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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Yuribia: ¿cayó EPN en la trampa de Duarte?

18/10/2013 08:45 a.m.
A estas alturas se desconoce si quienes tomaron la presa Yuribia, en el sur de Veracruz, son maestros o no, si lo que persiguen es abrogar la reforma educativa u obtener prebendas del gobierno, o si es el mismo gobierno duartista el que les dio cuerda y finalmente, después de cinco días sin agua, transó con ellos.
 
La verdad es que son un misterio. Han provocado reacciones diversas. Nadie les aplaude que hayan bloqueado las válvulas el sistema hidráulico y que hayan provocado un caos. Nadie puede vivir sin agua. Nadie aguanta un gasto extraordinario por agua en pipas o decenas de garrafones con el líquido purificado.
 
Su movimiento puede parecer inexplicable porque a quien le pegan es al pueblo. Han exacerbado los ánimos, han irritado a muchos y han generalizado una condena. Pocas veces se puede ver que alguien unifique a todos, pero en contra suya.
 
Desde el domingo 13, por espacio de cinco días, los maestros dejaron sin agua a medio millón de habitantes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, más los que en el trayecto se abastecen del Yuribia.
 
Los maestros que subieron a la sierra de Soteapan, o que ahí viven, se metieron en un lío que pareciera absurdo si se mide con la lógica normal, echando a andar el sentido común. Nadie puede pedir el aplauso de los demás si lo primero que hace es golpearlos donde más les duele. Si querían simpatías, consiguieron lo contrario.
 
Tal parece que fue algo calculado y, si se apela a la suspicacia, pareciera ser algo perversamente ejecutado.
 
El movimiento magisterial que reclama echar a abajo la reforma educativa porque les afecta sus derechos laborales y pugna por sacudirse el cacicazgo callejista, no ve con agrado lo que ocurrió con la toma de la presa Yuribia.
 
Se generó un sentimiento de impopularidad y repudio que afectó al movimiento en general. Y muchos, a estas alturas, ni siquiera saben qué persiguen los maestros que se apoderaron del Yuribia.
 
En Las Choapas y Agua Dulce, los dos municipios sureños que colindan con Tabasco y Chiapas, -por citar un ejemplo de muchas localidades más- las movilizaciones de maestros son pacíficas y no afectan a la sociedad. Muchos padres de familia marchan con ellos, se solidarizan, apoyan el paro de actividades y eso va generando base social.
 
Por eso son movimientos fuertes, sólidamente construidos, con una agenda clara y con respaldo popular. Se oponen a la reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto y ya como accesorio, a los líderes sindicales, a Juan Nicolás Callejas Arroyo, a su hijo Juan Nicolás Callejas Roldán y a todos aquellos que gozan del privilegio de tener cuatro, cinco o más plazas, que cobran pero que no trabajan, y todo eso provoca una sangría porque los recursos para la educación se quedan en manos de gente corrupta.
 
El magisterio que protesta en Las Choapas mantiene fuertes lazos con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, pero no avalan los métodos de los maestros que tomaron la presa Yuribia.
 
 El punto a discusión es qué ocurrió realmente en la presa Yuribia, saber si los que la tomaron eran maestros, si esos maestros van en la línea de combatir la reforma educativa y el cacicazgo de los Callejas, o si son de los que quieren su pedazo del pastel que representa la dirigencia que encabezan los Callejas en la Sección 32 del SNTE y son gente pagada por grupos de poder del circulo duartista.
 
La toma del Yuribia fue tan incongruente pues le iban a pegar donde le duele a medio millón de veracruzanos, como nebulosa la forma en que se resolvió. Los negociadores del gobernador supuestamente habían entablado un diálogo, no avanzaban, el pueblo protestaba, crecía la irritación hasta que llegó el secretario de Gobierno, Erick Lagos Hernández, y como por arte de magia distendió el conflicto.
 
¿Les creemos? ¿O mejor sospechamos?
 
Erick Lagos no es político talentoso. Es un alfil del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán al que se le da el golpe bajo y el piquete de ojos. Pero brillante, hábil y honesto, no es.
 
La tarde del miércoles 18, tras un breve diálogo, arregló el asunto. Los términos reales del acuerdo con los maestros inconformes son también turbios. Supuestamente que no habrá represalias contra quienes tomaron la presa Yuribia, y todos felices y aquí no ha pasado nada. ¿Y la reforma educativa?
 
Un final así huele a trampa. Hay versiones que sostienen que ese grupo radical está financiado por el gobierno de Javier Duarte, que están pagados para hacer más grande el conflicto, para irritar a la sociedad contra Enrique Peña Nieto y también contra el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano.
 
De ahí que Veracruz esté fuera de control, no porque el gobernador no pueda con el paquete sino porque el gobernador tiene la encomienda de dejar crecer la bola de nieve.
 
La clave está en el origen de los grupos políticos en el que se mueven Peña Nieto, Javier Duarte y el mismo Fidel Herrera Beltrán. El Presidente es salinista y Fidel es echeverrista. Son proyectos distintos y se regatean el poder. Duarte sólo tiene un amo: su antecesor, Herrera Beltrán.
 
La reforma educativa se le presenta a los fidelistas-duartistas como una ocasión propicia para sabotear al presidente Peña Nieto, hacerle ver que su poder es relativo, que debe negociar espacios y que Veracruz no es salinista.
 
La toma del Yuribia fue creciendo en proporción directa a la irritación de quienes se quedaron sin agua por un conflicto que debieron resolver los políticos. Concluyó cuando los medios de comunicación nacionales lo dimensionaron, cuando lo citaron en los noticieros estelares, cuando los periódicos hablaron que se cumplían cuatro días sin agua y que los afectados eran medio millón de veracruzanos.
 
Al día siguiente, Erick Lagos aparecía como el salvador y con su varita mágica convencía a los maestros que debía liberar la presa.
 
Demasiado real para ser verdad. Demasiado fidelista para ser honesto. Demasiada trampa para que Peña Nieto se la trague.

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