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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

El dengue está controlado, la gran mentira

19/07/2013 09:29 a.m.
Lo peor que pueden hacer los gobiernos es ocultar la realidad, mentirle al pueblo con su habitual demagogia y decir que todo, absolutamente todo, está bajo control cuando los grandes problemas que aquejan a la sociedad se hallan a la deriva.
 
Cuando un gobierno miente, pierde autoridad moral. Cuando se reserva información para encubrir sus errores o su incapacidad, fracasa en su función institucional. Cuando maquilla cifras y manipula estadísticas, comete pecado de omisión o pecado de perversión.
 
Así ocurre con el dengue, un mal de salud que afecta a regiones tropicales, como abundan en Veracruz, y del que es susceptible de sufrirlo cualquiera si los programas de prevención fallan.
 
De tiempo atrás, el dengue trae de cabeza al gobierno de Veracruz. Se implementan operativos de abatización y fumigación, tratando de acabar con el mosco Aedes Aegypti, que se incuba y prolifera en cualquier estanque, en charcos, en cubetas, en llantas y todo depósito con agua estancada. Al sufrir la picadura de ese insecto, el ser humano es inoculado y días después comienza a experimentar diversos síntomas, fiebre, dolor de cuerpo, de cabeza, e incluso se recrudecen algunas enfermedades del pasado, haciendo confuso el diagnóstico.
 
Si es dengue clásico, los efectos son molestos. Pero si se trata de dengue hemorrágico, puede ser mortal.
 
El dengue es pues un problema de salud pública, con el que no puede el gobierno de Veracruz, pese a los millones de pesos invertidos en programas de prevención y los operativos para erradicar la proliferación del mosco transmisor.
 
Por su geografía, Veracruz posee una gran extensión de zonas tropicales, vegetación por doquier, lugares de altísimas temperaturas y copiosas lluvias, con precipitaciones durante nueve meses al año, que permiten condiciones de humedad que favorecen al dengue. Si a eso se agrega la irresponsabilidad de miles de ciudadanos que mantienen depósitos de agua estancada y que no atienden los llamados a observar las medidas de prevención, la mezcla da pie a un problema de salud pública.
 
El dengue, todo mundo lo sabe, está fuera de control desde hace años. El número de enfermos y de muertos se oculta porque así lo decide el gobernador en turno. Si un paciente presenta los síntomas, le diagnostican otra enfermedad. Si alguien fallece manifestando todas las características del dengue, el certificado de defunción atribuye las causas de la muerte hasta a un resfriado.
 
En términos claros, en Veracruz nadie se puede morir de dengue porque así lo decide el gobierno estatal, el gobernador en turno o el secretario de Salud.
 
A muchos les ha tocado ver postrado en cama a un familiar con síntomas de dengue, pero el diagnóstico oficial es maquillado para que ese enfermo no incremente las estadísticas que revelan que el dengue es un enemigo con el que los sistemas de salud del gobierno veracruzano no pueden.
 
En diversos lugares de Veracruz, en el norte, en el sur, en el puerto de Veracruz, en la sierra de Zongolica, en la sierra de Soteapan, han muerto cientos si no es que miles a causa del dengue, pero en la estadística se nos dice que mueren por otras causas.
 
Lo imperdonable es que como política de estado, el gobierno de Veracruz haya venido ocultando la gravedad del dengue; que haya maquillado cifras de enfermos y muertos; que haya mantenido durante años un engaño autoelogiándose con la contención o supuesto abatimiento del dengue.
 
En 2010, por ejemplo, cuando concluía el sexenio de Fidel Herrera Beltrán, el gobierno de Veracruz reveló que en total se tenían registrados 3 mil casos de dengue. De ellos, 2 mil ocurrieron en Coatzacoalcos, incluidos algunos de dengue hemorrágico. Eso es lo que oficialmente se aceptó, pero se sabe que el registro real es mucho mayor.
 
Es casi imposible disponer de alguna fuente, de alguien del sistema que revele que el gobierno de Veracruz oculta las cifras reales del dengue o que admita que se maquilla el número de enfermos o muertos. Sin embargo, insospechadamente, esto ya ocurrió.
 
Quien abrió la boca de más es Renato Tronco Gómez, ex alcalde de Las Choapas y ahora diputado local electo por el distrito XXX. Se fue de la lengua, como es su costumbre, y sacó a la luz un tema que pone evidencia al gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
 
En medio de la crisis que le produjo el resultado de la elección municipal, al ver que su hermano Miguel Ángel está en la cuerda floja si se comprueba que recurrió al fraude para imponerlo como alcalde de Las Choapas, Renato Tronco Gómez arremetió contra los operadores priistas, reveló que el dengue está fuera de control y que hay un velo de silencio en torno a él.
 
La naturaleza de Renato así es. Es un personaje que a menudo incurre en exabruptos suicidas, que se va de la lengua y que no mide las consecuencias de sus indiscreciones.
 
El día que recogía su constancia de mayoría para irse de nuevo como diputado al Congreso de Veracruz, dijo que los responsables de los programas para combatir el dengue no hacían su trabajo por andar dedicados a la política. Se le echó encima a la directora del Hospital Regional de Coatzacoalcos, Nereida Santos Hernández, por cierto amiga cercana del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, a quien Renato le debe no sólo haberse despachado en grande con el presupuesto municipal, sino su libertad puesto que se le acusa de haber ordenado el asesinato del ex regidor Alfredo Pérez Juárez.
 
A las autoridades de salud, Renato los acusa de no controlar el dengue. Dice que hay muchos casos, que el director del Centro de Salud de Las Choapas lo sabe, que todos los saben, y que hay muchísimos enfermos que no se dan a conocer pero que son parte del problema de salud pública.
 
Dijo que en el hospital “Doctor Pedro Coronel Pérez” se siguen dando casos de dengue y en el Centro de Salud de Las Choapas se actúa con ineficiencia, y “es no tener madre”, afirmó, callar los casos de dengue hemorrágico. También reveló que dos de sus allegados, la directora de Salud, Norma Chávez Hernández, y el regidor César Díaz, estaban contagiados de dengue, aunque a éste se le vio el día de la elección transportando urnas embarazadas en la zona rural.
 
Tronco abre la boca ahora, pero a lo largo de 2012 y 2013, cuando se recrudeció el problema de dengue en Las Choapas, cuando él era alcalde, también guardó silencio y negó lo que la ciudadanía venía observando, cada vez con mayor número de casos de enfermos y muertos.
 
La revelación es más que grave. Renato Tronco sabía que existía un velo de silencio y optó por callar hasta que el resultado de la elección municipal le complicó su proyecto político y perdió los estribos. En ese momento delató al gobierno de Javier Duarte de Ochoa y su política de ocultamiento de un problema grave de salud pública.
 
Tronco fue cómplice de esa política perversa, pero su delación, por la causas que sean, exhibe al gobierno de Veracruz en un tema que pone en duda la solvencia moral y la conducta ética de quienes tienen bajo su responsabilidad la contención del dengue.
 
Haber maquillado las cifras de enfermos y muertos por el dengue, ocultar la gravedad de un problema de salud pública y obligar a los responsables del sistema de salud a callar sobre descontrol y el fracaso de los programas de prevención, es una agenda que el gobernador Javier Duarte no puede eludir y muchos menos soslayar.
 
La transparencia y la rendición de cuentas así lo exigen.
 

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