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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Ni un copete de tontos

18/07/2012 09:27 a.m.
Con la pesada losa de un evidente fraude electoral en susespaldas, Enrique Peña Nieto recorre espacios internacionales de noticias,frecuenta a los corresponsales extranjeros y habla a quien lo quiera escuchar,para negar, una y otra vez,  que su partido, el PRI, haya comprado votos yganado, así, con un fraude, la Presidencia de México.
 
Lógico en él, sistemáticamente lo niega, aunque laspruebas del desaseo en la campaña priísta se vean por todos lados, se olfateany se perciben, pero al ser un crimen de conciencia, muy difícilmente se podríaprobar, peor aún con el sistema político que no solamente se avala a sí mismosino que también se protege.
 
Diría Luis Cabrera, insigne periodista del porfiriato yluego de la Revolución: “Los acuso de corruptos, no de pendejos”.
 
La tronante declaración derivó del reclamo de “pruebas”que le hiciera un político al que le encontró unos pecadillos muy evidentespara el sentido común, pero legalmente muy difíciles de probar.
 
Peña Nieto y sus socios del PRI arrastran sobre sí elseñalamiento de haber comprado el voto de millones de electores, unos condinero, en efectivo o con tarjetas prepago en las tiendas de autoservicioSoriana; de haber sobrepasado –violado, pues— los techos financieros fijadospor el IFE, a través una triangulación que implica al Grupo Financiero Monex;del pago de cientos de millones del erario público para sufragar el costo de suestructura electoral; del pago de encuestas para mantener posicionado a PeñaNieto en el primer lugar de la intención de voto, y del uso de la burocracia degobiernos estatales y municipales para operar políticamente.
 
Dentro de México, el triunfo de Peña Nieto ha sidoampliamente cuestionado, no porque se haya registrado relleno de urnas, o sehaya violentado la jornada electoral. Peña Nieto obtuvo más de 19 millones devotos. Eso no está a discusión. El fraude fue un trabajo fino. Lo que le hamerecido repudio es la calidad de esos votos, arrancados mediante la compra deconciencias y, también, por la coacción de votantes, la presión y la amenaza.
 
Conociendo al PRI, cualquier triunfo electoral es dignode sospecha. El nuevo PRI es tan o más corrupto que el viejo PRI. No existeelección en la que gobernadores o alcaldes priistas, no destinen recursos públicosy usen su burocracia, sus funcionarios, como operadores políticos, e inclusoempleen los bienes, oficinas, vehículos, convenios publicitarios con los mediosde comunicación, para posicionar a sus candidatos.
 
Peña Nieto ha sido cuestionado por la prensa extranjerasobre la limpieza de su triunfo. Ahí se ha dado un frentazo. Ha titubeado,expresado frases que no convencen, esgrimido razones sin sustento y ha caído enuna peligrosa falta de credibilidad, logrando anidar la idea de que elcandidato presidencial miente y que el PRI actuó como pirata del Caribe,robando lo que tuvo a su alcance.
 
Un reflejo de la operación política desarrollada por losgobernadores priístas, sin ética y sin rubor, lo da el periodista RaymundoJiménez, en su columna Al Pie de la Letra, en la cual describe dos hechosrelevantes: cómo se destinó dinero público para operar campañas priistas y cómolos funcionarios de gobierno engañaron al titular del ejecutivo veracruzano,Javier Duarte de Ochoa.
 
Raymundo Jiménez es un periodista que se observa estrechamenteligado a las esferas gubernamentales, que sin embargo, revela en qué puntofalló la operación electoral y cómo se produjo la derrota de Peña Nieto entierras veracruzanas.
 
Entre otros temas, dice:
 
“Dicen quienes han tenido oportunidad de conversar con éldespués de los comicios federales del pasado 1 de julio, que el gobernadorJavier Duarte de Ochoa no sólo está molesto con algunos colaboradores yalcaldes priistas que no se aplicaron para abonar a favor del virtual candidatoelecto Enrique Peña Nieto una amplia cuota de votos en la elecciónpresidencial, sino que también estaría decepcionado por la deshonestidad conque operaron y le desinformaron en este proceso electoral.
 
“Y es que esos funcionarios y ediles fallaron nosolamente en sus proyecciones de promoción del voto priista sino que ademásexiste la presunción de que no ejercieron eficaz y totalmente los recursosmillonarios que recibieron para acarrear simpatizantes a los mítines queencabezó Peña en varias regiones de Veracruz y, lo más grave aún: que tampocolos usaron para movilizar más votantes el día de la elección.
 
“Por ejemplo, un caso sería el de un operador que para elevento que el mexiquense presidió a mediados de mayo en Córdoba, la tierra delgobernador Duarte, habría solicitado y recibido recursos para movilizar milautobuses. Pero según habrían confirmado después los concesionarios delautotransporte de la región, no fue un millar sino sólo 300 las unidadesarrendadas.
 
“En Boca del Río, donde el PRI fue apabullado por el PAN,presuntamente de Xalapa les hicieron llegar antes de la elección 22 millones depesos a los operadores del alcalde priista Salvador Manzur Díaz para lamovilización de votantes. Por el saldo electoral tan desfavorable, ahora enPalacio de Gobierno dudan que esos recursos hayan sido aplicados cabalmente porel equipo del compadre del gobernador".
 
Peña Nieto puede ir ante la prensa internacional yexaltar la limpieza de su triunfo, pero existe la certeza de que el PRI recurrióal fraude para hacerlo llegar a la Presidencia de México, al grado de quequienes están cerca de los gobiernos priístas, lo cuentan y hasta lo publican.Lo imposible será probarlo en los tribunales.
 
Y es que como diría don LuisCabrera: se les acusa de corruptos, no de pendejos.

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