Creerle a un embustero es un error que en política suele tener negros resultados. Eso le ocurre al gobernador Javier Duarte de Ochoa y a su manager de cabecera, su antecesor Fidel Herrera Beltrán, con Renato Tronco Gómez, el sedicente y fallido cacique de Las Choapas.

Renato los hizo creer que tenía el control político, que mandaba con puño de hierro y que su voz no era obedecida sino acatada en el pueblo y en el campo, porque para eso había nacido y para eso estaba predestinado.

Les pintó un escenario en el que sólo pudieron creer Duarte y Fidel, quizá cautivados por un mentiroso compulsivo, que además tenía la magia de hablar como merolico, sin parar, por horas, diciendo, retando, engañando, ofendiendo, amenazando, en un espectáculo que si bien no le servía a nadie, cuando menos era divertido.

Fidel llegó a decirle que hiciera lo que quisiera. “Eres mi mejor guerrero”, le expresó en aquella memorable grabación telefónica en que se puede percibir a los poderosos usando el dinero público para lucrar electoralmente, y a un Renato Tronco deslizando el precio de fechoría, 10 millones de pesos, para entrarle a la candidatura, previa agilización de recursos para un supuesto camino rural.

Así le entregó la candidatura en Las Choapas y más tarde, con sus consabidas maquinaciones, la presidencia municipal, los recursos, las obras, los negocios.

Y resulta que su mejor guerrero resultó un fraude político, que presumía que con sólo ser pronunciado su nombre se rendían pueblos enteros, un especie de César romano en plena conquista de las Galias, o un Ricardo Corazón de León replegando a los moros en medio de las Cruzadas del Medioevo.

Renato Tronco, alcalde con licencia de Las Choapas, habrá ganado con sus tretas y con sus mañas la diputación local del distrito Coatzacoalcos Rural, pero en Las Choapas sufrió un severo descalabro cuando su hermano Miguel Ángel, abanderado de la Coalición PRI-Verde-PANAL, cayó en las urnas aunque con una gama de trampas pretende arrebatar el triunfo del PRD y a su candidato Marco Antonio Estrada Bernal.

Está metido en un lío que difícilmente sabrá resolver. Renato mintió sobre su capacidad política, sobre su influencia entre la población y sobre su capacidad de convencimiento.

Los excesos de Renato lo hicieron pedir la candidatura para su hermano Miguel, no con la intención de proseguir un proyecto para Las Choapas, porque eso ni siquiera pasa su mente. Lo que quería era que alguien lo encubriera. Para Renato Tronco el atraso de las comunidades rurales han significado un negocio lucrativo. Los caminos que realizó son una muestra de mala calidad y algunas de ellas las ejecutaron empresas que le son afines.

O sea que mientras los campesinos eran mantenidos en su pobreza y en su abandono, Renato Tronco obtenía utilidades jugosas.

Renato sabía que esa candidatura a la alcaldía era para el diputado Marco Antonio Estrada Montiel, quien tres años antes aceptó ir al Congreso y dejar pasar a Tronco y verlo convertido, contra sus deseos, en presidente municipal de Las Choapas.

Pero Tronco rompió acuerdos y le ofreció al gobernador Duarte que podría lograr la victoria para el PRI si el candidato era su hermano Miguel Ángel. Prometió votos, manejo político, control en las comunidades rurales, capacidad para someter a sus adversarios, habilidad para dividir a la oposición.

Renato se vendió como un cacique de altos vuelos, sin revelar las grandes fracturas que venían ocurriendo en su estructura, integrada por gente de escasa capacidad política, muy similar al cacique de papel.

Se vendió ante el gobernador Duarte y ante su patrón Fidel Herrera como un hábil operador electoral, con una influencia total tanto en la zona urbana como en el área rural, cuando la realidad indicaba un deterioro de imagen y el hartazgo de la población hacia un alcalde que a menudo reprimía a quienes ejercían su derecho a la protesta y que exhibía su riqueza y una actitud prepotente que rayaba en el despotismo.

Tronco se aferró a que el candidato debía ser su hermano Miguel Ángel, no porque tuviera algún virtud para gobernar Las Choapas sino para cubrirle sus corruptelas, los abusos de autoridad, el despojo a muchos ciudadanos, el uso de la policía para golpear al pueblo y cientos de atropellos más a la ley. Tronco quería a Miguel Ángel Tronco en la presidencia municipal para asegurarse impunidad.

Tronco engañó al gobernador Javier Duarte con su infalibilidad electoral y con un control en la zona rural, que no tiene. Y de paso provocó que Marco Estrada renunciara al PRI y se convirtiera en candidato del Partido de la Revolución Democrática, aglutinando priistas que repudian a Renato y a panistas que no cupieron en el proyecto de Serafín Roldán Serna. Renato logró lo que de tiempo atrás se esperaba: unir a todos en su contra.

Su campaña y la de su hermano Miguel Ángel se distinguieron por el despilfarro, por la compra descarada de conciencias, por la promoción de imagen usando recursos públicos, por la presión al votante, por la presencia de gente armada en los ejidos. Sin embargo, los choapenses actuaron en conciencia, ejercieron su derecho al voto y sacudieron a un cacicazgo que no se pudo imponer ni con la violencia ni con la táctica del miedo.

Las cifras le son adversas y hasta dramáticas al tronquismo. Marco Estrada aventaja en la elección y enfrenta además la manipulación de cifras, donde le contabilizan menos votos, que obviamente le son agregados ilegalmente a Miguel Ángel Tronco.

El Consejo Distrital Electoral también está metido en el lío. Quien capturó las cifras para abastecer de información al Programa de Resultados Electorales Preliminares, el PREP, actuó de manera dolosa. Si Marco Estrada tenía 180 votos en una casilla, en el PREP apareció 80; los otros 100 se los agregaron a Miguel Ángel Tronco. Abundan los resultados alterados y las casillas atípicas, donde el tronquista se lleva toda la votación y no le deja nada al PRD. Eso es fraude.

Renato pudo ganar el distrito y seguramente será diputado local, simplemente porque en los otros municipios ni lo conocen ni lo han tenido que sufrir. Renato podrá calentar la curul en el Congreso de Veracruz y se dedicará a no hacer nada porque ni idea tiene de cómo legislar.

Su problema no está ahí. Está en la pérdida de la alcaldía de Las Choapas. Cuando Marco Estrada asuma la presidencia municipal, estará obligado a revisar las cuentas de Renato, el cochinero financiero, los contratos otorgados ilegalmente a sus amigos y a las empresas de su familia, y llevarlo ante los tribunales.

Muy temprano, el domingo de la elección, en el periódico vocero del tronquismo se intentaba inducir al electorado a votar por Miguel Ángel Tronco con un encabezado que hoy da risa, aludiendo que el triunfo del priista sería arrasante y contundente. Este lunes 8, la desesperación era evidente: “Con dificultad pero gana”. ¿Y la contundencia? ¿Pues no que iba a arrasar? 

El recuento habrá de poner en claro el desplome de un cacicazgo, el de Renato Tronco, que se desmoronó cuando comenzó a enloquecer políticamente, cuando se mareó con el poder, cuando el dinero lo hizo vivir en la irrealidad.

Pudo engañar al gobernador Duarte, pero los hechos, la derrota de su hermano Miguel Ángel, la pérdida de la alcaldía, la derrota del fraude, ubicaron al embustero en su lugar.

([email protected])(@moralesrobert)