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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Laura Bozzo también le sirvió a Fidel para distraer

02/10/2013 09:27 a.m.

Laura Bozzo es una mujer de farándula y escándalo, una loba con piel de oveja, que lo mismo enfrenta procesos judiciales, que denigra al ser humano o que sirve a la clase política, a quien le arrienda sus servicios para distraer de los temas cruciales y de los grandes rezagos sociales.

La distingue su estilo vulgar con el que increpa a sus panelistas, encara a los malos maridos, a los infieles novios, a los desnaturalizados padres que abandonan a sus hijos, o a los hijos de su mal dormir que condenan al olvido al ser que les dio la vida.

Para todos tiene la presentadora peruana, “Señorita Laura”, hasta llamarle putita a una joven que estando casada confiesa un embarazo con un amante.

En horario familiar, a las 3 de la tarde, Laura Bozzo llega hasta la mesa del comedor, acompaña los alimentos, se convierte en el postre del menú y derrama ajos y cebollas, chispas y centellas en su talk show, que muestra la vida actuada de una parte de la sociedad mexicana.

Hoy enfrenta un escándalo sui generis. Fue evidenciada por armar un montaje en la zona devastada por el huracán Manuel, en Guerrero. A bordo de un helicóptero del gobierno del Estado de México, vestida con uniforme de rescatista —un overol rojo con insignias nacionales, casco, lentes, botas de hule— se trasladó al área más golpeada. Grabó y se dejó grabar con los damnificados de Coyuca de Benítez, con un llamado a su auditorio para conmoverse y conmover el bolsillo, aportar ayuda, despensas, ropa, objetos de higiene personal, dinero.

Iba bien su mascarada. Sólo que la revista Proceso tocó un punto inexplorado del show: Laura Bozzo no rescató a nadie, no llevó ayuda y sólo servía para distraer de otros aspectos de la tragedia, los que le preocupan sobremanera al gobierno federal, entre ellos la omisión, la alerta tardía, la falta de prevención, la negligencia que costó cientos de vidas. El reportaje de Marcela Turatti y las fotografías de Eduardo Miranda revelarían para qué sirve la conductora peruana y qué tan repudiada es en su país, cuánto se le rechaza en México y su lamentable función para tender cortinas de humo.

Proceso activó el botón y Carmen Aristegui, en su espacio de Multivisión, le daría una dimensión impensada a la gran farsa de Laura Bozzo, la nueva imagen de Televisa.

La reacción de “Señorita Laura” la llevó a verse convertida en la oveja negra de su propio talk show. Se indignó, retó a Carmen Aristegui a ir a las zonas devastadas, a medir su rating, a trenzarse en un torneo de popularidad. Laura Bozzo le servía a Televisa para golpetear a Carmen Aristegui y cobrarle cuentas que venían de tiempo atrás, cuando la periodista de MVS reveló la política de censura en el consorcio Azcárraga y el encubrimiento mediático al presidente en turno.

Sin embargo, contra lo que “Señorita Laura” suponía, las redes sociales y la prensa seria sirvieron para advertir qué tanto rechazo social provoca. La destazaron, la ridiculizaron en caricaturas, en memes, en videos, hasta anunciar un fugaz retiro de Twitter, al que volvió con destellos que traslucían frustración.

Proceso la persiguió informativamente. Documentó cómo Laura Bozzo usurpó funciones de rescatista; usó el uniforme, un vehículo oficial, no entregó ayuda y engañó a quienes hizo participar en su montaje en las zonas devastadas, lo que es un delito.

Carmen Aristegui entrevistó a Julio Arbizu, procurador anticrimen de Perú, quien confirmó que Laura Bozzo perteneció a una red de corrupción, que fue condenada por peculado, que se le arraigó y que su sentencia fue por cuatro años. La presentadora de televisión mantenía una relación directa con Vladimiro Montesinos, jefe de inteligencia del presidente Alberto Fujimori, actualmente preso.

Laura Bozzo recibió por lo menos 3 millones de dólares que habría repartido entre actores políticos para impulsar la reelección de Fujimori. Al mismo tiempo, su programa televisivo servía para distraer la atención de los verdaderos problemas sociales de Perú.

En México, Laura Bozzo vino a hacer lo mismo. Primero la trajo TV Azteca y algunas semanas después ya ”reporteaba” para Televisa. Su primer trabajo lo hizo para el ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, en 2010, cuando el huracán Karl causó destrozos, desolación y cientos de miles de damnificados.

En la plenitud del escándalo, en “la plenitud del pinche poder”, el grupo que gobierna Veracruz financiaría los servicios propagandísticos de Televisa y Laura Bozzo, para distraer a la opinión pública y lucrar con la desesperación de miles de veracruzanos.

La misión de “Señorita Laura” siempre ha sido así. Acude a los lugares devastados, arma un montaje, lanza el mensaje de que está ahí para ayudar, pide ayuda y concentra la atención para diluir la crítica por la negligencia oficial, por la falta de prevención. De eso simplemente no habla.

“Laura Bozzo ayuda a Veracruz”, fue el titular propagandístico de esmas.com, el 1 de octubre de 2010. En la nota, Laura Bozzo expresaba: “Estoy muy conmovida. Ayer estuve recorriendo varios lugares y es tan triste ¿no?, porque uno se la pasa toda su vida ahorrando, juntando cada cosa y luego de la nada lo pierdes todo”.

Cuatro días después, se dijo robada. Denunció que algún “desgraciado” había sustraído un anillo con valor de 18 mil dólares y 200 mil pesos en efectivo que había depositado en una caja de seguridad del hotel Fiesta Americana, en el puerto de Veracruz, según la investigación ministerial 766/2010. ¿A quién se le ocurre llevar un anillo de 18 mil dólares -más de 200 mil pesos mexicanos- a una zona devastada? ¿O acaso se lo regaló Fidel?

En distintos discursos, Laura Bozzo reiteraba que había llegado al Veracruz de Fidel Herrera a ayudar. “Que sientan que yo estoy con ellos. A mí no me gusta ni las grandes fiestas, ni estoy en la televisión por el glamour. A mí me gusta estar en el lugar, donde está la gente sufriendo y darles un poquito de consuelo”.

Su audacia es tan grande como su demagogia: “Obviamente, nosotros no solamente buscamos historias, sino que le damos solución”, señaló.

En Veracruz, por supuesto, no aportó ninguna solución. Su show sólo fue un distractor, historias que conmueven, tragedias familiares, la pérdida de vidas y lo que el río se llevó. Laura Bozzo no se distingue por cuestionar a la autoridad, al alcalde, al gobernador, al Presidente, por los asentamientos irregulares, por la corrupción que permite desarrollos inmobiliarios en zonas prohibidas.

No denunció la mala calidad de las carreteras veracruzanas y de los puentes que tanto presumió Fidel Herrera cuando andaba en “la plenitud del pinche poder”, porque las tragedias vienen solas y para que buscarle más espinas al nopal.

Esa es la misión de Laura Bozzo. Su show es un distractor en momentos críticos. Concentra la atención en la pérdida de bienes materiales y en la muerte de personas, pero no aporta soluciones, como presumía cuando llegó a Veracruz.

Fidel entonces, como ahora Peña Nieto, la contratan para tender la cortina de humo que le urge al gobierno, para realizar el montaje, para exaltar la tragedia, pero no para encontrar las causas que propiciaron que la devastación fuera mayor. Así lo hizo en Perú y así lo hace ahora en México.
([email protected])
(@moralesrobert)

 


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