La vista se no puede mostrar porque supera el umbral de vista de lista (5000 elementos) aplicado por el administrador.

Para ver los elementos, intente seleccionar otra vista o crear una nueva. Si no cuenta con permisos suficientes para crear vistas para esta lista, solicite al administrador que modifique la vista de modo que cumpla con el umbral de vista de lista.

Más información sobre la creación de vistas para listas grandes.

Roberto Morales Ayala

Zona Franca

“Y es que andaba mal…”

01/02/2013 12:14 p.m.
Y así, con esa frase, se justifica la muerte de cientos y miles de víctimas, muchas de ellas inocentes, en la oleada de violencia que no termina de golpear al sur, a Veracruz y a México entero.
 
“Y es que andaba mal”, dicen de los jóvenes y las jovencitas, algunos niños, mujeres y ancianos, cuyas vidas fueron segadas por la lucha de los cárteles por el control de plazas y territorios en que desarrollan sus actividades criminales.
 
“Y es que andaban mal”, dijeron jovencitas halladas sin vida en Estero del Pantano, en la zona conurbada de Cosoleacaque y Coatzacoalcos, hace unos días, sin que nadie, absolutamente nadie, tuviera un solo dato que pudiera servir para sostener que las muertas tenían algo que ver con grupos delincuenciales.
 
Y así ocurre con todos aquellos que mueren ejecutados o mutilados, sin que muchos se pongan a pensar que hay miles de inocentes a los que el crimen organizado levantó, tomó en sus manos y les arrancó la vida como parte de una práctica siniestra: calentar la plaza. Dicho de otra forma, toman a gente ajena a los cárteles y los matan sólo para violentar un territorio.
 
A fuerza de tanto repetir ese estribillo, la sociedad también ha estigmatizado a las víctimas de la violencia. Por igual, sin bases y sin elementos de prueba, dice ellos que “andaban mal” y por algo merecían ser asesinados e incluso mutilados.
 
Eso nos ha llevado a la criminalización de las víctimas, a priori, sin darnos a la tarea de escudriñar quiénes sí mantenían vínculos con la delincuencia y quiénes son inocentes. Eso nos deshumaniza y nos vuelve descarnados.
 
En ese tenor, anda mal el gobierno y sus áreas de seguridad, cuando justifican su incapacidad para abatir los niveles de violencia y en cambio, ante hechos de sangre, su primera reacción es que las víctimas fueron ejecutadas porque “andaban mal”.
 
Eso es ineficacia y la ineficacia es equiparable a la complicidad, si no deliberada, cuando menos es por omisión, por lo que deja de hacer. El gobierno veracruzano, fiel a su indolencia, recurre al camino fácil de la criminalización de la sociedad.
 
Los últimos crímenes han sacudido a la opinión pública y han dejado en claro que la seguridad en manos de la Policía Intermunicipal Coatzacoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque-Nanchital es una guerra perdida.
 
El operativo Coatzacoalcos Seguro se implementó como consecuencia del crecimiento de la violencia, la incidencia de levantones, de secuestros, de homicidios, de extorsiones.
 
Funcionó a medias y terminó generando oleadas de protestas por detenciones arbitrarias, tortura a un taxista y a un albañil, violaciones a tres jovencitas y el haber provocado un caos por la descomunal cantidad de multas por violaciones al Reglamento de Tránsito por parte de automovilistas.
 
En concreto, el operativo Coatzacoalcos Seguro fue un fracaso. Ante las protestas ciudadanas, se retiró la policía estatal, el Ejército, la Marina y la Policía Federal, en medio de un conflicto público entre el alcalde de Coatzacoalcos y el gobierno de Veracruz.
 
Los últimos acontecimientos revelaron que la Policía Intermunicipal no puede con el paquete. De ahí que de inmediato se reconfiguró un remedo del operativo Coatzacoalcos Seguro, instalando retenes, provocando mil molestias a los ciudadanos, permaneciendo más de una hora en cada puesto militar o policíaco, mientras los malosos siguen en los suyo.
 
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. Lo que hoy se observa es una repetición de algo que no funcionó. Los retenes, por ser estáticos y fácilmente localizables, sirven para poco. Cualquiera los evade por una calle alterna.
 
De hecho, el presidente de la Cámara de Comercio, José Antonio Wilburn González, ya acusa algo que está en la mente de todos: más que retenes se necesita trabajo de inteligencia para enfrentar a la delincuencia organizada.
 
“Ha faltado la estrategia, la inteligencia, más cámaras en la ciudad, más vigilancia en ciertos puestos, más inteligencia de esa que no nos damos cuenta pero que sabemos existe. Eso es lo que está haciendo falta”, señaló.
 
La inteligencia, como dice Wilburn, previene. Lo que el líder de los comerciantes asegura es que el Ejército y la Marina son “los únicos que vemos nosotros que están manejando cierta estrategia”. ¿Y la Policía Intermunicipal? Evidentemente no, aunque Wilburn no lo haya dicho explícitamente.
 
La inteligencia permite conocer el modus operandi de los grupos delincuenciales, su organización, sus integrantes, sus ligas familiares, sus fuentes de financiamiento, sus cómplices en las corporaciones policíacas, en los ministerios públicos, en los juzgados.
 
Los retenes son espectaculares, un show para denotar que hay presencia policíaca o militar, pero nada efectivos. Es una táctica disuasiva, para inhibir al delincuente, pero sería absurdo pensar que los delincuentes harán acto de presencia en un retén y ahí dejarse detener.
 
Hace falta inteligencia, y hay sobrada ineficiencia policíaca. Y eso, aquí y en cualquier lugar, es complicidad por omisión o por comisión.
 
Y ya en esas, parafraseando a los ideólogos del sistema, es que la policía veracruzana, anda mal.
 
 

¿Te ha parecido interesante la columna?

Comentarios

Comparte
La vista se no puede mostrar porque supera el umbral de vista de lista (5000 elementos) aplicado por el administrador.

Para ver los elementos, intente seleccionar otra vista o crear una nueva. Si no cuenta con permisos suficientes para crear vistas para esta lista, solicite al administrador que modifique la vista de modo que cumpla con el umbral de vista de lista.

Más información sobre la creación de vistas para listas grandes.