Con la campaña de lodo contra Miguel Angel Yunes Linares, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa lo están convirtiendo en un mártir de la democracia a la mexicana, en un contestatario al que hay que ponerle atención en lo que dice, porque tendrá mil defectos, pero existe congruencia entre lo que denuncia y lo que ocurre en los tribunales, incluida la acusación de un narco de que el ex gobernador de Veracruz fue financiado por el crimen organizado en su campaña electoral.
 
Con la tunda mediática, se convierte en una especie de adalid de la justicia porque mientras lo descalifican públicamente y lo acusan de todo, Yunes se las ha revirado con dos golpes demoledores: los videos que demuestran la participación de funcionarios bajo las órdenes de Duarte en pleno complot para utilizar los recursos federales —de la Cruzada Nacional contra el Hambre y de los programas sociales— para la compra de conciencias con fines electoreros, y con la certificación de las declaraciones en un tribunal de los Estados Unidos, en Austin, Texas, en las que se señala a Fidel Herrera Beltrán de haber recibido 12 millones de dólares para su campaña a gobernador con el compromiso de convertir a Veracruz en territorio de uno de los carteles del crimen organizado más peligroso del mundo.
 
Yunes Linares les armó el gran escándalo cuando, vía su hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, reveló cómo se hacían los priistas del control de los programas Oportunidades, 65 y Más, del Seguro Popular, de las despensas de Diconsa y de las lecherías de Liconsa, con los que obligan a los beneficiarios a votar por el PRI.
 
Yunes pegó en Veracruz y de inmediato el Partido Acción Nacional hizo la réplica, le dio la connotación política; obligó a la renuncia de seis funcionarios de la delegación estatal de la Secretaría de Desarrollo Social; la suspensión temporal de su delegado Ranulfo Márquez Hernández, un fidelista puro; provocó la fractura del Pacto por México, de manera conjunta con el PRD, bajo el argumento de que no podía proseguirse con las reformas estructurales mientras el PRI fraguaba cómo robarse las elecciones. En respuesta, el Presidente Enrique Peña Nieto suspendió los evento del pacto, cedió, propuso un addendum para garantizar limpieza electoral y sanciones a quienes lucren con los programas sociales.
 
La denuncia de Miguel Ángel Yunes Linares generó la crisis del Pacto por México. Y como responsable de esa crisis, ubicó al gobernador Javier Duarte, a sus operadores electorales y a su mentor de la gubernatura de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán.
 
La respuesta del fidelismo ha sido tan deshilvanada como torpe. Un grupo de diputados, encabezados por el alemanista Alejandro Montano Guzmán, denunciaron a Miguel Ángel Yunes Márquez, ex coordinador de Oportunidades en Veracruz, de lucrar con el programa.
 
Días después, el portal Reporte Índigo difundió un amplio reportaje en el que atribuye 36 propiedades a Yunes Linares, una de ellas una casa con valor de 100 millones de pesos, yates y un departamento en Miami, Florida.
 
A la par, el ex líder nacional del PAN, Manuel Espino Barrientos, advirtió que denunciaría a Yunes Linares por enriquecimiento ilícito. Suponía que el ex candidato panista al gobierno de Veracruz pediría tregua o se replegaría. Falló su predicción.
 
Por su parte, Miguel Alemán Velasco acusó a Yunes Linares de ser un “espía profesional” que siendo secretario de gobierno en el régimen chirinista, tenía lleno de aparatos de espionaje el famoso “palomar” del palacio de gobierno. Lo que no dijo Alemán es que esos aparatos de espionaje los instaló Fernando Gutiérrez Barrios, el policía político del sistema priista que antecedió a Dante Delgado Rannauro en el gobierno estatal, y éste a su vez a Patricio Chirinos.
 
