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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Duarte: No oye, no ve, pero sí reprime

14/10/2013 09:48 a.m.
En las calles y en las plazas, en toda ciudad de Veracruz, se les ve marchar. Los maestros portan mantas, cartulinas, carteles, y en todos se leen consignas contra los líderes, contra Callejas, contra el gobernador Javier Duarte y contra el Presidente Enrique Peña Nieto.
 
Para ellos, hoy es lo mismo Callejas que Duarte y que Peña Nieto. El gobierno de Veracruz recibe condenas porque reprime a los maestros y se pone de lado de Juan Nicolás Callejas. Irrita a los maestros porque no defiende los derechos laborales del magisterio y persiste en secundar al Presidente de México en la imposición de la reforma educativa.
 
Con un doble lenguaje, Javier Duarte ofrece mediar en el conflicto a cambio de que los maestros concluyan su paro de actividades; los remite al Congreso estatal para suscribir acuerdos de respeto a sus derechos laborales, que en los hechos no cumple pues hoy la Secretaría de Educación de Veracruz afina los descuentos y la cancelación de contratos por acumulación de faltas, y asegura que está del lado del magisterio mientras les aplica la fuerza pública.
 
El Gobierno del Estado ha preferido hacer caso omiso del reclamo de los maestros de que el Gobierno deje de apoyar y solapar las corruptelas de quienes dirigen las sección 32 del SNTE, y los demás sindicatos, todos viciados por la corrupción del gobierno duartista.
 
Su “diálogo” ha sido bajo la intolerancia de no ver, no escuchar y despotricar, denigrar y golpear. Es el estéril lenguaje de la intolerancia.
 
En Veracruz, la inconformidad contra la dictadura callejista en el magisterio ya prendió, y quizá sus frutos no se verán en lo inmediato, pero es una lucha que pulverizó el poder que ostentaba el cacique Juan Nicolás.
 
Habrá que ver a un líder cameral, sostenido solamente por la intolerancia y no por el magisterio, hacer malabares para quedar bien con el Presidente Peña Nieto y con el gobernador Duarte para que se aplique la reforma educativa y con ello se vayan a la calle miles de maestros y que sean los padres de familia quienes terminen pagando la educación de sus hijos, primero con los servicios y el mantenimiento y después con los libros y el salario de los maestros, la privatización pues.
 
Callejas ya dio señas de que no controla al magisterio y que el repudio hacia su liderazgo cada vez es mayor. Los maestros multiplican sus protestan y sus bloqueos de carreteras y avenidas provocan caos y la irritación de quienes se ven atrapados en el embotellamiento vehicular.
 
Frente a esa estrategia, Duarte de Ochoa ha ofrecido un diálogo que se ha vuelto monólogo, tal como lo cita la periodista Melissa Hernández en su blog http://melissahernandezreporter.wordpress.com. Los maestros son convocados a integrarse a mesas de trabajo donde reclaman que el gobierno de Veracruz haga suya la defensa de sus derechos laborales, pero no encuentra respuestas. Javier Duarte, a través de sus representantes, ni los oye ni los ve.
“El diálogo sigue abierto con gobierno del Estado. Sin embargo, no se prestan a ningún acuerdo. Tal pareciera que es un monólogo; no permiten que los maestros den sus opciones, ni opiniones”, dice el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano.
 
El 12 de octubre, la movilización se recrudeció. En protesta por la detención de decenas de autobuses en que se trasladaban miles de maestros desde Altotonga, Perote, Sayula, Cardel y la Antigua a Xalapa, su confinamiento en corralones, la amenaza y agresiones por parte de la policía estatal, el MMPV bloqueó la carretera Xalapa-Veracruz, a la altura de la Secretaría de Educación de Veracruz, frente a Plaza Américas.
 
“El gobierno esta lacerando nuestros derechos. No permite que nuestros compañeros viajen libremente. Les han quitado sus autobuses y los ha metido en corralones”, acusaba el MMPV.
 
El gobierno de Veracruz retuvo nueve camiones que salieron de Orizaba, ocho del sur, cinco del norte y cuatro más del centro, según difundió el portal Plumas Libres. En el sur del estado, los maestros que mantenían bloqueada la autopista Nuevo Teapa-Cosoleacaque, fueron presionados a retirarse cuando un grupo vestido de civil pero acuerpado por la policía estatal, les arrojó bombas molotov.
 
Al mismo tiempo, miles de maestros procedentes de Córdoba y Orizaba llegaban en corridas comerciales de autobuses, pero eran intimidados por la policía mediante un asedio fotográfico. Ese sábado, los maestros acamparon sobre la carretera Xalapa-Veracruz, pero el ambiente se sentía tenso.
 
De acuerdo con la información de la reportera Norma Trujillo Báez, de La Jornada Veracruz, los policías que bajaban de los autobuses a los maestros respondían a los inconformes que “la orden la dio el gobernador”. El relato de una maestra lo dice todo: “los policías nos encañonaban, nos amenazaban. Decidimos todos bajarnos del autobús. Nos habían dicho los policías ‘si no se bajan entonces se atienen a lo que venga’ ”.
 
Se dispersaron y viajaron en autobuses comerciales. Ni así la libraron. Fueron interceptados por la policía. Al conductor le dijeron que si transportaba maestros. Respondió que sólo eran pasajeros. Empezaron a revisar. Llevaban las fotografías que les habían captado horas antes.
 
El atentado al derecho constitucional de libre tránsito es evidente. El responsable es el gobernador Javier Duarte.
 
Cerca de la medianoche del sábado 12, Duarte volvió a reprimir a los maestros, como antes lo había hecho en Plaza Lerdo, cuando desplegó a la policía estatal y armados con bastones eléctricos los echó con prepotencia y violencia.
 
La policía llegó. Amedrentó a los maestros e instó a desalojar la carretera o lo haría por la fuerza. La mayoría de los disidentes accedieron. Algunos se fueron por su propio pie, en sus autos. Otros abordaron taxis y camiones que la policía había llevado. En minutos el bloqueo había concluido.
 
Javier Duarte prefirió mostrarle el músculo al movimiento magisterial antes que pactar soluciones y mantener la vía del diálogo. El gobernador se solidarizó con el cacicazgo de Juan Nicolás Callejas Arroyo y no advertir que las bases sindicales ya no toleran a su líder moral.
 
El escenario de la reforma educativa permitió que esas viejas rencillas, el repudio a Callejas y la conformación de un movimiento disidente encontraran vías de expresión en Veracruz. Así lo plantea el columnista Raymundo Riva Palacio, en Estrictamente Personal:
 
“Veracruz formó parte también de los estados donde se buscó resolver conflictos internos bajo la sombra de la movilización. Las 17 organizaciones sindicales en el estado se sumaron a la protesta contra la reforma educativa con un grito que no tenía que ver con ella: “¡Fuera Callejas!”. La protesta era contra el cacicazgo de Juan Nicolás Callejas Arroyo, que en un mes tomará protesta por sexta vez como diputado local del PRI, y su hijo Juan, a quien le heredó la secretaría general de la Sección 32 del SNTE, a quien quieren descabezar”.
 
El liderazgo de Callejas está prácticamente muerto. Puede que lo sostenga el gobernador de Veracruz, pero no para efectos de operatividad, de control del gremio y de ascendiente político. De ahí que Javier Duarte instale mesas de negociación con el magisterio rebelde, donde no los oye ni los ve, pero les habla a través de la represión.
 
Callejas, aunque ya no sirva para nada, es su prioridad.

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