Mal parados deja el candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, a los candidatos de su partido a senadores y diputados federales en tierra veracruzana.

 

No se los mandó a decir, sino que vino hasta el tres veces heroico puerto de Veracruz, a asegurar que dejará en manos de los marinos la seguridad de los veracruzanos, hasta que existan las condiciones adecuadas para regresar ese rubro a las autoridades civiles. O sea, Veracruz es zona de alto riesgo, de violencia criminal y de complicidad policíaca, y continuará así.

 

En la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, donde los hijos del Enrique Peña Nieto —cuando Fidel Herrera Beltrán era gobernador del Estado— fueran objetivo de un brutal atentado a balazos y sus escoltas pagaran con su vida para protegerlos, el candidato firmó ante notario público su compromiso de mantener a la policía naval en caso de llegar a la Presidencia de la República.

 

El sistema policíaco no ha sido, y no lo será en mucho tiempo, confiable, infiltrado por crimen organizado y muchos de sus mandos superiores profundamente corruptos, convertidos en alfiles de los barones del narcotráfico. La decisión del mexiquense, seguramente provocó urticaria al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y su clan, quienes han sido señalados, dentro y fuera de México, pero sobre todo en Veracruz de ser los culpables de la entrega del territorio veracruzano a los cárteles de la droga y el secuestro.

 

Y obligó a que de inmediato, los candidatos de su partido a senadores y diputados federales, cambiaran el discurso crítico contra la estrategia calderonista de sacar a los soldados de los cuarteles para el combate de los narcoejércitos.

 

Peña Nieto comparte, en esencia, la lucha de Calderón contra el crimen organizado. Recientemente dijo que mantendría esa batalla pero cambiaría la estrategia, con lo que pretende imprimirle su sello aunque en el fondo sea lo mismo. Los priístas enfrentan un dilema. Uno de sus argumentos de campaña era vapulear a Felipe Calderón con el uso del Ejército y la Marina para combatir a los señores del narco.

 

Peña Nieto los descobijó, los colocó en un predicamento y, desde luego, los hará recular. Ser tramposos y marrulleros es, también, un falso atributo del político común en las filas priístas. Parafraseando la cita bíblica, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

 

Hay ejemplos inmediatos. El candidato del PRI a senador, Héctor Yunes Landa, es extremadamente ácido para criticar las estrategias que el Presidente Felipe calderón lleva a cabo contra la delincuencia, sin embargo, calla por complicidad, de la manera en que el exgobernador Fidel Herrera Beltrán, literalmente entregó el estado y a los veracruzanos a los cárteles de la droga.

 

En una entrevista con la reportera Leticia Calderón difundida por un portal de noticias, el 17 de enero de 2012 en vísperas de dejar la presidencia del PRI estatal para asumir la candidatura a senador, Héctor Yunes Landa, fustiga al Presidente de la República por supuestas declaraciones que incriminan al ex mandatario estatal, Fidel Herrera Beltrán. Cantiflesco, declaró: “En Veracruz, Javier Duarte ha apoyado esa estrategia por una actitud institucional como gobernador que es, porque tiene que apoyar al Gobierno Federal.

 

No significa que sea una responsabilidad el combate, lo hace porque si no se mete los más afectados serán los veracruzanos. Y nuestro gobernador lo está haciendo.

 

Creo que en ese sentido los votos de castigo, de existir, serán para el Partido Acción Nacional.”. A Yunes no se le complicará cambiar el discurso, su trayectoria política ha sido como la del camaleón, mudar de piel, al son que le toquen. Permanecer en el aparador lo lleva a decir necedades. Yunes Landa suele sufrir amnesia y expresar barbaridades. Javier Duarte no respalda a Felipe Calderón por razones institucionales.

 

Lo hace por la incapacidad de su gobierno para enfrentar al narco y al secuestro; por el nivel de complicidad del régimen fidelista, que abrió la puerta a los malosos y nadie la pudo cerrar, provocando un descontrol del problema del crimen organizado, en sus diversas aristas, como son el plagio, extorsión, trata de blancas, asesinato, mutilación y fosas clandestinas. Héctor Yunes se ha mordido la lengua.

 

Indirectamente, lo exhibe Peña Nieto cuando el candidato que aventaja la carrera presidencial anuncia y suscribe un compromiso para mantener a la naval en el área de seguridad pública de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, para contener a la delincuencia.

 

Muchos otros priístas, candidatos o no, cínicos o no, camaleónicos o no, tendrán que variar el discurso. Peña Nieto apunta a continuar por la ruta del combate al crimen organizado como lo ha hecho Felipe Calderón, con el Ejército y la Marina en las calles. La bandera de campaña, el golpe de ariete, la descalificación sin sustento, el lucro político y la pepena electoral tendrá que variar. A menos que intenten ridiculizar, también, a Peña Nieto.