Mientras el ambiente se tensaba, un antiguo operador del cártel del Golfo, José Carlos Hinojosa, revelaba que un “ex candidato del PRI al gobierno de Veracruz” en 2004 recibió 12 millones de dólares para financiar su campaña, y que el intermediario era el empresario constructor Francisco Colorado Cessa. El diario Reforma publicó la versión e identificó a ese candidato con el nombre de Fidel Herrera Beltrán. En su derecho de réplica, el ex gobernador aseguró que en ese caso judicial ni siquiera se le mencionaba.
 
En otro reportaje, Reporte Índigo señalaba que Yunes era amigo de Miguel Ángel Colorado Cessa, ex candidato a diputado por Tuxpan, cuando en realidad lo fue por Poza Rica, y que también tenía un amplio historial de amistad con su hermano Francisco, cuando en realidad el nexo evidente del narco es con Fidel Herrera, incluso acreditado con una fotografía en que ambos montan a caballo, publicada por el diario Reforma.
 
Lo que no imaginaba Fidel ni Duarte es que al emitirse la sentencia sobre el caso, Pancho Colorado fue condenado a 20 años de prisión y entonces el nombre de Fidel Herrera acaparó la atención. El ex gobernador sí fue mencionado como el beneficiario del dinero del cártel del Golfo, 12 millones de dólares para la campaña electoral; Francisco Colorado los trianguló vía su empresa ADT Petroservicios, S.A. de C.V., beneficiaria de contratos con el gobierno fidelista, y a cambio el crimen organizado pudo operar y adueñarse de territorios en el gobierno fidelista, hasta generar una crisis de seguridad pública y una oleada de violencia. Todo ello documentado en un reportaje de la revista Proceso.
 
La respuesta volvió a ser frágil y estéril. Reporte Índigo acusó a Yunes Linares de ser el amigo de Pancho Colorado y de haber gestionado un viaje a Veracruz para Josefina Vázquez Mota durante su campaña presidencial en un avión privado de una compañía propiedad del recientemente sentenciado en Austin por vínculos con el narcotráfico. Presentó bitácoras de vuelo y sostuvo que quien contrató la aeronave fue Yunes.
 
Era obvia la cortina de humo. Fidel movía las piezas tratando de diluir que el señalado de estar enredado con el cártel del Golfo es Fidel. Yunes respondió con una andanada contundente. En el programa de la periodista Carmen Aristegui desmintió todo y pidió que se revisaran las bitácoras de vuelo, donde, dijo, en ningún punto aparece su nombre. Dijo que ni conocía a Pancho Colorado, ni fue a recibir al aeropuerto a la candidata presidencial Vázquez Mota, como afirmaba Reporte Índigo.
 
Yunes capitalizó el escándalo para fijar una idea que aún persiste en la opinión pública: el que aparece en los expedientes del juicio por lavado de dinero para Los Zetas en Austin, Texas, es Fidel Herrera Beltrán; el que recibió 12 millones de dólares del cártel del Golfo para su campaña electoral, en 2004, fue Fidel; el que le entregó el territorio veracruzano a Los Zetas cuando rompieron con el cártel del Golfo, fue Fidel. Y todo eso es demostrable con los documentos del juicio en Estados Unidos, donde, dijo, el ex gobernador de Veracruz está señalado de estar coludido con el narcotráfico.
 
La respuesta volvió a ser frágil. Manuel Espino interpuso una denuncia penal ante la PGR contra Yunes Linares por enriquecimiento ilícito. Yunes respondió que Manuel Espino es una prostituta de la política, con perdón de las prostitutas, y que se había contratado con Duarte para lanzar una cortina de humo.
 
Los golpes en falso de Fidel y Duarte terminaron por convertir a Yunes Linares en un mártir de la democracia a la mexicana, recibiendo ataques sin fuerza y permitiéndole acusarlos, a Fidel y a Duarte, de haberse financiado electoralmente con recursos del crimen organizado y estar en expedientes judiciales en Estados Unidos, lo que sugiere la posibilidad de una acusación formal y la solicitud de extradición de la justicia americana, algo que no le vendría mal al gobierno de Enrique Peña Nieto, que no traga a Herrera Beltrán.

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