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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

El show de Erick Lagos

07/11/2012 09:14 a.m.
Con el rostro serio, muy serio; la modulación de la voz denotaría infinita emoción. Creería firmemente que sus próximas palabras marcarían el parteaguas de la política en Veracruz. Pensaría que conmocionarían la vida política del estado. Quizá luego pediría a los responsables de los titulares de las noticias que la destacaran.
 
Y logró la conmoción. Las carcajadas estallaron a lo largo y ancho del chorizo veracruzano, cuando se leyó y escuchó que “en el PRI se acabaron los compadrazgos, el trabajo honesto es la recomendación”.
 
Quién más para expresar un disparate así, que Erick Lagos Hernández, hechura del fidelismo, tan hablador como Fidel Herrera Beltrán, su padre político, aunque sin brillo ni chispa, compadre de bandoleros y rufianes de la política, hoy alcaldes, hoy diputados, hoy funcionarios del gobierno que sólo le brinda prosperidad a Javier Duarte de Ochoa y a su club de amigos.
 
La comicidad era una de las facetas que no se le conocían al líder del PRI en el estado de Veracruz; la del cinismo, sí. Hizo su revelación apenas ayer, reunido con el líder estatal del sector obrero priísta, Enrique Ramos. Ahí, en un alarde de demagogia, soltó de su ronco pecho lo que hoy tiene en un ataque de hilaridad a militantes, opositores y personas de a pie.
 
“En el PRI se acabaron las recomendaciones y los compadrazgos. Ahora el trabajo, la honestidad y la vocación de servicio será la única recomendación”, dijo el nada ingenuo Erick Lagos.
 
Su vena actoral hizo recordar a su mentor, Fidel Herrera Beltrán, un engañador profesional, cuando Erick Lagos explicó cómo se asignarían las candidaturas a diputaciones y alcaldías.
 
Se requerirá la hoja de servicios de los presidentes municipales que aspiren a ser diputados, sólo para constatar que hayan salido limpios de las pesquisas del Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz (ORFIS); si tienen observaciones y si las solventaron adecuadamente.
 
Lo mismo para los legisladores que intenten ser alcaldes, a quienes les pide vocación de servicio y trabajo honesto.
 
Pedirán que el ORFIS, ese ente tan probo y santo, la nueva inquisición financiera, persecutor de alcaldes de oposición y, por supuesto, encubridor de los fideles y los javieres y sus respectivas pandillas, otorgue una calificación a quien haya sido alcalde para saber si es apto para ser postulado por el partido de la honestidad, o sea el PRI.
 
Erick Lagos plantea no sólo cómo debe ser el candidato ideal del PRI sino el método para hallarlo en el enjambre de suspirantes tricolores. Y dice que se empleará el método científico, como si se tratara de ratones —¿o sí?— de laboratorio, obviamente provocando risas y sonrisas, burlas y festejos.
 
En el reservorio de puntadas y ocurrencias del líder estatal del PRI, se halla, por ejemplo, someter a los aspirantes a alguna candidatura a la prueba del antidoping, para determinar si son afectos a alguna sustancia prohibida, desde la yerbabuena hasta la coca, la piedra, el crack, el cristal y todo aquello con lo que hoy muchos alcaldes priístas gobiernan desde el limbo y por lo que, ya cruzados, cometen todo tipo de disparates y, desde luego, abusos de poder y atropellos para joder.
 
Esa declaración la remató Erick Lagos con una punzada al Partido Acción Nacional, cuando expresó que no quiere que el PRI se lleve la sorpresa, como ocurrió cuando al alcalde panista de Las Minas se le sorprendió con armas o al de Chinameca, compañado de Zetas, hecho por los que fueron consignados y sometidos a juicio.
 
Con esa declaración, Erick Lagos pasó a la historia. Si algo distingue al PRI es la ínfima calidad de sus candidatos y, sobre todo, el método antidemocrático para elegirlos.
 
