el que se leía “Un saludo a los pendejos que forman parte de la prole”, en alusión a los tuiteros que lo despadazaban con sus burlas.
 
Peña Nieto vive una auténtica tragedia. Entrevistado por el diario El País, de España, no supo de cuánto es el salario mínimo ni los precios de los productos básicos. A eso se agregaría la difusión de un video en que se le ve leyendo en un pésimo inglés.
 
El candidato del canal de las estrellas no sale del escándalo. Ni los crímenes en Guadalajara, donde encontraron los cadáveres de cuatro estudiantes y un padre de familia de la UdeG, o los asesinatos en público –videocámaras de por medio- de dos estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa en Guerrero. Ambos casos con un tenebroso transfondopoítico.
 
Ni los señalamientos a otro priísta de altos vuelos, Fidel Herrera Beltrán, sobre sus presuntos vínculos con el crimen organizado cuando fue gobernador de los veracruzanos, han desviado la atención.
 
Distractores o no, esos sucesos en nada han opacado la tormenta que a diario se desata sobre Peña Nieto y lo exhiben sin la aureola de “invencible”, sumamente fracturada su imagen y cuestionada su capacidad.
 
Producto de tantos descalabros, se ha generalizado la idea de que el PRI debe cambiar de candidato. Pedro Joaquín Coldwell, lider nacional priísta, lo ha descartado y para afirmarlo dijo que su candidato provenía de dos “prestigiadas” universidades… pues no se nota.
 
Así ocurrió con su antecesor, Humberto Moreira Valdés, a quien le llovió de todo por la falsificación de documentos para contratar créditos bancarios cuando era gobernador de Coahuila. La renuncia de Moreira era impensable, y se fue.
 
Hoy, Peña Nieto se halla en la misma condición. Hay quien pide que sea relevado como candidato. Hay quien dice que a ningún precio. Hay quien ya lo da por muerto.
 
Sin duda, la telenovela tendrá un final inesperado.


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