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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

2013, las víboras cambian de piel

04/01/2013 03:17 p.m.
Si en los dos primeros años de su gobierno, alcaldes y diputados utilizaron gran parte del presupuesto gubernamental para desviarlo a sus cuentas personales, sobrellevando con cinismo la metralla crítica de la opinión pública por la manera desvergonzada en que ostentaron nuevas riquezas tan inexplicables como mal habidas, este 2013 será de escandaloso despilfarro para vestirse de hermanas de la caridad o lo que sea con tal de mantenerse en el poder.
 
Es, nuevamente, año de grilla y rebatiña electoral. Esta vez va de por medio la renovación del Congreso de Veracruz y las 212 alcaldías, codiciadas porque serán de cuatro años, porque habrá recursos extraordinarios, porque meterá la mano el gobernador Javier Duarte, suministrando dinero para hacer ganar al PRI, y porque los comicios serán gran distractor mientras los alcaldes se han de llevar más de lo que el 2012 les permitió.
 
Citemos casos. Uno, muy a la mano, es el de Marcos Theurel Cotero, presidente municipal de Coatzacoalcos, a quien el día que no le llueve le llovizna, protagonista de escándalos que van desde su prepotencia hasta las múltiples irregularidades en la obra pública, pasando por el contratismo del que siempre, invariablemente, beneficia a sus amigos y a empleados de mala fama y peor reputación.
 
Theurel transitó todo el año sumergido en la demagogia, ofreciendo un malecón que se le quedó en tres losas, dos banquetas y unos cuantos postes de alumbrado público, supuestamente por falta de recursos, porque el gobierno federal no aterrizaba las participaciones federales o porque el crédito de 350 millones de pesos solicitado a BANOBRAS llegó en los últimos días del sexenio calderonista. Por lo que fuera, no hizo nada.
 
Quizá eso sea lo menor. Theurel encabeza un gobierno de inacción, de promesas incumplidas, de pretextos absurdos y de justificaciones inaceptables. Es un alcalde que para excusarse recurre a la mentira y al engaño.
 
La otra parte del problema tiene que ver con la corrupción. Desde su primer año se le descubrieron marrullerías para asignar obras, las cuales las puso en las malolientes manos de sus amigos constructores y de sus nada recomendables socios, quienes operan una red de contratistas, lo cual evidencia el otorgamiento de contratos a través de licitaciones fraudulentas y que redunda en obras de mala calidad, ejecutadas al ai’ se va, desde luego solapadas por la Secretaría de Obras Públicas Municipales.
 
Theurel se la pasó así todo el 2012: al pueblo le daba atole con el dedo y al Congreso de Veracruz le remitía informes amañados para justificar el pago de obras mediocres y el derroche de millones, no sólo porque realizó obra que no estaba aprobada por el cabildo, sino porque en ese afán protagónico y en las ganas de figurar, tanto de él como de su esposa, Guadalupe Félix, casi duplicó el presupuesto de publicidad, algo insólito ya que tratando de mejorar su imagen, terminó convertido en el alcalde con mayor descrédito de la historia de Coatzacoalcos.
 
Los últimos meses han sido para Marcos Theurel de pesadilla. El cabildo se salió de control. Los ediles, que en un principio, le solapaban sus propuestas, ahora lo denuncian ante el Órgano de Fiscalización Superior y ante la Legislatura estatal. Diez de los regidores no asistieron a su informe de labores. Nueve de ellos le rechazaron los estados financieros y se negaron a ampliarle el presupuesto.
 
Tuvo la infeliz ocurrencia de comprarse un avión —un endeble avioncito— y a la vista de todos presume flamantes casas, remodeladas con vastos recursos, que han provocado los más agrios comentarios y la expresión hiriente de que en 2012 Theurel ya tuvo la primera edición del Año de Hidalgo.
 
Su imagen es la imagen de un alcalde corrupto e inepto. Eso sí, Marcos Theurel tiene una fijación: intentar que su esposa sea su sucesora aunque la señora Lupita Félix carezca de ángel y simpatía; no tenga capacidad de expresión; se aprecie como una figura política improvisada y no cuente con una estructura electoral que pudiera garantizarle ganar la próxima elección municipal.
 
Inflarla le ha costado al pueblo de Coatzacoalcos una fortuna, no de su bolsillo sino de las arcas municipales. Gran parte del presupuesto se destinó a pagos en la prensa para que se hable bien de una política sin formación, gris y mediocre.
 
2012 fue un derroche y este 2013 amenaza con ser peor. En año electoral, con el pretexto de que hay que ganar el Congreso, que si la oposición derrota al PRI y con ello provocaría la debacle del gobierno de Javier Duarte, Theurel va a tirar la casa por la ventana. Con mayor desenfreno habrá de otorgar obra pública, y si es a sus amigos, que son quienes tienen sus compañías constructoras, qué mejor. Con tal de ganar, nada es fiscalizable.
 
Otro caso igual de grotesco es el de Renato Tronco Gómez, alcalde de Las Choapas, surgido también, como Theurel, del fidelismo.
 
Renato Tronco ha sido un alcalde que provoca el morbo. Todo el pueblo está atento a sus ocurrencias y a sus desatinos. La obra pública es mínima y si no se la da a contratistas con quienes tiene compromiso, la realiza directamente con la Unión de Ejidos 25 de Abril, que es la máscara de su constructora.
 
