La vista se no puede mostrar porque supera el umbral de vista de lista (5000 elementos) aplicado por el administrador.

Para ver los elementos, intente seleccionar otra vista o crear una nueva. Si no cuenta con permisos suficientes para crear vistas para esta lista, solicite al administrador que modifique la vista de modo que cumpla con el umbral de vista de lista.

Más información sobre la creación de vistas para listas grandes.

Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Incendios: ¿Nada que lamentar?

20/04/2012 10:57 a.m.
La madrugada del lunes 16 de abril, cuando miles de familias en sus hogares preparaban lo necesario para que niños y jóvenes regresaran a clases luego de las vacaciones de semana santa, Coatzacoalcos corrió el peligro de sufrir una de las peores tragedias de su historia. El fuego que devoraba los muebles de una bodega de la calle Quevedo —en el centro de la ciudad— amenazaba con extenderse rápidamente en toda la cuadra que se encuentra entre las calles de Bravo, Guerrero y Madero.
 
Los bomberos que habían acudido al llamado de auxilio, alrededor de las seis de la mañana, impotentes, mangueras en mano, corrían de un lado a otro, se miraban entre sí. En las cisternas de los carrotanque no había agua para sofocar las llamas. Los vecinos que observaban el siniestro,  seducidos por las gigantescas lenguas de fuego, no alcanzaban a comprender la magnitud del peligro.
 
Meses antes, el alcalde de Coatzacoalcos, Marcos Theurel Cotero, para lucirse en su informe anual de gobierno, entregó a los bomberos las llaves de la ciudad. Ojalá mejor atendiera las demandas de los apagafuegos de mejores salarios, mejor atención médica y, sobre todo, de recursos para abastecer el suministro de polvos químicos y cisternas llenas de agua para el combate de los siniestros.
 
No hacerlo, es tan criminal, como las manos de los empleados que le prendieron fuego a la bodega susodicha presuntamente por el maltrato que recibían del propietario del negocio.
 
Esa madrugada, una tragedia de gran envergadura, amenazó a los porteños.
 
Dejó a flote no sólo la mezquindad de un grupo de empleados que, de acuerdo a la versión policial, provocaron el incendio para cubrir una serie de robos que venían perpetrando. Quedó en evidencia la falta de equipamiento del cuerpo de bomberos y, en consecuencia, el riesgo al que estuvieron expuestos los vecinos del lugar.
 
El día del siniestro en la calle de Quevedo, en el programa diurno de noticias de una estación de radio local, la dirigente de un grupo de ayuda a personas que han sufrido quemaduras, sin un panorama completo de los hechos, manifestó que cuando menos no había pasado "nada qué lamentar".
 
¿Nada qué lamentar? ¿Cuándo la vida y el patrimonio de decenas de familias estuvieron en peligro por la negligencia de unos criminales, ya los que le prendieron fuego o ya los que negligentemente limitan los recursos a los cuerpos de auxilio?
 
No hubo muertos, pero sí mucho qué lamentar.
 
Aquel siniestro mueve a la reflexión: de siempre, el Cuerpo de Bomberos —antes voluntarios— ha vivido en la medianía; con equipo inservible; con salarios de hambre; dedicados a la venta de agua para subsanar la falta de ingresos; alquilándose a empresas de contraincendio; con equipos de transporte y cisternas chatarra.
 
Sus salarios dan pena y provocan malestar. Nadie, a menos que sea un héroe o un amante del peligro, arriesga su vida o expone el cuero cambio de nada, si acaso el reconocimiento de la sociedad, que para efectos prácticos, de poco sirve.
 
Los bomberos son usados para el lucimiento de los políticos, que con aires de mecenas, usan sus carencias para publicitarse, nutrir su imagen pública.
 
Marcos Theurel es uno de ellos. Les entregó las llaves de la ciudad; les suministró equipo de respiración autónoma; les dio atole con el dedo.
 
No atendió la raíz del problema. Cuando le pidieron una mejora salarial, expresó que haría un reajuste al gasto corriente y buscaría conseguir recursos de varios fondos para otorgarles el incremente de sueldo.
 
Lo ocurrido la madrugada del lunes 16, deja en claro que otorgarles las llaves de la ciudad no les sirve de nada a los bomberos de la ciudad para realizar su heróico trabajo. Llegaron al lugar del siniestro prácticamente sin agua y debieron esperar a que otra unidad los abasteciera. Carecían, como quedó demostrado, de lo elemental para atender la contingencia. No contaban tampoco con algún otro elemento químico que les permitiera sofocar el fuego.
 
Por la mano criminal de quienes provocaron el incendio, y por la falta de recursos de los bomberos, estuvo a punto de vivirse una tragedia mayor.
 
En términos de protección civil, Coatzacoalcos anda en las últimas. El segundo municipio con mayor presupuesto del estado de Veracruz, carece un Cuerpo de Bomberos a la altura de circunstancias, no por los héroes que lo conforman, sino por la falta de elementos para desarrollar su trabajo y, en muchos casos, salvar vidas.
 
Deja este caso muchas lecciones.
 
No hubo desgracias personales, pero, indudablemente, hay mucho que lamentar.

¿Te ha parecido interesante la columna?

Comentarios

Comparte
La vista se no puede mostrar porque supera el umbral de vista de lista (5000 elementos) aplicado por el administrador.

Para ver los elementos, intente seleccionar otra vista o crear una nueva. Si no cuenta con permisos suficientes para crear vistas para esta lista, solicite al administrador que modifique la vista de modo que cumpla con el umbral de vista de lista.

Más información sobre la creación de vistas para listas grandes.