El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), con datos duros ponen en evidencia que el capitán del barco de la prosperidad duartista ni ha enderezado el rumbo ni ha evitado que siga la zozobra en la economía veracruzana.

Javier Duarte de Ochoa nos dijo que Veracruz camina hacia adelante, que atrae inversiones, que es el escenario más confiable para la instalación de empresas, que se perciben ya visos de desarrollo, que vamos bien en educación, que se combate la pobreza, crecemos en servicios de salud, se crean empleos y ya pronto no habrá pobreza.

Y, claro, sólo los ingenuos le creyeron.

 Las cifras y los alardes de progreso son propios de los informes de gobierno. Así fue el segundo de Javier Duarte. En el escenario del Word Trade Center, todo bien, el timón firme, el viento a favor, el futuro a la vista. El recurso del rollo pues de alguna forma hay que maquillar la realidad de Veracruz.

El otro Veracruz es el que aparece en cifras, las IMCO, las del CONEVAL y las de los analistas que ni ven progreso, ni perciben que salgamos del hoyo, ni avanzamos financieramente ni ven que la entidad vaya para adelante.

Dice el IMCO que Veracruz retrocedió en rezago social. Éramos el lugar 23 en 2008 y ahora somos el 26, casi al final de las 32 entidades del país.

En desnutrición, aumentamos de 12.4 a 12.6 por ciento por cada 100 mil habitantes, lejos de la media nacional, que es de 8.2.

En servicio de deuda, Veracruz pasó de uno por ciento a 7 por ciento de transferencias federales, y ahora ocupa el noveno lugar en cuanto al monto de deuda, esa que Javier Duarte desapareció de las cifras oficiales en un acto de magia digna de Beto el Boticario.

Según el IMCO, los servicios de salud de Veracruz carecen de infraestructura suficiente para atender los servicios que la población reclama, como el cáncer de mama.

En materia de seguridad, a medida que el gobierno federal se aplica y su participación crece sostenidamente, las entidades desatienden ese renglón y el de justicia.

Las cifras del CONEVAL son igualmente traumáticas. Veracruz sumó 600 mil nuevos pobres a su padrón de rezago social, lo que advierte un fracaso en sus políticas para las clases marginadas y es un mentís al optimismo del gobernador Javier Duarte.

Sobre esa base, el analista y académico de la Universidad Veracruzana, Rafael Arias Hernández, plantea que en 2013 habrá más pobreza, pues mientras los salarios se estancan, falta el empleo y se pierden oportunidades de crecimiento, los precios de los alimentos aumentan y se vuelven inalcanzables para un sector muy amplio de la sociedad.

Arias sostiene que Veracruz lleva 27 meses creciendo por debajo del promedio nacional y se augura una recesión económica. El desempleo se desaceleró en octubre y las remesas de dinero provenientes del extranjero cayeron un 7 por ciento.

A Veracruz le aquejan dos factores económicos: la falta de empleo y el empleo mal pagado. Contra las cifras duartistas, en ese renglón hay rezagos. Veracruz no genera empleo; su mano de obra se desplaza hacia otras entidades por falta de inversión, sobre todo en el campo, en el sector agrícola y ganadero; los empleos que se general están mal remunerados

Arias Hernández, cuya voz crítica desentona con el coro de los economistas al servicio del régimen, asegura que no hay bienestar económico mientras en los hogares no se refleje.

“La realidad se nota en los bolsillos de la gente. Y es que aunque el número de empleos generados puede ser alentador, la situación cambia cuando se refiere a los empleos formales (aquellos que garantizan todos los derechos contemplados en la Constitución)”, dice.

Si a la gente no le alcanza lo que gana, si no cumple con sus satisfactores económicos cuando tiene que acudir a comprar alimentos, o cuando debe pagar la renta de la casa, o los servicios más indispensables, o los gastos escolares, entonces no hay avance ni hay progreso, y mucho menos vamos para adelante como alardea el gobernador Javier Duarte.

Las cifras de Arias Hernández son contundentes: en Veracruz, en noviembre de 2010, de acuerdo al registro del Instituto Mexicano del Seguro Social, era de 683 mil 336 trabajadores; en octubre de 2011, se incrementó a 691 mil 710 trabajadores; para octubre de 2012, se registró a 729 mil 120 trabajadores. Sin embargo, el crecimiento del empleo es menor que en otras entidades del país.

El problema radica en que los empleos están mal pagados y provocan que los veracruzanos tengan ingresos bajos. En esas condiciones no hay crecimiento económico por una razón elemental: a la gente no le alcanza para comprar todo lo que necesita, dicho en palabras del analista Arias Hernández.

Una cosa es lo que nos dicen los expertos en economía, en cuanto al crecimiento de un país, en lo macro, mientras en lo micro la sociedad padece falta de empleo, empleo con salarios bajos, incapacidad para adquirir lo elemental para vivir, sobre todo el alimento. En ese sentido, Veracruz se halla rezagado.

Lo peor no queda ahí. 2013 será peor para Veracruz. Las predicciones económicas aseguran que a nivel mundial se acentuará el estancamiento de las economías; México lo resentirá y Veracruz aún más pues tiene una carga descomunal de deuda, que le limita la inversión en obra pública, ya que gran parte de sus recursos, incluso los que provienen de las participaciones federales, se destinan al pago de deuda.

Lo grave es que mientras el IMCO, el CONEVAL y analistas económicos como Rafael Arias perciben una realidad adversa para Veracruz, a partir del comportamiento de la económica a nivel nacional y mundial, y el estancamiento de nuestra entidad en diversos rubros, sobre todo en salud, empleo y educación, el gobernador Javier Duarte nos pinte una bonanza en la que sólo él cree.

Si algo tienen las cifras es su frialdad. Las de Veracruz son gélidas. No avanzamos, nos estancamos y lejos, muy lejos, estamos de alcanzar el paraíso. La prosperidad no llega, el barco naufraga y el capitán Duarte zozobra en un vendaval de miedo.

([email protected])(@moralesrobert)