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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Otra semana horribilis

03/02/2012 09:41 a.m.
“Para el Gobierno del Estado, la que concluyó el sábado fue una semana verdaderamente horribilis –como dijera la reina Isabel II de Inglaterra que había sido el año de 1992 por una serie de problemas que sufrió la familia real y ella misma en persona–, la más horribilis de la joven administración y quizá la más horribilis de cuantas han pasado en la historia de Veracruz en el primer año de ejercicio”, publiqué en “Prosa aprisa” el lunes 26 de septiembre de 2011 (“Una semana horribilis”) y apunté la causa: “Al problema creado a consecuencia de haber encarcelado sin sustento legal a dos tuiteros y de haberse aprobado al vapor una reforma que creó una ley totalmente impopular (la de ‘perturbación del orden público’) se sumó el generado a consecuencia de los crímenes de la delincuencia organizada en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, escándalos que atrajeron la atención de los medios informativos no sólo del país sino internacionales y con ello la atención de la opinión pública mundial, escándalos que generaron notas informativas que dañaron seriamente la imagen del estado y que acarrearon comentarios y opiniones negativas para el gobernador”. Dije que seguramente la administración estatal no volvería a sufrir otra crisis similar, suposición que hice con base en que había sido tan dura la tunda que se había aprendido la lección. Pero no.

Cuatro meses y un día después de aquella publicación, el 27 de enero, hoy hace una semana, dio inicio otra semana horribilis, la más horribilis de la joven administración y quizá la más horribilis de cuantas han pasado en la historia de Veracruz en el segundo año de ejercicio, cuando se descubrió el traslado de 25 millones de pesos en efectivo en dos maletas, vía aérea, en forma subrepticia, casi a media noche, de Xalapa a Toluca, cuyo origen nadie tiene duda pero cuyo destino a nadie convencen todas las explicaciones que se han dado y sobre lo que siempre quedará la sombra de duda, duda que, quiérase o no, se reflejará –ya se refleja– en la sospecha y en la desconfianza hacia las autoridades, que han sufrido un duro golpe en su credibilidad cuando más la necesitan por ser año electoral, lo que puede incidir en menor o en mayor medida en el resultado de las elecciones, en el porcentaje de votos que alcancen los candidatos del partido oficial en el poder (el escándalo alcanzó otra vez ribetes internacionales, en dólares y en euros, pues mientras que en Estados Unidos los medios tasaron el monto en 1.9 millones de dólares, en Europa la conversión dio 1, 460,999 euros).

Y en lugar de que se haga un control de daños y se trate de contener el problema, luego de que el 30 de enero se publicó mediante el comunicado oficial 0564 que: “El Licenciado Vicente Benítez González presentó esta tarde su renuncia al cargo de Tesorero de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), al tiempo que agradeció al gobernador Javier Duarte de Ochoa la oportunidad de haber colaborado en su administración.
 
En las próximas horas, el mandatario veracruzano definirá a la persona que ocupará el cargo de Tesorero, en sustitución de Benítez González”, ahora se alimenta la versión de que siempre no, que el titular del Ejecutivo no le ha aceptado la renuncia, que Benítez es una blanca paloma, lo que de confirmarse será como echarle más gasolina al fuego para que siga ardiendo mediáticamente.
 
Si es que Benítez González regresa o lo regresan, entonces hubo precipitación o les agarraron las prisas –para estar a tono con el lenguaje oficial que se ha utilizado para el caso– por tratar de dar una explicación u ofrecer una justificación ante el escándalo que se desató, lo que de todos modos no sirvió más que para alimentar más sospechas pues en el texto oficial difundido nunca se dijeron las causas de la repentina renuncia, lo que embrolló más el asunto pues desató más dudas y suspicacias. 

Pero los golpes mediáticos han menudeado. Se habla de una campaña mediática del Gobierno federal y de algunos medios en contra de los intereses del Gobierno del Estado y del priismo, todo por tratar de autojustificarse, lo que es otro grave error pues no se ve o no se quiere ver que el problema se originó, lo originaron acá y no allá, y en esa ceguera ni se va a buscar ni se va a encontrar a los responsables, seguirán colgándole el sanbenito al gobierno panista de Felipe Calderón y el problema interno en la Secretaría de Finanzas y Planeación, en el Gobierno del Estado, persistirá y no extrañaría nada que se volviera a repetir. Peor y más grave sería para la administración estatal si en efecto alguien de adentro mismo alertó a los federales molesto por ver cuánto dinero se saca subrepticiamente quien sabe para qué cuando se alega que hay austeridad debido a la escasez de recursos y a los trabajadores no se les ha mejorado su salario que se les recortó el año pasado.

Tomás Ruiz González, el secretario de Finanzas y Planeación, responsable de la dependencia origen de los recursos, ha sido de los más golpeados pues nadie le cree los argumentos que ha dado. Curiosamente, dentro de todo lo condenable del asunto, vistas las cosas fríamente, acaso hasta dicho con cinismo, es el único hombre a la altura de las circunstancias pues sin duda decidió sacrificar su nombre y su prestigio para salvar o tratar de salvar el de la administración a la que sirve.
 
Al criticarlo y golpearlo todos coinciden en un argumento a su favor: él es un experto en cuestiones de pagos –y de cobros también, pues ya sentimos el año pasado cómo nos atornilló para llevar recursos a las arcas públicas que estaban secas– y sabe muy bien que las cosas no se hacen como se hicieron.
 
¡Claro que lo sabe! Tan lo sabe que es un experto económico y financiero, hacendario, fiscal, reconocido en el país y hasta en algunas partes del extranjero, lo que nos lleva a pensar que ese dinero, los 25 millones, no correspondían a un manejo mercantil sino político, pues de otra forma Tomás hubiera hecho la transferencia electrónica como bien sabe que se hace.
 
Pero salió a dar la cara, la ha estado dando, seguramente fue quien operó de emergencia y sugirió el argumento que se ha estado manejando, no creíble pero tampoco ilegal.

Tomás, hay que recordar, es el mismo que el 14 de julio de 2004, nombrado por el presidente Vicente Fox, llegó como nuevo director de la Lotería Nacional a sustituir a Laura Valdés, quien estaba bajo investigación de la Auditoría Superior de la Federación y de la Secretaría de la Función Pública por la presunta transferencia irregular de fondos públicos al fideicomiso Transforma México, es decir a la famosa “señora Martha” (de Fox) a la que, gracias a su experiencia, sacó limpia y hasta la fecha goza de impunidad pues cuadró todas las cuentas. ¿Tomás equivocarse? Cuánto le deben y le van a quedar a deber por este servicio prestado.

¿Dentro de un año habrá una tercera semana horribilis, para no perder la costumbre?

 

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