Son candidatos de compadrazgo y recomendación. Algunos, como Erick Lagos, llegaron a una diputación local por imposición de Fidel Herrera para, desde ahí, incrustados en la comisión de Hacienda, solapar el endeudamiento de Veracruz, la contratación indiscriminada de créditos bancarios, y cuando había que rendir cuentas, decir que todo marchaba de maravilla, para finalmente salir a la luz pública que se había incurrido en el gran peculado. ¿Te acuerdas Erick?
 
No se sabe qué otro método tenga el PRI que no sea el de la recomendación y el compadrazgo. Sus convenciones, sus asambleas, sus métodos para elegir candidatos son escenificaciones teatrales, con delegados que acatan una línea, que invariablemente es la decisión del gobernador en turno.
 
La democracia en el PRI es letra muerta.
 
Pero Erick Lagos, un traficante de mentiras, quiere vender una nueva vacilada política: dice que se aplicará el método científico para designar a los candidatos priístas. Y con ese método científico dará, lógico, alcaldes y diputados perfectos.
 
Ha de ser el método científico que en sus primeros pasos contemplan la observación y la experimentación.
 
Observados ya están, por citar algunos nombres, Marcos Theurel Cotero, alcalde de Coatzacoalcos, que en un descuido brinca a la diputación local; Marcelo Montiel, secretario de Desarrollo Social de Veracruz, que pudiera regresar a la presidencia municipal de Coatzacoalcos; Renato Tronco Gómez, alcalde de Las Choapas, que intenta ser diputado por el distrito XXX; Marcos Estrada Montiel, diputado local, que aspira a ser alcalde de Las Choapas; Vicente Escalante Macario, achichincle de tercera en la Secretaría de Turismo de Veracruz, que pretende regresar a la alcaldía de Agua Dulce.
 
Finísimos priístas todos ellos, acusados de desvíos de recursos, de hincarle el diente al presupuesto y hasta de la autoría del crimen de un regidor, como es el caso de Renato Tronco.
 
La experimentación del método Erick ya está en marcha. Lo aplican diputados priistas en el Congreso de Veracruz, implementando leyes que van en contra de los intereses de la sociedad y solapando el endeudamiento del gobierno de Javier Duarte, y alcaldes del PRI que no gobiernan para el pueblo sino para los intereses de quien los impuso en la presidencia municipal, haciendo negocio con los recursos del pueblo.
 
La invención democrática de Erick Lagos es para un teatro de revista. Si en algo se sustenta el aparataje priísta es en la recomendación y el compadrazgo. Quienes llegan a los cargos públicos tiene la misión de sostener el proyecto de quien los apuntaló. A ellos les deben lealtad y, sobre todo, complicidad.
 
Por recomendación es alcalde de Coatzacoalcos, Marcos Theurel Cotero; es alcaldesa de Veracruz, Carolina Gudiño Corro; es alcalde de Poza Rica, Alfredo Gándara Andrade; es alcalde de Boca del Río, Salvador Manzur Díaz; es alcalde de Las Choapas, Renato Tronco Gómez, por citar algunos de los malos priístas que hoy ocupan presidencias municipales, no precisamente por un buen desempeño en su actuación política, por su contar con una hoja de servicios limpia o por una imagen de honestidad. Todos, al igual que Erick Lagos, son de la escuela de Fidel, al que algunos puntillosos bautizaron como Escuela de Rateros, en remembranza de aquella célebre cinta de Pedro infante.
 
En el PRI, pese a la puntada de Erick Lagos, no se han acabado los compadrazgos, ni el amiguismo ni la recomendación, ni se van a acabar. No podría ser así. Es la esencia del PRI. Acceden a los espacios de poder, a los cargos públicos, los compadres y las comadres, los amigos y las amigos, los amantes y las amantes, los cómplices, los compañeros de pandilla, los rufianes útiles.
 
No tienen cabida los honestos ni los hombres de principios. Esos, que mejor se busquen otro partido o que se queden en las filas de la sociedad.
 
Por eso provocó ataques de risa la más reciente —quizá no la última— puntada de Erick Lagos.
 

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