El ex gobernador le insistió a Antonio Pouchoulén –cuando era alcalde- que se pasara “al rojo”. La respuesta siempre fue negativa, porque prefirió ser leal a su filiación panista.

Antonio Pouchoulén Cárdenas no está en prisión por una mera casualidad. Está recluido por una venganza, la venganza de Fidel Herrera Beltrán.

 

Enfrenta una denuncia por abuso de autoridad, incumplimiento del deber legal y daño patrimonial, a partir de su actuación como alcalde de Las Choapas, en el período 2008- 2010 por la ejecución del dragado del arroyo “La Mascachile”, obra de casi 9 millones de pesos con fondos de una partida presupuestal distinta a la que le correspondía, en el ejercicio 2009.

 

O sea, Pouchoulén no usó ese dinero para su beneficio personal sino que lo aplicó en un obra que urgía realizar, pero que –por meras consideraciones burocráticas- procedía de un ramo financiero distinto a su materia.

 

Recluido en el Centro de Readaptación Social de Coatzacoalcos desde agosto pasado, hoy tiene un problema mayor. La cuenta pública 2010 le fue rechazada y el Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz (ORFIS) determinó que incurrió en daño patrimonial por 57 millones 55 mil 272 pesos, que desde la cárcel tendría que solventar aportando documentos con los cuales pueda demostrar que los recursos se aplicaron correctamente, lo cual se antoja tanto como imposible.

 

Quienes se mueven en el fondo de la pecera saben que el caso Pouchoulén es netamente político. Tiene que ver con su filiación partidista y su fortaleza en el Partido Acción Nacional, desde el cual ganó la alcaldía de Las Choapas, y en la estructura política panista, que representa un serio dilema al PRI en el proceso electoral 2012.

 

Dentro y fuera del ámbito político, el caso Pouchoulén provoca polémica. Sus enemigos se solazan al verlo encarcelado y enjuiciado. La sociedad, en su mayoría, deploran las acciones legales y acusan un trasfondo político, salpicado de insidia y prepotencia oficial.

 

Cuando se conoció, apenas el lunes 30, la determinación del ORFIS que prácticamente condenaba a Antonio Pouchoulén a permanecer una buena temporada en prisión, se generó una oleada de repudio. Diversos actores políticos, incluso del PRI, hallaron incongruencias y contradicciones. Acusaron, incluso, manipulación de cifras y aberraciones jurídicas.

 

Uno de ellos, Marco Antonio Estrada Montiel, diputado local por el distrito de Las Choapas, teóricamente su adversario, señaló que es ilógico que el ORFIS rechace la cuenta pública Antonio Pouchoulén en el ejercicio 2010 por irregularidades que alcanzan 57 millones de pesos, cuando el presupuesto de Las Choapas para ese año alcanzaba entre 60 y 70 millones.

 

Su razonamiento es claro: si Pouchoulén hubiera malversado esos recursos, simplemente no habría realizado obra alguna en el municipio. Y las obras existen.

 

Otro priísta, el síndico del Ayuntamiento de Las Choapas, Sergio Guzmán Pérez, define como ilógico que se señale un daño patrimonial por 57 millones de pesos, pues no habría obra pública y asegura que Pouchoulén Cárdenas gobernó bien.

 

Jurídicamente el caso es complicado. El ex alcalde de Las Choapas se encuentra a 15 días de obtener su libertad, únicamente en espera de que se resuelva el recurso de revisión interpuesto por el Ayuntamiento de Las Choapas en la sentencia de amparo a favor del ex alcalde.

 

No se trata de un caso meramente legal. Tampoco es producto de errores administrativos. El caso Pouchoulén tiene que ver, y mucho, con el tema electoral y con su filiación panista.

 

Antonio Pouchoulén es un baluarte del PAN en Las Choapas, con bases que realizan trabajo permanente para enfrentar al PRI en los procesos electorales. Su gestión como alcalde tuvo mejores resultados que los de su antecesor, Renato Tronco Gómez, quien ocupa hoy, de nuevo, la presidencia municipal, panista renegado, usurpador del priísmo.

 

Su operación política provocó un serio dilema al PRI y lo obligó al fidelismo a avasallar con un mayúsculo fraude en la elección municipal, en 2010.

 

Ese fue el inicio del conflicto y ahí se determinó el operativo para llevar a Pouchoulén a la cárcel y destrozar su trabajo político.

 

Todavía en la alcaldía, Antonio Pouchoulén recibió múltiples “invitaciones” para renunciar al PAN y convertirse al priísmo. Las propuestas venían del centro de mando de la fidelidad, dispuesto el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán a cooptar, a como diera lugar, a sus adversarios y acabar con la fuerza de la oposición.

 

Pouchoulén fue asediado para abdicar de sus ideales panistas y siempre, invariablemente, dijo que no. Se quedó en el PAN, a sabiendas de las consecuencias que tendría su decisión, el riesgo implícito de ser aplastado.

 

En agosto de 2011 vivió en carne propia la fuerza de la venganza. El fidelismo, encarnado en el ORFIS, vía Mauricio Audirac, su titular, y con el gobierno de Javier Duarte como brazo ejecutor, le fabricaron el delito que lo tiene en la cárcel.

 

La cuenta pública 2010, confeccionada para que presente un daño patrimonial de 57 millones de pesos en agravio del erario de Las Choapas, es la última estocada.

 

Pouchoulén no está en la cárcel por razones jurídicas. Está ahí, confinado a una celda, por una venganza, la venganza de Fidel Herrera Beltrán.