Un sector del panismo busca ganar la contienda interna, para, posteriormente, declinar a favor del ex priista.

Gonzalo Guízar Valladares no participa en la contienda interna del Partido Acción Nacional pero potencialmente podría ser la solución a la diputación federal por Coatzacoalcos.

Políticamente, la caballada está flaca en el PAN. Sus aspirantes, Jesús Serrano Carrillo, Rosalinda Tolentino Escayola y José Encarnación Uribe Pozos, son intangibles, grises, faltos de roce, desconocidos para la mayoría e, incluso, mal vistos en algunos sectores del partido albiazul.
Sus trayectorias hablan por sí mismas.

Jesús Serrano Carrillo, de la corriente del líder estatal del PAN, Víctor Alejandro Vázquez Cuevas, ha sido líder local panista y regidor municipal, a quien se recuerda sólo por los conflictos con grupos de vendedores ambulantes cuando tuvo a su cargo la Comisión de Comercio. Fuera de eso, pasó como una sombra de sí mismo, por el ayuntamiento de Coatzacoalcos.

Rosalinda Tolentino Escayola tiene en su currículum el ser operadora del senador Juan Bueno Torio. Fue delegada de Migración del gobierno federal y recientemente dejó la secretaría general del PAN local para contender por un espacio en el consejo estatal panista, sin lograrlo.

José Encarnación Uribe Pozos, carta del ex alcalde de Veracruz, Julen Rementería del Puerto, es quien tiene menos trayectoria en el PAN de Coatzacoalcos. Actualmente es diputado federal suplente, cargo que logró tras un amarre con el legislador Rafael García Bringas. En 2009, le disputó la candidatura y finalmente lograron un acuerdo político que los fortaleció a ambos.

 

Sin embargo, en 2010, Uribe Pozos se negó a renunciar a sus aspiraciones a la alcaldía cuando García Bringas intentó la postulación del PAN, lo que provocó un conflicto abierto.

Finalmente, ni Uribe Pozos ni García Bringas alcanzaron la postulación al ser avasallados por un centralazo que orquestó Miguel AngelYunes Linares, entonces candidato a la gubernatura de Veracruz, a favor de Gonzalo Guízar Valladares. Proviene éste del PRI, a quien el gobernador Fidel Herrera Beltrán lo vetó para ser alcalde de Coatzacoalcos.

De los tres, sin embargo, no se hace uno. Serrano, Tolentino y Uribe carecen de penetración y presencia entre la sociedad. Si acaso algunos destellos políticos los distinguen. Son políticos de coyuntura. Aparecen en tiempos electorales y se opacan en un abrir y cerrar de ojos.

No figuran en las encuestas y es mínimo, raquítico, su posicionamiento entre el electorado. Sus áreas de influencia son diversas y limitadas entre el panismo.

Jesús Serrano, formado en el PAN, identificado con una de las corrientes con mayor presencia, etiquetado como un “doctrinario”, integra la vieja guardia del PAN local, con presencia en la mayoría de los militantes activos, que no llegan a 300 ciudadanos.

El resto de los militantes activos lo acapara Rosalinda Tolentino. Pepe Uribe simplemente no opera ni hacia adentro ni hacia fuera. Cree en los milagros y se encomienda a San Julen, su referente estatal, para obtener una candidatura que no surge de un trabajo político.

Nada fácil la tiene el PAN. Ganador de la diputación federal en 2009, corre el riesgo de sufrir una estrepitosa derrota en las urnas, mermada su fuerza política y fracturadas y confrontadas su base militante.

En ese escenario, la única opción que les da posibilidades de triunfo es Gonzalo Guízar, polémico, controversial, motor de mil escándalos, denuncias y acusaciones, cuyo mérito fue siempre el robo de urnas y la violencia electoral cuando sirvió al PRI y gracias a él obtuvo dos diputaciones, una federal, en 2003 y otra local, en 2010.

Gonzalo Guízar no es panista; sigue siendo militante del PRI, desterrado por convicción propia aunque orillado a enfrentarse al tricolor en las urnas. Tampoco se inscribió en la contienda interna, lo que hizo presumir su desdén por la diputación federal, que habría servido como plataforma hacia la alcaldía de Coatzacoalcos.

Sin embargo, en la elección por la alcaldía, en 2010, Gonzalo Guízar logró una votación copiosa y perdió por sólo 6 mil votos, el menor margen por el que el PRI ha logrado vencer a la oposición. Radicó en gran parte en la estructura del gonzalismo, sus enclaves en la geografía de Coatzacoalcos, sus promotoras y dirigentes de seccionales priístas que se mantuvieron leales a él y el conocimiento que Gonzalo Guízar tenía del PRI, al que conoció por dentro, incluidas las prácticas fraudulentas en elecciones.

Cuando el PAN determinó en qué municipios habría contienda interna por las candidaturas a la diputación federal, reservó cien que serían por designación del comité nacional, entre ellas Coatzacoalcos. No obstante, una decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación echó por tierra el acuerdo y obligó a aplicar elecciones internas en todos los distritos.

La pobreza de los precandidatos, su falta de solidez y de posicionamiento entre el electorado, han obligado a replantear la posibilidad de que el caso Coatzacoalcos se encamine a declararse desierto y que el PAN designe a Gonzalo Guízar, por su condición de externo, como su candidato por la diputación federal.

No es una decisión sencilla. En la campaña de 2010 por la alcaldía, Gonzalo Guízar ofreció su estructura para enfrentar la elección, pero no aportó recursos. Al contrario, existe la sospecha de que gran parte de su financiamiento no se aplicó a tareas electorales sino para provecho del candidato.

Pese a ello y en esa disyuntiva, Gonzalo Guízar aparece como la solución del PAN al caso Coatzacoalcos. De lo contrario, si Guízar Valladares se rehúsa a atender el llamado del PAN, podría ver reactivadas las denuncias que se ventilan en tribunales contra sus hermanos por despojo de terrenos, fraude y agresiones a periodistas.
Ya tendrá tiempo de valorarlo.
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