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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Los pirruris que nos gobiernan

27/02/2012 08:36 a.m.
Viven y disfrutan de la prosperidad a todo lujo; por supuesto, succionando los recursos que vía impuestos aportan los veracruzanos

Harry Grappa Guzmán podrá alegar que categorizar a “un turismo de jícama y horchata” fue un comentario sin importancia, pero no lo es, porque al margen de ser el subsecretario de Turismo, es uno de los funcionarios favoritos del gobernador Javier Duarte de Ochoa.
 
Lo anterior explica muchas cosas. Por ejemplo, el por qué eventos de gran envergadura como la presentación de los trovadores internacionales Pablo Milanés y Francisco Céspedes en las fiesta de la Calendaria, en Tlacotalpan, solo se brindó a un selecto grupo de 500 personas en el teatro Nezahualcóyotl; la mayoría de los asistentes, funcionarios de gobierno que, al igual que Harry Grappa y los familiares del gobernador Javier Duarte de Ochoa, combinan el servicio público con los grandes negocios a cargo del erario público.
 
El turismo de jícama y horchata, de hotel barato y comida en la calle, al que hace referencia el funcionario duartista, son la gran mayoría de veracruzanos, que también fueron “invitados” por radio y televisión al concierto de los populares trovadores, pero en la entrada del teatro, solo tuvieron acceso quienes portaban invitación especial. Vaya, ni el alcalde de Tlacotalpan, la tarde de ese primero de febrero, tenía invitación a la mano.
 
Tlacotalpan es muestra fehaciente del gobierno de élite que desarrolla Javier Duarte. 500 selectos, la pirrurada oficial, disfrutaron el espectáculo “De Cuba a Lara”, mientras el pueblo era marginado y, por supuesto, ninguneado.
 
Es ese turismo horchatero, el que, en cambio, cuestiona y exige que instancias superiores a las estatales investiguen y sancionen el ilícito cometido al transportar 25 millones de pesos en efectivo en aviones propiedad del Gobierno del Estado, violando disposiciones fiscales, con una versión inverosímil sobre su destino, supuestamente para pagar un servicio de elaboración de promocionales para las fiestas de LaCandelaria, Carnaval de Veracruz y Cumbre Tajín, pero que nadie le da crédito, pues el proveedor ni siquiera aparece en el padrón oficial del gobierno de Veracruz, según versiones que circulan entre la opinión pública.
 
Sin embargo, los gobernantes pirruris que padecemos, esconden sus miedos, su falta de argumentos, ofreciendo soberbias “ruedas de prensa” en las que pretenden explicar lo inexplicable, pero en las que “no se aceptan preguntas”.
 
El asunto es tema de alta prioridad. Harry Grappa es un personaje allegadísimo al gobernador Javier Duarte. Fue su asesor y secretario particular en la Secretaría de Finanzas y era, en voz del periodista César Vázquez Chagoya, un “conseguidor de todo”.
 
Lo que hace y dice Harry Grappa refleja cómo piensa —y sobre todo, qué mal piensa— la camarilla del gobernador Duarte. De ahí la gravedad de lo expresado por el subsecretario de Turismo, que en los hechos es el verdadero titular de esa área del gobierno de Veracruz.
 
Categorizar a un sector amplísimo de mexicanos que visitan Veracruz como “turismo de jícama y horchata”, es un agravio. La desproporción de sus palabras lo describen tal cual y vale la pena recordarlas: “El turismo de ‘jícama y horchata’ es bienvenido; todos tenemos el derecho de esparcimiento; todos los mexicanos tienen este derecho en la manera de sus posibilidades”.
 
Es obvio el desdén del subsecretario duartista por las clases de abajo; las que viajan con limitaciones; las que carecen de recursos para hospedarse en un hotel de cinco estrellas; las que no pueden acudir a un restaurante de lujo o a un antro de primer nivel.
 
La malintencionada frase de Harry Grappa retrata a un gobierno que ha dado muestras de gobernar para una élite. Son de “jícama y horchata” quienes hace poco era adjetivados como turistas de torta y coca-cola, en una evidente degradación de su condición social.
 
Frente a ese agravio, existe una contraparte. El gobierno de Veracruz no termina de salir del escándalo que provocó el hallazgo de los 25 millones de pesos en efectivo que la Policía Federal detectó en un avión oficial, en el aeropuerto de Toluca, y que motivó que la Procuraduría General de la República los confiscara.
 
Javier Duarte había sido digno de escarnio por su torpe conducción del gobierno, por los 35 ejecutados de Boca del Río, por la crisis de inseguridad, por otros cientos de asesinados en territorio veracruzano, por la aberrante forma en que reprimió a dos tuiteros y por muchas otros errores más. Pero ahora se cuestiona el sospechoso manejo de dinero en efectivo y se le compara con las bandas de secuestradores, con las bandas del crimen organizado, o con los millones, también en efectivo, que se le hallaron al ciudadano chino Zhenli Ye-Gon, vinculado al negocio de la droga.
 
En consecuencia, existe una diferencia radical entre un caso y el otro. El pecado del turismo de “jicama y horchata”, como los define Sir Harry Grappa, es ser pobre. No se le juzga por deshonesto.
 
En cambio, el gobierno de Veracruz, al que pertenece Harry Grappa, el “conseguidor de todo”, se sume en el escándalo bajo acusaciones de corrupción.
 

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