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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Mafia sindical esclaviza a obreros

07/12/2012 02:42 p.m.

Con el hambre cegándoles la razón, miles de obreros en el sur de Veracruz, sin autoridades laborales ni leyes que los protejan, se entregan como corderos al matadero a una peligrosa mafia que rápidamente crece, día a día, bajo el amparo del poder político.

Son parte de los supuestos 200 mil beneficiados con “nuevos empleos” de los que presume el gobierno estatal, pero su condición raya en la esclavitud porque con su sangre mezclada con el sudor, son víctimas de una explotación que ninguna prosperidad lleva a sus familias.

Ellos están solos. Se contratan por lo que sea, trabajan en condiciones inadecuadas y no hay sindicato ni líder que los reivindique, que vea por sus derechos. Es algo que se agrava cuando, además, se les usa como carne de cañón, como gremio para presionar a las empresas que les dan trabajo o a otras agrupaciones rivales, incluso mediante la violencia.

Día a día sabemos de conflictos entre obreros atizados por falsos líderes que, como animales de la pradera, han marcado su territorio y escogido quiénes deben vivir y quiénes no. La paga es miserable: mil 300 o mil 500 pesos semanales, de los que deben separar 200 pesos para el líder, por su generosidad de haberles generado un empleo.

La historia que se replica en varias regiones de Veracruz, en Agua Dulce y Las Choapas.

Algunos de ellos son obreros integrados a la Federación Auténtica de Trabajadores del Estado de Veracruz (FATEV), que laboran en la perforación de pozos petroleros en el municipio de Las Choapas. Trabajan para las empresas Consorcio Paz, Grupo Keller y Watherford.

Otro grupo de trabajadores está adherido a la CNOP, el sector popular del PRI. A ellos también se les da empleo, pero cada obrero debe colaborar con sus respectivos 200 pesos para el líder, Ignacio Martínez Acosta. Es eso o quedarse con los brazos cruzados, sin nada que llevar al hogar.

En el municipio de Agua Dulce, el negocio lo hace la lideresa “obrera” de la Alianza Sindical de Trabajadores, A.C., Marjorie Oropeza Núñez.

Se trata de 350 trabajadores que laboran para 40 empresas subcontratistas, las cuales realizan trabajo para tres compañías: Curulli, Consorcio Paz y Comursa. A Marjorie Oropeza le entregan los sobres de nómina.

Marjorie Oropeza se ha ido convirtiendo en el terror del sindicalismo. El 29 de marzo pasado, la ASTRAC bloqueó las oficinas de la CTM, generando un conato de violencia. Desde las 11 y media de la mañana, acompañada de siete vehículos ocupados por obreros, se plantó frente a las oficinas cetemistas y señaló a Samuel Calderón Córdoba, dirigente de la agrupación de la CTM, quien hacía una semana acababa de salir de prisión, de amenazar con golpear a los dirigentes de la FATEV, Adolfo Sastré Palacios, y de la CTM, Jaime García Cabrera, alias La Ñaga.

Buena para tomarse la justicia en mano propia, la lideresa sindical Marjorie Oropeza bloqueó los accesos y, micrófono en mano, incitaba con insultos y bajezas a Samuel Calderón Córdoba a enfrentarlos, obteniendo de ellos sólo una andanada de improperios.

Poco después, el 4 de abril, la FATEV y la CTM firmaban un pacto de no agresión mediante un convenio en el que se comprometían a respetarse y buscar mejores salarios y prestaciones para los obreros.

Sin embargo, el 26 de ese mes, el delegado de ASTRAC, Samuel Calderón Córdoba, denunció que el grupo opositor, encabezado por Marjorie Oropeza, Víctor Cuevas y Adolfo Sastré Palacios, había contratado a dos hondureños que se desempeñan como pistoleros en Agua Dulce, para ejecutarlos.

Su versión la sustentaron en una supuesta reunión en un restaurant de Agua Dulce, en el que pactaron pagar 20 mil pesos “para que nos den pa’ bajo”. El caso lo hicieron del conocimiento del conocimiento del subprocurador de Justicia en el sur de Veracruz, Jorge Yunis Manzanares, pero no se aprehendió a nadie.

