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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Retenes: ¡¡¡Qué ganas de joder!!!

12/12/2012 09:44 a.m.

Imaginemos nuestro andar literalmente a vuelta de rueda, agobiados por el fastidio, presas de la ira y rehenes de la desesperación. Imaginémonos así, en una larga fila de autos, a lo largo de 10 kilómetros, sin opción de rebase, sin atajo que tomar, con sólo un destino: un retén policíaco, en el que poco buscan y nada encuentran.
 
Esa escena se repite a diario sobre la autopista Coatzacoalcos-Villahermosa, a la altura de Nuevo Teapa, donde la policía federal realiza una revisión aleatoria a los automovilistas, diríase a ojo de buen cubero, recayendo las sospechas sobre quien tiene pinta de maloso o al que los uniformados, con presunto olfato de sabueso, le huelen las malas intenciones.
 
De aquella fastidiosa escena no hay quien no miente madres por el tiempo perdido. Una hora, dos horas, a veces más, para pasar a 10 kilómetros por hora frente a los elementos de la Policía Federal y continuar el viaje sin ser molestados. Y a quienes hacen descender de los automóviles, rara vez les encuentran algo constitutivo de delito.
 
Es tiempo perdido, inútilmente perdido, en un operativo que ha decepcionado a todos, más aún cuando vemos a las policías, incluso a la Marina-Armada, en funciones de agentes de Tránsito, revisando licencia de conducir, tarjeta de circulación, pagos de tenencia, verificaciones vehiculares, que si el polarizado, que si el vidrio estrellado, que si el cinturón de seguridad.
 
Si sumamos las horas perdidas en esa espera, las dos o tres en que apenas se mueven los autos sobre la autopista Coatza-Villa, mientras se dirigen al retén policíaco, y si eso ocurre a diario porque nos vemos obligados a realizar esa ruta todos los días, la pérdida de horas-hombre repercute en la dinámica económica, en el encarecimiento de los productos comerciales, en las llegadas tardías al centro de trabajo o a los planteles escolares.
 
Hay quienes con evidente disgusto, relatan sus historias, las veces que debiendo estar a una hora precisa en una central de autobuses o en el aeropuerto, perdieron su salida y desde luego dinero, por estar atrapados en la fila kilométrica del retén policíaco, que a la fecha no pasa de ser un retén inútil y de magros resultados.
 
En términos de logística policíaca y militar, los retenes sirven como táctica disuasiva, lanzando el mensaje a los criminales de que la seguridad está en marcha y va a apretar a quienes andan fuera de la ley. Sólo que la disuasión se ha vuelto lenta, engorrosa para el ciudadano e imperfecta en sus resultados.
 
A los conductores que les provoca un dolor de cabeza esa pérdida de tiempo en el retén policíaco, les queda la alternativa de tomar una vía paralela a la autopista Coatzacoalcos-Villahermosa. Para ello usan la carretera que une Las Choapas con Cuichapa y ésta con Nanchital, para evadir el puesto de la Policía Federal.
 
Por esa vía, cada día transitan más automóviles sin importar que el mal estado en que se encuentra y su estrechez. Por ella se observa de todo, incluidos vehículos que transportan migrantes, a los que nadie los molesta, cubriendo una ruta segura mientras el operativo Veracruz Seguro se enfoca a una revisión somera y al vapor a los autos que circulan por la autopista. Ese tramo es la anarquía total, sin una patrulla policíaca o militar que vigile y mucho menos, que sancione, ya sea a polleros, a traficantes de droga o a quienes puedan anda fuera de la ley.
 
Se advierte, pues, que sobra espectacularidad y fuerza bruta, pero se carece de inteligencia institucional para abatir el delito y someter a los delincuentes.
 
En Coatzacoalcos, por ejemplo, cada vez son mayores las voces que reclaman el proceder de la policía estatal y la Marina, ya que por un lado dedican sus esfuerzos a meter al orden a los conductores que han infringido el Reglamento de Tránsito, y por otro cometen desmanes y abusos en agravio de la ciudadanía, al grado de venir acumulando denuncias penales y quejas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
 
Al Operativo Duarte, como le denominan al operativo Coatzacoalcos Seguro, le han surgido más chipotes que retoños. Las protestas están a la orden del día y se multiplican a medida que las fuerzas policíacas y militares intensifican su paso por colonias y puntos en que supuestamente actúa el crimen organizado, arremetiendo con todo y contra todos, llevando a las cárceles a ciudadanos inocentes, generando quejas y condenas, señalamientos y denuncias por atropellos, abuso de autoridad, fabricación de delitos e incurrir en la prepotencia que sólo se permite cuando alguien tiene un arma en la mano y su víctima está inerme, desprotegida, atada de manos, como ocurre con la sociedad.
Antes que el operativo Duarte viniera a entorpecer la labor de la Marina, con su rosario de atropellos e ineficacia, se llevaban a cabo decomisos y el desmantelamiento de células del crimen organizado.
De poco sirve un operativo que sólo entorpece la circulación de vehículos en carretera, que provoca pérdidas económicas a comerciantes, que encarece el precio de los productos, que genera repudio, críticas y temor, lejos, muy lejos, de lo que se esperaba de los cuerpos encargados de la seguridad.
 
En ese clima enrarecido, sin que las autoridades generen confianza y sin que se adviertan logros tangibles, los hechos delictivos continúan, provocando escepticismo entre la ciudadanía, que observa a navales y policías muy aplicados en labores de tránsito, pero poco convincente su labor como encargados de hacer retornar la tranquilidad.
 
Lo dicho. Ha faltado inteligencia, conocimiento claro de dónde opera el crimen organizado, cuáles son sus contactos, con qué elementos policíacos se vinculan, cómo funciona y cuales son los alcances de su red de comunicación, cuáles son sus fuente de financiamiento y muchas otros factores que permitirían al operativo Veracruz Seguro, aplicado en cada uno de los municipios de la región con fuerzas militares y policías, dar resultados claros.
 
Presume el secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita, que el operativo Coatzacoalcos Seguro ha comenzado a dar resultados; que se ha detenido a criminales y que se han decomisado armas y droga. A la par de ello, la ciudadanía le reclama atropellos por parte de navales y policías, como son aprehensiones ilegales de personas inocentes, allanamientos de domicilio, destrucción de bienes de particulares y un clima de sospecha, pues no era esto lo que se esperaba para garantizar la seguridad.
 
Los retenes son espectaculares, imagen para la foto del recuerdo y para el impacto en los medios de comunicación, pero poco efectivos en cuanto al desmantelamiento de las células del crimen organizado. Son engorrosos. Hacen perder el tiempo al automovilista que se ve atrapado durante horas en la interminable fila de vehículos; al comerciante que llegará tarde a su destino, obligado a encarecer sus productos; al estudiante que llega a destiempo a su escuela, o el viajero que pierde el avión o el autobús porque le es imposible acudir a tiempo.
 
Las instituciones fueron creadas para generar orden, no para provocar caos. Cuando se incurre en la sobrerregulación y cuando la autoridad se extralimita en sus funciones, o simplemente cuando carece de habilidades y capacidades para resolver una tarea, se rompe el equilibrio y la marcha de la sociedad.
 
Es el caso de los retenes policíacos, que a final de cuentas sólo ha servido para joder.

([email protected])(@moralesrobert)


 


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