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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Héctor Yunes, escupe para arriba

16/04/2012 08:05 a.m.
Héctor Yunes Landa, el aspirante a senador por Veracruz, es un político con muchos pesos, años y mañas, pero carente de compromisos reales con los grandes problemas que enfrenta el estado y sus municipios.
 
Su fama pública, como la imagen con la que se publicita en carteles y espectaculares, maquillada y restirada, descuadra con la de la mayoría de los candidatos que su partido propone para ocupar escaños en el Congreso y en el Senado. Populachero y sin propuestas, ha tomado campechanamente la “estrategia” de despotricar en contra de todo lo que hace el gobierno federal.
 
Pusilánime de la política, evade la autocrítica al sistema al que, cómplice, sirve, a cambio de prebendas y cuotas de poder. A Duarte, lo maltrataba verbalmente en privado, lo consideraba el peor de los candidatos, por la sencilla razón que no fue el agraciado con el dedazo del ex gobernador Fidel Herrera. Ese pasaje lo retrata, lo pinta de cuerpo entero.
 
 Recientemente se le escuchó decir que sí llega a ser senador, compartirá y dormirá cotidianamente en casas de veracruzanos, para conocer y sentir las demandas del pueblo.
 
Héctor Yunes es un demagogo nato, pasado de moda, y su compromiso es como eslogan televisivo: difícil de creer. Promesa de campaña, que en los hechos es basura discursiva, recientemente fue abordado en torno a los abusos que el alcalde de Las Choapas, Renato Tronco Gómez, comete en su administración municipal, en la que abundan obra pública deficiente y casi nula, atropellos documentados en la Comisión de los Derechos Humanos y el último, delicado y del ámbito federal, de cometer delitos ambientales.
 
Nada dijo saber o conocer el candidato del PRI al Senado por estado de Veracruz, un político que se precia de ser mediático; que escribe en periódicos y portales de internet; que presume de entender a la prensa y se nutre de ella; que se proyecta en la tinta impresa, en el audio de la radio, en la imagen de la televisión o en la profundidad y alcance y poder de las redes sociales.
 
En suma, nada escapa al entorno mediático de Héctor Yunes, incluidos los pasos perdidos de alcaldes prepotentes como Renato Tronco, lunares oscuros de PRI, que cotidianamente interpretan su decálogo de arbitrariedades y agravios a la sociedad.
 
Aún así, a pregunta expresa sobre las últimas fechorías del alcalde de Las Choapas, el candidato priísta al Senado finge amnesia; asegura no saber si la policía del alcalde es corrupta y represora; si la instalación del nuevo basurero, sin permisos federales, es un delito ambiental; si Renato abusa o ejercer la presidencia municipal como si fuera una tiranía.
 
Usa la lógica priísta, la lógica de la complicidad y el encubrimiento. Preferible andar en la luna que admitir que los alcaldes priístas son lo peor.
 
“Yo conozco a Renato Tronco. Tengo la mejor impresión de él. Fue diputado conmigo. Yo lo coordiné como diputado priísta y lo que conozco de él, son cosas serias, responsables. A mí nunca me pidió un peso, ¡eh!”, dice para salvarle el pellejo al controvertido edil.
 
Así evade Yunes Landa la realidad, la contundente realidad que viven y sufren los choapenses a manos de un negociante del poder que gobierna a porrazos y mentadas, con estilo rústico, casi rupestre, violando leyes, atropellando a la ciudadanía, imponiendo caprichos. Renato Tronco no es un alcalde discreto. Es exhibicionista y gusta alardear lo que hace. Es improvisado e ignorante, sin formación política.
 
No hay acción que no divulgue así sean sus decisiones absurdas y sobre todo contrarias al interés de la sociedad. Nada de lo que hace es secreto y por lo general, provoca reacciones públicas adversas.
 
Eso lo sabe Héctor Yunes, pero lo niega. Yunes Landa ni siquiera planteó el fortalecimiento de las leyes que combatan la corrupción y garanticen la transparencia. Héctor Yunes Landa, pertenece a esa clase de políticos que incomodan a la sociedad.
 
La clase de políticos que más que trabajar por un cambio real, lo que más anhelan en la vida es “sentarse en la silla”. La campaña de Héctor Yunes al Senado es como él: inconexa e infumable. Lo retrata el evento en el municipio de Moloacán, perteneciente al distrito electoral XIV, al que acudieron si acaso 200 acarreados de sector petrolero. Provocaba expectativas un comediante de Televisa, de Fábrica de Risas, que nunca llegó, y a cambio tuvieron a uno más divertido, el candidato priísta al Senado, Héctor Yunes Landa, con su discurso que promete la luna y las estrellas, un cometa y algo más, nada convincente pero bueno para entretener.
 
Se le oyó decir lo mismo de siempre, entre sueños de muchos y la modorra de otros, a sabiendas que Héctor Yunes no tiene más que agregar. Yunes Landa no está hecho para asumir compromisos reales. Nunca lo ha estado ni lo estará.

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