Renato Tronco no tiene en mente hacer de sus hermanos unos flamantes candidatos ni, por supuesto, unos lustres diputados. Los quiere para espantar al PRI. Los quiere para negociar. Los quiere como moneda de cambio.

 
Renato Tronco Gómez es un adicto al mitote político, fanático empedernido de las tretas y los engaños, que hoy quiere actualizar con la inclusión de sus hermanos en la contienda electoral, no por el PRI, el partido al que hoy se debe, sino por la oposición.

El viernes 9, el alcalde de Las Choapas hizo otra de las suyas: insertó a su hermano Miguel Tronco en la disputa por la candidatura a diputado federal en el distrito XIV por el partido Movimiento Ciudadano, lo que antes fue Convergencia. Días antes su otro hermano, José María, se registró por ese mismo partido, pero en el distrito XI, de Coatzacoalcos.

Quienes conocen sus habilidades para el trinquete político, perciben la intención. Renato Tronco no tiene en mente hacer de sus hermanos unos flamantes candidatos ni, por supuesto, unos lustres diputados, conocidas sus limitaciones y capacidades, pero sobre todo, la sumisión al cacique de estos dos integrantes de la familia del aspirante a caciquito de Las Choapas. Los quiere para espantar al PRI. Los quiere para negociar. Los quiere como moneda de cambio.

Miguel y José María, si acaso, son los “Juanitos” de Renato, parapetos al estilo de Rafael Acosta, aquel célebre patiño perredista creado por Andrés Manuel López Obrador para ganar la elección en la delegación Iztapalapa, en la ciudad de México, y al que se obligó luego, porque se negaba a soltar el hueso, a renunciar y situar en su cargo a Clara Brugada, ella sí pejista a ultranza, de la misma calaña que el mal llamado “Presidente Legítimo”.

Ser “Juanito” es sinónimo de títere, de espantapájaros político, de marioneta coyuntural, que sirve o dejar de servir según la circunstancia, el momento o el interés en cuestión. Son aspirantes, precandidatos o candidatos de ornamento, personajes sin nada qué ofrecer, la burla del pueblo, colocados en el entarimado, en la pasarela pública, por su servilismo; candidatos Kleenex, por aquello de que los usan y los desechan.

A esa condición reduce Renato Tronco a sus hermanos. Los quiere de cuña para obligar al PRI a rendirse a sus pies y ser él, el alcalde de Las Choapas, el candidato a la diputación federal por el distrito de Minatitlán, así tenga que atropellar al sindicato petrolero, que es mano en esa posición. Miguel Angel y José María no dan para mucho. Son piezas de un juego en el que Renato se ha entrampado y del que no tiene cómo librarse.

Tiene en contra la negativa del Congreso del Estado de Veracruz a concederle la licencia al cargo de alcalde de Las Choapas y así poder contender por la candidatura del PRI a diputado por el distrito de Minatitlán. Sin ese requisito, establecido en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), es inelegible. Para su desgracia, la separación del cargo, que está en manos de legisladores locales, debe ser definitiva, sin posibilidad de regreso a la presidencia municipal.

Renato busca, como siempre, torcerle la mano al PRI. Con el amago de llevar a sus hermanos a la oposición, en la izquierda, en la alianza que conforman el PRD, PT y Movimiento Ciudadano, y consecuentemente reducir la votación priísta en dos distritos, Minatitlán y Coatzacoalcos, intenta forzar le sea concedida la licencia a la alcaldía de Las Choapas, hoy en el limbo.

Sin embargo, su problema no se reduce sólo a la obsesión de ser diputado federal. Las Choapas pertenece, en la geografía electoral, al distrito XIV con cabecera en Minatitlán, y es para efectos priístas, posición petrolera, feudo de los dirigentes sindicales de la Sección 10, a quienes Renato Tronco intenta aplastar, no con afanes democráticos, sino para disputarles el botín en que han convertido la curul legislativa, sinónimo de prebendas e impunidad.

Es sabido el compromiso entre el gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa y la dirigencia nacional petrolera, y concretamente con su líder, Carlos Romero Deschamps, para respetar los espacios del sindicato en alcaldías y diputaciones; compromiso que nace en la campaña a la gubernatura, en 2010. Minatitlán, su alcaldía y las diputaciones federal y local, son parte de ese acuerdo.

Nada de ello le importa ni le inquieta a Renato Tronco. Va por todo, así sea enfrentando al PRI, retando al gobernador Javier Duarte y, de ser necesario, fortaleciendo a la oposición.

Al fin para que ello tiene en Chema y Miguel Angel, sus hermanos. Los “Juanitos” que Dios le ha dado.