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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Distrito XIV: Orgía del poder

20/01/2012 08:19 a.m.
La rebatinga partidista para obtener candidatos a diputados y senadores en Veracruz, se ha convertido en una auténtica orgía de poder, en la que todos se revuelcan con todos, no importan los colores, ni las convicciones, solo el placer del poder, venga de donde venga.

Testigos como nunca antes, los ciudadanos del sur de Veracruz, especialmente la del distrito XIV observa asombrada como los políticos brincan de un lecho a otro, sin rubor, ni pudor.
La alianza amorosa de la izquierda, se degenera.
 
La designación de candidatos del Partido de la Revolución Democrática no es, como pudiera suponerse, un juego de principios de izquierda, hallazgo de virtudes políticas de quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular o, como debiera ser, decisión de mayorías. Es, por el contrario, el más vivo ejemplo del juego de intereses por asentarse en el escenario del poder.

Como buenos alumnos del PRI, los perredistas han aprendido de las malas artes para designar candidatos, movidos incluso por lo que tanto criticaron en el partido tricolor: el factor económico y el acuerdo entre grupos o facciones, sin sopesar el sentir de su base militante.

No se elige —o designa, según viene ocurriendo— a los candidatos por los atributos políticos, su formación ideológica, su popularidad o su compromiso con los principios perredistas. Se hace, como lo estila el PRI, por el control de ciertos enclaves entre el electorado, la capacidad de movilización, el manejo de recursos sea cual sea su procedencia y, sobre todo, la capacidad para obtener votos al precio que sea.

Minatitlán, cabecera del distrito XIV, es un ejemplo de ese manejo sinuoso, sesgado, pragmático y poco ético del PRD para designar a sus candidatos a la diputación federal, un bastión petrolero, priísta en esencia, pero vulnerado en diversos procesos electorales por las fuerzas de izquierda.

El escenario se circunscribe a la definición de quien será el abanderado de izquierda. Destaca un personaje: Amado Guzmán Aleman, hijo del ex alcalde Amado Guzmán García, quien en 1997 bajó las siglas del PRD logró derrotar al PRI y asumir la presidencia municipal, vilipendiado ahora por las corrientes del PRD, cuestionado y atacado a mansalva, como suele ser la práctica que distingue al perredismo.

Amado Guzmán se ha convertido en una marca política, una franquicia que representa quizá lo único salvable del PRD en Minatitlán.

Ese escenario describe a un PRD complicado y enrarecido por sus pugnas internas; incapaz de generar liderazgos que promuevan el crecimiento político; limitado su potencial para confeccionar dirigentes y militantes con perfil para encarar procesos electorales; fortalecer sus estructuras para canalizar las demandas sociales, y sobre todo, generar cuadros que permitan operar campañas electorales.

Hecho un caos, el PRD de Minatitlán no sólo presenta un flanco débil en materia de candidatos. Su dirigencia sopesa el dilema de entregar la candidatura a personajes ajenos a su militancia y a su ideario de izquierda, propuestos por uno de sus partidos aliados, Movimiento Ciudadano, que ha encontrado en las filas del PRI a los aspirantes que presumiblemente no halló en la izquierda política.

Movimiento Ciudadano contempla estelarmente a Miguel Tronco Gómez, hermano del alcalde de Las Choapas, Renato Tronco Gómez, cuyo municipio pertenece al distrito XIV de Minatitlán; cuyo pragmatismo los ha llevado a ser protagonistas políticos del Partido Acción Nacional en el pasado inmediato, y priístas de cepa en la actualidad.

Azules antes, rojos hoy, Tronco y sus hermanos son de los que expresan con frescura y desparpajo que los partidos políticos no valen; quien tiene dinero los compra. Y así parece. De esa forma, Renato Tronco contaminó el escenario de la izquierda en Minatitlán.

Frente a ese espectro, el líder estatal del PRD, Juan Vergel Pacheco, pragmático, también, refleja el desprecio a los principios de la izquierda a cambio de importar priístas resentidos, personajes que tensan el hilo, reclaman candidaturas y cuando el PRI se las niega, ejercen presión desde la oposición.

Abren las puertas del PRD a los oportunistas, provengan del PRI o de cualquier rincón tenebroso de la sociedad. Dicen que así es la transición y así se logra la alternancia.

Es su visión la negación de la ética política. Se pacta con el diablo y se duerme con el enemigo.

En esa encrucijada, exhibe el PRD una conducta errática y una pobreza ideológica. No designa candidatos de la sociedad con solvencia; los importa de otros partidos, incluso, en el caso de Miguel Tronco, de partidos que tradicionalmente han sido sus enemigos históricos: el PRI y el PAN.

Quizá así, bajo esos criterios, se explique su bajo perfil como partido, la desconfianza que cada vez se incrementa en la sociedad, sus fracasos electorales y su reducido nivel político.

Minatitlán será un escenario que revelará si el PRD es, como presumen los hermanitos Tronco, un partido susceptible a ser rentado, subastado o comprado.

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