Si la estrategia del video “Niños incómodos exigen a candidatos” era golpear al PRI, los diputados federales de ese partido cayeron redonditos.

 

El video que circula intensamente en las redes a partir de su publicación en el portal www.nuestromexicodelfuturo.com.mx, es una producción profesional que exhibe la realidad de nuestro país, inmerso en corrupción política y delincuencia organizada, y cuyos protagonistas son niños, niños actores.

 

El cortometraje que logra impactar en la conciencia colectiva, exhibe imágenes de niños secuestrando, niños en actos de corrupción, guardando paquetes de dinero con todo y ligas, que rememora aquella imagen conocida del lopezobradorista René Bejarano, brazo derecho de dicho candidato presidencial cuando era jefe de gobierno del Distrito Federal, recibiendo fajos de billetes de manos de un poderoso constructor de obras públicas para ese gobierno.

 

Al final del video, una niña se dirige a los candidatos para reclamar a los candidatos a la Presidencia: “Basta de arreglar el país por encimita, doña Josefina, don Andrés Manuel, don Enrique, don Gabriel. ¡Se acabó el tiempo, México ya tocó fondo! ¿Sólo van a ir por la silla o van cambiar el futuro de nuestro país?”.

 

El tema del video fue tema de discusión en el Congreso del estado, en el que los priistas demandaron a la Secretaría de Gobernación que retire este “video publicitario”, y en el que “lamentan” la utilización de niños para exhibirlos como sicarios, como políticos corruptos… Al margen de que el video de referencia tenga un interés de evidenciar a alguno de los candidatos, es un reflejo de nuestro sistema político y partidista en lo general, los diputados priistas mejor debieran guardar silencio, porque el video es una película “bonita”, comparada con la realidad de nuestro país: Niños sicarios, niñas prostituidas en manos de tratantes de blancas o de las drogas, jóvenes políticos en manos de los viejos zorros, que corrompiendo su alma, encontraron en ellos una especie de retrato de Dorián Gray.

 

El grado de corrupción de nuestro sistema, ya tocó fondo, pensar que un video o el beso de Sicilia, los va a hacer cambiar, es ingenuo. El cambio tiene que ser de raíz, y la raíz está en el individuo, en la familia. El video es controvertido.

 

Los “agraviados” –la clase política, principalmente los priistas y los integrantes del Partido del Trabajo— han reaccionado en consecuencia, previsible su enojo y su falso argumento dirigido a sembrar en el ánimo de la opinión pública la hipótesis de que la videodenuncia provoca daño en los niños que participaron en su producción. Uno de los legisladores ha expresado que se afecta al niño actor que aparece fumando, al que se lleva gasolina a la boca para lanzar fuego, al que interpreta un secuestro, o a los que son confinados tras las rejas, y así con semejante contrasentido de la lógica.

 

La sociedad no piensa así. Los “niños incómodos” son el reflejo del México real, el que se sufre a diario. Son el retrato de un México envilecido por los señores de la política, por sus partidos y por sus intereses y ambiciones. La sociedad se identifica con el contenido del mensaje, con la esencia del video.

 

No quieren los niños —y no queremos todos— un México violento, un México corrupto, un México injusto, un México gobernado por la ley del más fuerte. “Si este es el futuro que me espera, no lo quiero. Basta de trabajar para sus partidos y no para nosotros”, dice la niña incómoda en el remate del video, directo a los partidos políticos y a sus candidatos presidenciales, doña Josefina, don Andrés Manuel, don Enrique y don Gabriel.

 

El video sacudió a México y, como era de esperarse, irritó a un sector de la clase política, a quienes se hace responsables del caos en que viven los mexicanos y el negro futuro que les espera a las nuevas generaciones. Han dicho diputados del PRI y PT que es “deleznable” que se use a niños para retratar un México lleno de vicios. Lo deleznable, lo repudiable, es la partidocracia que tiene secuestrados a los mexicanos.

 

Lo deleznable y vil es que existan políticos que pasan de una diputación a una senaduría, y de una senaduría a una diputación o a una delegación política, o a un gobierno estatal, o a una alcaldía, o a la dirigencia de un partido; todo con cargo al erario público, a los dineros del pueblo, a los dineros de los mexicanos. Que hayan sido niños quienes interpreten esta protesta, provocó un mayor impacto y desató la controversia.

 

Pero ese no es el tema. Lo es el señalamiento hacia quienes trabajan “para sus partidos y no para nosotros”; quienes cancelan el futuro de 110 millones de habitantes de nuestro México; quienes obtienen dinero ilícito para hacer política. Torpemente se han alzado algunas voces —las voces de políticos cínicos— que piden retirar el spot de los “niños incómodos”.

 

Es un error grave. Si ya tienen la condena de la sociedad, más será el repudio por intentar ocultar la terrible realidad en que la clase política sumió a México.