Marjorie Oropeza rechazó la versión, atribuyó a inventos de Samuel Calderón y reviró diciendo que son los líderes de ASTRAC quienes tienen atemorizados a los obreros agremiados en la Alianza Sindical con el argumento de que mientras estuvieron recluidos en el penal, conocieron a “mucha gente mala”, que les puede ayudar en lo que necesiten.

Poco después ocurrió un nuevo enfrentamiento entre los obreros, en la colonia La Cuevita, en Las Choapas, cuando un grupo de trabajadores, procedentes de Agua Dulce principalmente, irrumpió en una reunión del sindicato ASTRAC, les propinó una golpiza y levantaron a cuatro rivales, llevándolos con rumbo desconocido. Tres de ellos aparecieron golpeados, horas después, no así José Manuel Cadena Pérez.

Gritaban que iban por Roque Villegas y que se los entregaran pues tenían órdenes de matarlo.

Por segunda ocasión, el grupo de Marjorie Oropeza rechazó las imputaciones de violencia aunque reconocían que ese día habían viajado de Agua Dulce a Las Choapas. Incluso le sacó algunos trapos sucios a Roque Villegas, de quien dijo salió de Poza Rica, al norte de Veracruz, por acusaciones de extorsión contra compañías petroleras “a fuerza de golpe y garrote”.

Ese día, Marjorie Oropeza describió a sus rivales sindicales: 
“Humillan, explotan y abusan de los obreros. Nosotros tenemos una alianza respetando los límites territoriales: lo de Agua dulce es de Agua Dulce y lo de Las Choapas es de Las Choapas. Hay cierto respeto y cuando se comparte algún trabajo se hace de manera equitativa, pero Roque Villegas quiere acaparar todo”, denunció.

Roque Villegas tiene, a decir de Marjorie Oropeza, un historial criminal. Intentó levantar al dirigente cetemista, en Agua Dulce, José Valdivieso Zapata, de 70 años de edad, pero lo impidieron otros obreros.

No tardó un mes para que los arañazos pasaran al terreno judicial. El 26 de julio, un grupo de obreros adheridos a la ASTRAC denunció a Filadelfo Espinoza Hernández y Marjorie Oropeza Núñez de lesiones en cuerpo y cabeza que ponían en riesgo su vida, tras una nueva agresión cuando se disponían a trabajar en el pozo Los Soldados, en los límites de Las Choapas y Agua Dulce.

Detrás de esa denuncia estaba Roque Villegas. Los señalados eran, Filadelfo Espinosa Hernández, Marjorie Oropeza Núñez “La Mayoli”; Benigno Cruz Aguirre “El Colitas”; Arturo Espinoza, Arturo carrillo, Adelfo Espinosa, Jaime Espinosa, José Manuel Cadena Pérez, Felipe Ruiz Hernández, Lázaro Maldonado Rodríguez, Francisco Javier Méndez Hernández, Samuel Calderón Córdova “El Pelón”, Vicente Torres Montiel, Eduardo Torres Montiel, Neftalí Torres Ramos, y dos obreros de Agua Dulce a los cuales solo reconocieron como, La Ñaga y Valdivieso, supuestamente Jaime García Cabrera y José Valdivieso, el líder cetemista de 70 años.

Ante el clima de violencia entre líderes obreros, atizado por el control de los contratos para la perforación de pozos petroleros, el abogado laboral Matías Iturralde Campos, advirtió el riesgo en que se han convertido estos gremios. Recurren a la violencia en lugar de dialogar y la escalada de ataques podría generar consecuencias graves.

Sin embargo, entre mafias los odios a menudo se vuelven amores. Hará unos tres meses, cesaron las agresiones entre Samuel Calderón y Marojorie Oropeza, la luchadora social, y ahora Calderón es el brazo derecho de su acérrima enemiga.

Se les vio en Liverpool de shopping, bien vestidos, con ropa y calzado de marca, bañados en perfumes franceses, como si fueran del jet-set.

Mientras, sus agremiados se vieron envueltos en una espiral de violencia, algunos de ellos heridos, otros levantados, algunos más atemorizados, ganando una miseria a la semana y todavía sufriendo que les ordeñen el sobre de pago.

Así actúan las mafias obreras, con los recursos de la delincuencia, garantizando empleos ínfimos que a ellos les permiten atesorar un fortuna sin trabajar, mientras tengan alguen a quien explotar, a la vista de una autoridad complaciente y, más que eso, cómplice.

([email protected])(@moralesrobert)


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