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Pablo Jair Ortega

Columna Sin Nombre

Que Pemex le pague a los pelícanos

06/01/2012 12:06 p.m.
Este miércoles se vio la realidad: manchas de petróleo sobre rocas y aves que tradicionalmente se observan en el puerto de Coatzacoalcos.
 
A estas alturas, ya era innegable que las autoridades locales y PEMEX negaran que algo estaba pasando en el río Coatzacoalcos Otras fuentes indican que el derrame no es tan grave, otros dicen que sí: son más de 50 mil litros lo derramado.
 
Indican que desde el pasado 31 de diciembre de 2011, por la madrugada, un supuesto grupo de vándalos llegó hasta un ducto en una zona cercana al municipio de Nanchital, en el camino al CETMAR, colindante con el río, y lo perforó con intenciones de robar el crudo que ahí se transporta. Que por la presión un chorro salió de inmediato en el lugar, creando una pequeña laguna.
 
Lo que sucedió posteriormente son dos versiones que PEMEX teme confirmar: que por las fechas de fin de año donde es costumbre para la raza petrolera no ir a trabajar y dejar a sus relevos “doblando” (repitiendo la jornada de 8 horas. Los más cínicos, se emborrachan en las instalaciones), entonces ninguna cuadrilla acudió a atender el siniestro, dejaron que se regara el producto y que éste pasara de una laguna en tierra a caer en afluentes del Coatzacoalcos.
 
La otra versión es que sí llegó personal de PEMEX al derrame, pero que su control de los daños fue mínimo y pésimo: no pudieron contener el derrame dado el equipo y falta de personal suficiente por las fechas decembrinas. Que fue tan débil la contención, que el producto regado se salió de control, y las lluvias y mal tiempo que ha prevalecido en la región, sacó al producto al río.
 
Al mal trabajo se sumó que PEMEX primero averiguaría a qué se debía el derrame, si fue causa de malosos roba petróleo, y si era necesaria la contratación de una empresa especializada en este tipo de contingencias. Entre todo este borlote de burocratismo y procedimientos, el crudo se seguía regando en suelo veracruzano.
 
Todavía este miércoles, autoridades municipales y de Petróleos Mexicanos decían que estaban vigilantes y que no había nada. Juventino Reyes, el director de Protección Civil de Coatzacoalcos, aseguraba a medios locales que habían estado vigilantes y no había nada.
 
Pero ante la presión de los medios de comunicación y sectores afectados como los pescadores (dicen en el sur que cuando PEMEX la riega, hasta los pelícanos piden indemnización) inmediatamente surgieron las voces a regañadientes de que efectivamente se estaba regando el crudo en el río Coatzacoalcos y ya había llegado a parte de la playa.
 
Es curioso que entre que se culpa a PEMEX por no atender a tiempo la contingencia, o las autoridades nieguen el siniestro o los sectores se alarman por los derrames, quepa una anécdota narrada por el reconocido antropólogo Alfredo Delgado Calderón en una comida con periodistas: que eso de los derrames desde los tiempos prehispánicos, ya que las chapopoteras en su estado natural brotaban y se vertían al río. Ya desde entonces había derrames.
 
La realidad es que PEMEX tardó en atender lo que, de acuerdo fuentes extraoficiales, era una leve primera contingencia que solamente había creado una pequeña laguna de producto alrededor del ducto dañado. Al paso de los días, de las fechas decembrinas, los protocolos lentos de la paraestatal, fueron lo que causaron que el petróleo crudo llegara al cauce del río Coatzacoalcos.
 
Pero que no pasa nada. Que es leve.
Ya con el siniestro encima, con toda la presión social, trasciende que PEMEX decidió contratar a una empresa remediadora, de esas que son famosas por cobrar la millonada y a veces son un fraude que se limita a lavar con detergente y esconder palizadas llenas de petróleo en la arena. Dicen que la empresa es de Córdoba, Veracruz.
Casualmente de Córdoba es el senador Juan Bueno Torio, quien también ha sido alto funcionario de PEMEX. Pero eso es mera coincidencia.
 
Mientras, pescadores y la empresa encargada de hacer el eterno túnel sumergido, están demandando a Petróleos Mexicanos por la paralización de sus actividades. Los pelícanos, pues ahí andan como si nada, mugrosos de aceite.
Vaya regalos que nos está dando en el sur la paraestatal .
 
Todo es culpa de los chupa-ductos, dicen, pero mientras son peras o son manzanas, mientras le siguen al rollo burocrático, litros y litros de crudo se derraman así como si nada, como los pelícanos.

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