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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Ahora sí, ¡ahí viene el lobo!

04/01/2012 09:35 a.m.
En un país de lobos con piel de oveja, con la influencia y poder para manipular la información en los medios de comunicación de masas, y que usan para destrozar prestigios o para apabullar a sus adversarios, pueden gritar ¡ahí viene el lobo! y hacen correr a los corderos despavoridos.
 
La experiencia ya la vivimos cuando en estrategia propagandista, los dueños de los grandes capitales en México, cómplices de un sistema político putrefacto, gritaron a los cuatro vientos que el candidato del PRD a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, “era un peligro para México”.
 
La treta del poder surtió efecto, en gran parte porque López Obrador, imprudente y bravucón, avivó el fuego, se fue de la lengua, prometió enjuiciar a los dueños del dinero, los llamados poderes fácticos, y terminó consumiéndose en su propia hoguera.
 
Hoy, aquel líder de izquierda que señalaba con dedo flamígero a los integrantes de “la mafia en el poder”, empecinado en obtener la Presidencia a toda costa, traiciona sus propias convicciones y traba alianzas con los que tanto denostó, para buscar ascender a la silla del águila, sin recordar él –nosotros sí tenemos memoria— la guerra sucia, la democracia manclllada y el agravio mutuo entre el protogonista del pejismo y los antilopezobradoristas.
 
Dice y reitera López Obrador que él perdona pero no olvida. En los hechos no es así: olvida, perdona y también solapa.
 
Cítese, por ejemplo, el caso de Manuel Bartlett Díaz, el brazo ejecutor del ex presidente Miguel de la Madrid, secretario general del PRI en tiempos de campaña y luego secretario de Gobernación.
 
Acusado de dos crímenes, los de Francisco Javier Ovando Hernández y Román Gil Heráldez, organizadores del movimiento cardenista, Bartlett Díaz cargó siempre con el odio de la izquierda mexicana. El día de la elección, el 2 de julio de 1988, ante la avalancha de votos a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, súbitamente se cayó el sistema de cómputo y cuando reanudó las tendencias favorecían al priísta Carlos Salinas de Gortari. Bartlett fue acusado de implementar el fraude.
 
En sus días de secretario de Gobernación, Bartlett tuvo otro episodio de autoritarismo. Ordenó traer de Venezuela a dos sobrinos suyos que vivían en una comunidad, apegada a los designios de una secta. El caso lo tuvo en sus manos la revista Proceso.
 
Cuando Bartlett se enteró hizo llegar al titular de la Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez, a la sede de la revista con una amenaza de muerte. Proceso desistió de publicarlo en sus páginas pero el hecho se referenció en libros y textos posteriores, suscritos por los ejecutivos de Proceso.
 
Paradójicamente, mientras Bartlett no escatimó medios para asediar a Proceso, López Obrador proyecta convertirlo en senador por la vía plurinominal, sin reparar en que ha sido la revista del periodista Julio Scherer la que con mayor ahínco ha destacado la trayectoria del Peje de Macuspana.
Otro caso que ilustra la desvergüenza política es el tabasqueño Oscar Cantón Zetina, del clan de los propietarios del Tabasco Hoy, periódico señalado por López Obrador de florecer y estar al servicio de la “mafia del poder”.
 
Montado en el PRI, Cantón Zetina logró ser subsecretario de gobierno y senador. López Obrador y el perredismo lo acusaron de representar las peores causas. Cuando Oscar Cantón buscó ser candidato a la gubernatura de Tabasco, y ver negada esa posibilidad, decidió combatir al PRI y acercarse a la izquierda. Entonces dejó de ser el gran corrupto. En 2006, postulado por el PRD, se convirtió en diputado federal. Hoy, apoyado por el Peje, se encuentra a un paso de ser candidato a legislador.
 
Algo similar ocurre en miles de municipios del interior del País, en donde López Obrador no titubea en aliarse con caciques de horca y cuchillo para concretar sus ambiciones.
 
Un ejemplo en el sur de Veracruz. El PRD podría entregar cotos de poder, sus bastiones, a personajes como Renato Tronco Gómez, alcalde de Las Choapas, quien pretende insertar a dos de sus hermanos como candidatos lopezobradoristas en los distritos de Minatitlán y Coatzacoalcos, una forma disfrazada de chantaje al PRI para que ceda a su pretensión de ser candidato priísta en el distrito XIV.
 
Renato Tronco siempre a ha expresado que los partidos están a remate; los compra el que tiene con qué. Así ha pasado por el PAN, luego por el PRI, y ahora pretende hacerlo por Movimiento Ciudadano, lo que antes fue Convergencia por la Democracia, una de las rémoras del lopezobradorismo.
 
Bartlett, Cantón o Tronco son tres ejemplos de cómo funciona el cinismo y el descaro político. Los enemigos de ayer, los tiranos de antier y los malvados de siempre, son ahora los prospectos de López Obrador a Senado o al Congreso Federal.
 
Con esos personajes pretende llegar López Obrador a la Presidencia de México.
 
¿Que se puede esperar de un gobierno que sumaría entre sus filas a lo más tenebroso del sistema político?.
Ahora sí, ¡ahí viene el lobo!

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