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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Crímenes y política

12/06/2013 08:41 a.m.

El  gobernador Javier Duarte de Ochoa cumple ciegamente con la encomienda que le ordenara su predecesor, Fidel Herrera Beltrán, de darle carta blanca al cacique Renato Tronco Gómez, pese a que con ello se convierte en un cómplice más de los crímenes y abusos de poder que se cometen en esta región del estado, donde se limita con las entidades de Chiapas y Tabasco.

Renato es un microcosmos de la impunidad a la veracruzana. Es el retrato de la justicia al revés. Representa la injusticia y el abuso. Sintetiza la burla a las leyes. Es la encarnación de la Ley de Herodes. Es la viva expresión de lo que los políticos de Veracruz son capaces de hacerle a la sociedad.

Y nada de esto es casual. Los tiranos no brotan como esporas. No son los hongos del campo que no tuvieron ni mamá ni papá. No surgen por generación espontánea. Son producto de la complicidad. Son incubados por grupos y mafias, los tiranos mayores, que desde las alturas de la política tienden su manto protector para que sus operadores se adueñen del presupuesto municipal, de tierras y viviendas, que acaparen el empleo, que manejen a los partidos políticos, que controlen a la prensa y de ser necesario, que se vuelvan dueños de los medios de comunicación.

Renato Tronco es un botón de muestra de cómo funciona, para mal de los ciudadanos, el fenómeno de la complicidad. Y como Renato, hay miles de políticos, priistas y no priistas, que hacen de las suyas y tienen quien les haga el paro, quien los salve de la cárcel, quien los deje aplicar su Ley de Herodes.

Renato, sin Fidel Herrera, y ahora sin Javier Duarte, sería un político en desuso, arrumbado en un rincón, quizá perseguido por sus excesos y por sus crímenes, quizá perseguido o quizá en plena huida, a salto de mata, como los ladrones en fuga.

Aquella grabación donde Renato Tronco y Fidel Herrera conversan, difundida por el periódico Excélsior, muestra cómo funciona la complicidad entre mafiosos. Renato obtiene ahí el aval para ser candidato a la alcaldía en 2010, los recursos para ganar la elección, el presupuesto a su disposición, otra vez la frase de “la plenitud del pinche poder”, las truculencias para dejar sin opción a otros aspirantes a la candidatura, las trampas de que se vale el PRI para simular que tienen procesos democráticos, y así un interminable catálogo de trampas que definen que donde hay capo menor hay capo di tutti capi.

Oigamos a través de las palabras:

FIDEL: Bien, muy bien, estamos firmes y a tu lado, y con todos los compromisos andando.

RENATO: Sí señor, mire, es que es que hay una cuestión que se está dando. Me apena molestarlo y que tenga que intervenir en este caso, pero es que hay muchas cosas, le decía, que se están saliendo de control.

FIDEL: Tú eres el responsable, el jefe. Te consta que ni te hablo, te he dejado total y absolutamente el control del mando y la responsabilidad; ahí nadie tiene autorización de metérsete, ni de hacerte, ni de nada.

RENATO: Sí, señor, aunque no se han cumplido así las cosas, ¿eh?

FIDEL: Pero tú me dices, tú tienes línea directa y dime, a ver falta esto, necesito aquello, te consta que legal y personalmente.

Más adelante Fidel Herrera le expresa:

Pero tú eres ahí el responsable de todo, hombre; para mí es una tranquilidad haberte dejado en el frente porque sé que eres de batalla y esta es la madre de todas la batallas.

El diálogo sigue:

FIDEL: Bueno, pero ahora tengo un secretario que se va a dedicar nada más a eso, que es GUILLERMO HERRERA, y yo tengo el recurso ahorita para que le entres pa'delante. ¿Cuánto necesitas? Te lo hago llegar.

RENATO: Sí, mire, la verdad es que el tema... digo, a mí me apena, señor, créame que me apena, porque a usted se lo dije y se lo prometí, mi lealtad es para usted, pero hay cosas que sí me han dejado...

FIDEL: Ya hicimos todo, cabrón, ya hicimos todo. Y todo lo que te hayan dejado tirado lo levantamos, oye. Pues estoy ahorita en plenitud del pinche poder; tengo el gobierno en la mano.

En otro fragmento de la conversación se puede escuchar:

RENATO: Y luego, la planilla que yo le había comentado ¿Se acuerda?

FIDEL: Esa es tuya. ¡Tú ponla toda!

RENATO: Habría que inhabilitar a estos o con documentos y eso... No pasan y se puede llamar la candidatura mía por la alianza de los partidos y entro por la puerta grande, señor. Ayúdeme en eso, porque es que yo ya estoy bien bateado, bien choteado, bien golpeteado, bien...

Renato Tronco, además de quejarse y llorar, le expresa: “A usted se lo dije y se lo prometí, mi lealtad es para usted”.

El lenguaje es de mafiosos. Fidel le da el poder y Renato acusa lealtad. El lenguaje, repito, es de mafiosos.

Suenan como verso de Joan Manuel Serrat, letra de “Algo personal”.

Hombres de paja que usan la colonia y el honor/para ocultar oscuras intenciones:/tienen doble vida, son sicarios del mal./Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,/viajan de incógnito en autos blindados/a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,/a colgar en las escuelas su retrato.

Y es algo personal lo que dejaron Renato y Fidel cuando el crimen de Alfredo Pérez Juárez dejó de ser argumento para hacer justicia. Se impuso la impunidad. Renato se rindió ante Fidel, se salvó de ser desaforado, se unió al gang de Veracruz. Renato burló a la justicia, como los sicarios de “Algo personal”.

Ya de entonces para acá, la cosa está peor. Javier Duarte, el gobernador de Veracruz, terminó de encubrir a Renato Tronco, olvidó el crimen del maestro Alfredo Pérez Juárez y sumió a Las Choapas en un minicacicazgo que ha generado el repudio social. Duarte es el nuevo cómplice.

Renato se apropia de las obras públicas y las hace pasar como obras de la Unión de Ejidos 25 de Abril, que usa como empresa constructora; obras que valen menos de la mitad de lo que son facturadas por su baja calidad; obras cuya rentabilidad queda en casa pues se las da a la empresa que maneja su hermano Miguel Ángel. El abigeato no tiene freno. El tráfico de indocumentados tampoco. Fidel acabó con el orden establecido. Creo una nueva ley, la Ley Renato.

Fidel y Duarte no quisieron escuchar la expresión más lastimosa de Renato Tronco en aquella conversación: “yo ya estoy bien bateado, bien choteado, bien golpeteado”. Pero ahora está peor. Tres años después, el repudio es total.

Renato es un microcosmos de la política veracruzana. Hay Renatos en todos los rincones, en las grandes urbes y en los municipios más olvidados. Son caciquitos o aspirantes a caciques que abusan, roban, matan, se vinculan con el crimen organizado, despojan al ciudadano, lo persiguen, lo reprimen porque se saben protegidos, impunes, encubiertos por el gobernador.

Es esa clase política, el gran mal de Veracruz. Por eso la revuelta social crece.

([email protected])(@moralesrobert)

 


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