Allá en la sierra, un grupo de hombres y mujeres luchan por la supervivencia de los manantiales de aguas cristalinas. La defienden de su peor depredador: el hombre. Ya es hora de que su voz y esfuerzo se escuche para sumar, para lograr.

Es vital para la ciudad, pero pocos saben de donde viene. Menos, que las fuentes de donde provienen son víctimas impunes de la ignorancia y la corrupción.

Allá en la sierra, un grupo de hombres y mujeres luchan por su supervivencia. Ya es hora de que su voz y esfuerzo se escuche para sumar, para lograr.

Este jueves, primer día de marzo, el Subcomité de Cuenca de Río Huazuntlán-Texizapan, envió una invitación abierta al Primer Encuentro Cuenca-Ciudad, “para estrechar los lazos entre Coatzacoalcos y las comunidades serranas comprometidas con la conservación del agua, brindando un espacio para el conocimiento mutuo y el diálogo”.

La cita es en el centro de convenciones, a las 17:00 horas.
Soteapan es una zona teóricamente protegida, reserva de la biósfera y cuna y asiento de grupos étnicos, que sufre, sin embargo, los embates del deterioro ambiental y, aparejada a ello, la negligencia oficial.

Repito: teóricamente es un pulmón de Veracruz y como tal debiera tener un trato prioritario en programas de gobierno que garanticen su sustentabilidad, sostenimiento y mantenimiento equilibrado y un desarrollo que preserve, entre otras cosas, el hábitat, el hogar natural de cientos de miles de especies y de  enormes conglomerados de personas.

No ocurre así. La sierra de Soteapan es el escenario de un gran desastre ambiental. Sufre una marcada deforestación que, en consecuencia, provoca la desaparición de mantos freáticos y con ello la falta de agua.

Sus ríos, principalmente los arroyos Platanillo, Ocotal, Texizapan, y el río Huazuntlán, ven disminuido su caudal, producto de la tala de árboles en forma desenfrenada y anárquica.

Se trata de dos problemas cruciales en la vida de los habitantes de la sierra. La deforestación lleva a la pérdida de sus mantos acuíferos y una crisis de consecuencias en la salud y en la economía del lugar.

Paulatinamente, la sierra de Soteapan se ha convertido en problema ambiental sin que haya autoridad o programa de gobierno que implemente acciones para revertir sus efectos.

Se talan árboles en forma indiscriminada porque representan el negocio del dueño de la parcela, o se estimula la actividad ganadera porque la agricultura no deja o deja ganancias exiguas.

Un problema, pues, conduce a otro. La falta de sistemas para el riego de los cultivos ha desalentado la actividad agrícola. Es un contrasentido. Una sierra donde no cultiva la tierra, donde no se le extraen sus frutos, donde no se produce alimento y donde no se le aprecia como un mecanismo económico para generar estabilidad social.

Fomentar la ganadería es, paradójicamente, una forma de acabar con la sierra. En su alimentación, el ganado es altamente nocivo para el campo; acaba con él y su regeneración es lenta.

Otro factor que contribuye al desastre ambiental es lo altamente contaminante que resulta la ganadería. Las heces fecales del ganado son derramadas en el campo y por acción natural, las bacterias llegan a los mantos freáticos, afectando sensiblemente los cuerpos de agua, la cual es usada para consumo humano o para lavar ropa.

Organismos dedicados a la preservación del medio ambiente han alertado sobre el grave riesgo en que se encuentra la sierra de Soteapan. Han advertido sobre la necesidad de implementar programas que reviertan el daño provocado por la deforestación, el deterioro del potencial acuífero, la falta de acciones para estimular la agricultura y lo nocivo que resulta la ganadería practicada en forma indiscriminada.

Desarrollo Humano de los Tuxtlas, A.C. (Decotux) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han venido realizando proyectos para monitorear puntos específicos de la sierra de Soteapan. Ellos son: Encino Amarillo, Ocotal-Texizapan, los ríos Texizapan y Xonoapan, los tanques de almacenamiento de Tatahuicapan y Mecayapan, arriba de la presa Yuribia, y la presa Platanillo.

En la sierra, el Subcomité de Cuenca, apoyada por el Decotux y la FAO, viene alertando en torno al grave problema que se avecina por las enfermedades gastrointestinales derivadas de la contaminación de los cuerpos de agua, que presagian un problema de salud pública mayúsculo.

Su labor data de 1998, integrada por 14 cooperativas de Tatahuicapan, Mecayapan y San Pedro Soteapan, y ha logrado lo que ni el gobierno de Veracruz ni el gobierno federal hubieran podido hacer. Atrajeron la atención de Global WaterWatch y la Universidad de Alabama, para capacitar a jóvenes de estudiantes mediante la imparticipación de talleres y se les convierte en monitores a través de certificaciones para verificar la calidad del agua a través de análisis clínicos, químicos y bacteriológicos.

Sin embargo, revertir los efectos de la contaminación, la incidencia de bacterias coliformes, como la e-coli, que provocan cólera y otras enfermedades intestinales, exige programas del sector público que, hasta ahora, ha sido indolente y hasta desdeñoso con el suerte de los habitantes de Soteapan.

Zona devastada por la tala inmoderada, sus cuerpos de agua afectados por la contaminación y a expensas de la actividad ganadera que genera, indirectamente, problemas de salud, la sierra de Soteapan apenas si merece la atención forzada del gobierno, eventos públicos, a menudo demagógicos, promesas volátiles y parafernalia política.

Su solución, sin embargo, deben de ser hechos tangibles.