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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Frente al secuestro virtual, la autoprotección

28/12/2011 12:44 p.m.
Nada hay como la angustia y terror. Devora la tranquilidad y hace presa a sociedades enteras, indefensas ante la delincuencia que hoy ha encontrado en el secuestro virtual un método para obtener dinero ilegal, arrancado a fuerza de miedo.
 
Sorprende el grado de secuestros virtuales que conforman una estadística ascendente en la espiral de violencia, zozobra y angustia social. Semana con semana, mes con mes, las páginas de la prensa escrita, el relato en la radio, las imágenes televisivas o el abundante recuento noticioso en las redes sociales, en internet, dan cuenta de esta práctica delictiva.
 
A diario se escuchan versiones del familiar, amigo o vecino obligados a entregar algo de lo suyo, dinero, una factura de un auto, joyería o simplemente la recarga en números de celular, a cambio de preservar la vida de sus seres queridos, a cambio de recobrar, si es que se puede, la tranquilidad perturbada, lo mismo en Las Choapas que en cualquier municipio del sur de Veracruz.
 
¿Cómo llegamos a este nivel de indefensión? ¿Cuándo pasamos del secuestro tradicional al secuestro exprés, y cuándo del secuestro exprés al secuestro virtual? ¿En qué momento nos perdimos en el mundo de la delincuencia y cuándo nos atrapó la innovación gangsteril?
Hablar de secuestro virtual es tocar la fibra sensible de la sociedad, una modalidad de delincuencia que, ayer inospechada, es hoy estampa del terror.
 
La mecánica del secuestro virtual, su modus operandi, es tan simple como siniestra.
Un día cualquiera, uno de los integrantes de la familia recibe una llamada en el teléfono de línea, en el hogar, por lo general desde un número no identificable, “desconocido” o “fuera de área”. Se escucha la voz amenazante, la instrucción imperativa y el insulto reiterado. “Haz lo que te digo o te carga la chingada”, dice el manipulador al otro extremo de la línea. “No te pases de v… porque te mueres”, escupe.
 
A ciencia cierta, la víctima nunca tiene contacto con los delincuentes. Los escucha; obedece; deja su domicilio; camina por horas siguiendo la ruta que se le ha trazado, conminado a no llamar vía celular a sus familiares. “Si lo haces, te mueres tú o se mueren ellos”, le dicen a cada momento. Se sabe observada. Le describen cómo viste, lo que confirma que el instante es de vida o muerte.
 
En el trayecto, el pánico aumenta. Transcurren los minutos, las horas, sin nada qué hacer. Suena el celular. Son sus “captores” con la misma instrucción: caminar y no responder a otra llamada, menos la de familiares o amigos. “Si lo haces, te mueres o se mueren”, le increpan una y otra vez.
 
Otra llamada simultánea da en el objetivo. Se escucha la voz de otro maleante, quien conmina a los familiares de su víctima a seguir la instrucciones, entregar dinero o valores a cambio de la vida de quien, en la calle, está en sus manos. “Si le hablas, la matamos”, inician la tortura. “Si no cumples, entramos y se mueren todos”, les dicen.
 
Así han esquilmado a muchos. Familias enteras han sido llevadas a moteles, donde permanecen a la espera de que amigos o familiares paguen el rescate.
Bajo esa práctica, se va implantando un estado de terror. El crimen organizado ha innovado.
 
¿Qué hacer ante un secuestro virtual?
Conocida la incapacidad del aparato de justicia, fallidos los operativos para desarticular a las bandas delincuenciales, a la sociedad le queda la autoprotección. A juzgar por expertos en la materia, se debe fomentar la comunicación en la familia; crear conciencia de los valores; de la necesidad de que padres e hijos permanezcan juntos; evitar la desintegración familiar; fomentar el diálogo; establecer códigos de conducta y un plan para no caer en el juego de los secuestradores; crear conciencia entre los jóvenes de que la inseguridad no es un juego y que el amago de los malosos es real.
 
Es inútil dejar en manos de las autoridades de cualquier nivel nuestra seguridad básica, que es la integridad. Enfrentar el secuestro virtual se resuelve con inteligencia, no a balazos ni huyendo del problema. La buena información es la mejor manera de prevenir un estado de zozobra.
 
Leer, documentarse sobre el qué hacer en un momento de crisis por el secuestro virtual, permitirá actuar atinadamente.
Es sabido por qué las autoridades han sido rebasadas por el incremento del secuestro virtual: carecen de tecnología. Son incapaces de rastrear llamadas por no tener con qué hacerlo. Dan palos de ciego. Realizan operativos fallidos y su falta de resultados, provoca más miedo.
 
Es común ver el derroche publicitario del gobierno federal, del gobierno estatal y de diputados y alcaldes, pavoneándose de logros irreales en los medios de comunicación. Es dinero perdido, tirado al drenaje. Debiera ser usado para desarrollar una estrategia de comunicación, información que oriente, campañas que instruyan a la sociedad sobre cómo reaccionar frente al secuestro virtual.
 
Quizá así se logre inhibir este flagelo de la sociedad.

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