Al pueblo le gusta escucharlo, no por su sapiencia sino porque aunque no sabe cómo gobernar a Las Choapas, es un show cuando salpica sus sesudos discursos con ajos y cebollas, mentadas y vulgaridades. O sea, Renato es un circo.
 
Su gobierno, como ya es sabido, es el principal enemigo del pueblo. Usa a su policía para reprimir, para atacar y para encarcelar a ciudadanos que ejercen su derecho a la libre manifestación de las ideas.
 
A eso se agrega el gran malestar saberlo dueño de una mansión millonaria, ubicada en sitio privilegiado, exhibiendo riqueza mientras el pueblo cada vez padece más estrechez.
 
También Renato tiene ínfulas de monarca medieval. Pretende heredarle el cargo a su ángel guardián, su hermano Miguel Angel, que de política no sabe lo más elemental pero que podría ser el convidado de piedra, un alcalde sin voz ni voto, puesto en la silla municipal sólo para tapar las corruptelas de Tronco.
 
Para los muchos que conocen la historia de Las Choapas, no deja de provocar hilaridad observar como los hermanos Tronco tratan de sacurdirse las evidencias de riqueza inexplicable, presumiendo que la traen de herencia, cuando no se olvida, una de tantas, que fue hasta que Renato obtuvo poder político que uno de sus hermanos pudo regresar al municipio luego de estafar en grande a conocidos ganaderos y a su propia familia.
 
En esa misma línea andan las hermanitas Vázquez, Fabiola y Regina, herederas de Cirilo Vázquez Lagunes, que se alternan el poder cada tres años y cuyo único mérito es mantener a Acayucan en el atraso.
 
Fabiola Vázquez Saut fue alcaldesa cuando el cacique vivía. Entregó el poder a Regina, quien se lo volvió a dar a Fabiola y ahora Fabiola se apresta a regresárselo a Regina. Es otro caso para La Ley de Herodes.
 
Sus gestiones les han merecido todo tipo de epítetos, desde recriminaciones hasta mentadas. En su manos, Acayucan se ha estancado. La obra pública es, como ya se sabe, para sus amigos, para los amigos de su mentor, Fidel Herrera Beltrán, o para los amigos del gobernador Javier Duarte.
 
Regina y Fabiola no ganan elecciones; se las roban. Su gestión es sórdida y siniestra. Regina, por ejemplo, en un año no entregó los estados financieros mensuales, lo que constituye delito, pero finalmente lo hizo de manera extemporánea, y tanto el ORFIS como el Congreso la solaparon gracias a los buenos oficios de su novio, el operador fidelista Ricardo Landa.
 
Así como se roban las elecciones, también le aportan votos al PRI. Acayucan, gracias a la magia de los números, le arrimó un buen número de votos a Javier Duarte en la elección de 2010, y con ello sumó hasta llegar al gobierno de Veracruz.
 
Cirilo Vázquez Parisi, medio hermano de Regina y Fabiola e hijo de Cirilo Vázquez Lagunes, trae lo patético en el ADN. Su obra pública en Cosoleacaque es mínima pero derrocha millones en publicidad en medios de comunicación para hacerse de una imagen que su pueblo no le ve por más que le busca.
 
Es un chapulín de la política. Llegó a la alcaldía de Cosoleacaque abanderado por el Partido Acción Nacional, pero con la cuerda que le daba el ex diputado federal Antonio Benítez Lucho, quien lo usó para enfrentar y derrotar a sus acérrimos enemigos, la familia Merlín, que en 2006 le frustraron la llegada a la Cámara de Diputados.
 
Cirilo podrá ser un fracaso para sacar del subdesarrollo a Cosoleacaque, pero en cambio ya chaqueteó al PAN y maniobró par que su hermano Ponciano, el ex presidente del DIF municipal, se haya convertido en diputado federal en la elección de 2012, obviamente bajo las siglas del PRI y con un fraude a cuestas.
 
Un caso más es el de Carolina Gudiño Corro, alcaldesa de Veracruz. Nacida en Oaxaca, acusada de usar documentos falsos para ocupar cargos públicos, fidelista pura, es el más vivo ejemplo de la ineficiencia y el derroche.
 
Su administración ha sido cuestionada hasta por los priístas. Su obra le sirve para hacer millonarios a sus amigos, y obviamente para llevarse parte del pastel. Veracruz se encuentra llena de baches —aseguran que le han contabilizado más de 20 mil— y su populismo es tan evidente que, lejos de generar infraestructura vial o inversiones millonarias, su obra cumbre es el carnaval del puerto o la remodelación de la avenida Díaz Mirón, a la que compara con los Campos Elíseos de París.
 
Lo de Carolina Gudiño es imperdonable. Con el mayor presupuesto del estado, nadie se explica dónde fueron a parar casi mil millones de pesos anuales de origen municipal, más lo que le llega vía participaciones federales.
 
2013 va a ser un año único para los alcaldes. Podrán no desarrollar obra de calidad, atender las demandas de la sociedad o remediar los graves problemas, pero en cambio, gracias a las elecciones, y sobre todo a la necesidad de evitar que el PRI pierda el control del Congreso y las principales presidencias municipales, se les podría volver a dar todo en bandeja de plata.
 
Sería, ciertamente su Año de Hidalgo. El único compromiso es salvar al PRI.
 
Lo demás, así sea el mayor de sus pecados, les serían perdonados.
 
 

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