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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

El maquillista de la corrupción

23/10/2013 10:12 a.m.
Con el estupor debido, los veracruzanos ven el regreso de los muertos vivientes. Ya está Erick, Silva, Marlon, Porras, el hijo de Porras, Gladys, Portilla, Marcelo. Ahora viene Mauricio Audirac Murillo, símbolo de la corrupción y maquillista de los desfalcos de la fidelidad.

Audirac, ex titular del Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz, llega precedido de la peor fama, de un escandaloso historial construido sobre la base del disimulo cuando las cuentas públicas simplemente no cuadraban o porque a los priistas ladrones se les facilitaba todo para no tener que enfrentar a la justicia.

Mauricio Audirac es hoy el nuevo contralor del gobierno de Veracruz. Sustituye a Iván López Fernández, un contador sin un rasgo de personalidad que sólo hablaba cuando el gobernador Javier Duarte de Ochoa le ordenaba defender a la institución que le pagaba sus quincenas.

Un contralor es el freno de mano del gobierno, el que modera la velocidad, el que aprieta a los funcionarios y el que revisa las cuentas y hace observar los procedimientos; es el que con su vigilancia hace cumplir la disciplina del gobierno y mete en cintura, de ser necesario, al propio gobernador.

López Fernández no era así. Más que llevar el control interno del gobierno, era el aplaudidor de Javier Duarte, el que salía a defenderlo, el que se quemaba las manos cuando la Auditoría Superior de la Federación detectaba recursos federales mal aplicados en Veracruz, o cuentas que carecían de soporte técnico o contable, o dinero del que no quedaba huella alguna.

A López Fernández se le vio solícito cuando el escándalo de los 25 millones de pesos en efectivo hallados en una maleta, en una avioneta del gobierno del estado de Veracruz, cuando arribaba al aeropuerto de Toluca. El entonces contralor encaraba a quien fuera para refutar que aquellos milloncejos eran algo ilícito, ciertamente en efectivo pero para pagar a los propagandistas y diseñadores de la Cumbre Tajín, la Fiesta de la Candelaria y el Carnaval de Veracruz.

Todo mundo imaginó que aquello era dinero sucio para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto o chayotes para la prensa nacional, pero el contralor López Fernández no cesaba de defender la honradez del gobierno de Javier Duarte. Nunca explicó por qué un pago de 25 millones de pesos se hacía en efectivo si las normas hacendarias obligan, por el monto, a hacerlo con cheque o transferencia bancaria.

Entre Audirac y López Fernández, según refieren las crónicas palaciegas, había una rivalidad manifiesta. El contralor se opuso terminantemente a que Audirac Murillo repitiera como auditor del ORFIS, aunque esa decisión no era más que del gobernador Duarte y de su mentor, Fidel Herrera Beltrán.

Lo que sí le tocó a Iván López fue recomendar a quien a la postre relevó a Audirac. Se trataba del fidelista Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, quien había sido director de Control y Evaluación de la Contraloría del gobierno de Veracruz. Antes, había sido subsecretario de Finanzas del PRI estatal, en los días en que Fidel Herrera disfrutaba de la “plenitud del pinche poder”.

Cuando Portilla Vázquez fue “electo” para el ORFIS, aquello se sintió como una derrota para Mauricio Audirac, cuyos cabildeos en el Congreso para repetir en el cargo habían fracasado. Pasaba a formar parte del cementerio de la fidelidad y, por supuesto, ya olía a formol.

Ahora es parte de los occisos reciclados. Y en vísperas de Día de Muertos, volvió a la vida.

Resulta insólito que Audirac sustituya a López Fernández cuando que fue López Fernández quien le empedró el camino y hasta donde se sabe, lo mal informó, hizo tenebra en el Congreso de Veracruz.
Ahí, en la Contraloría donde calentó el sillón Iván López, ahí despacha ya Mauricio Audirac.
Mauricio Audirac es un personaje cuestionado, acusado de corrupto, un maestro del maquillaje financiero, al que se le atribuyen prácticas nada honestas a través de un pull de despachos contables que le hacen la corrección de cuentas a los ayuntamientos de Veracruz.

Es decir, Audirac, el del ORFIS, detectaba estados financieros mensuales sin soporte contable o violaciones a la norma, y de inmediato veía alcaldes con signo de pesos, a los cuales les enderezaba lo torcido para evitar que tuvieran que enfrentar a la justicia.

Podría haber un conflicto de intereses, pues como auditor general del ORFIS debía ser extremadamente estricto con los funcionarios públicos que malversaban los recursos o incumplían con los procedimientos, pero al mismo tiempo a través de los despachos contables corregían las cuentas para no ser molestados.

Sin embargo, no a todos les fue bien con Audirac. Hubo alcaldes que pagaron para evitar meterse en líos y terminaron reventados por el ORFIS y denunciados por el Congreso de Veracruz. Los exprimía y al final los defraudaba, sobre todo a los ediles de oposición.

Mauricio Audirac es un maquillista de la corrupción. Pese a las evidentes lagunas financieras que dejara el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, el ORFIS fue omiso y tolerante con la administración fidelista.
Dejó pasar el fraude con los medicamentos en el sector salud; con los mil puentes de Fidel Herrera y Marcos Theurel, entonces secretario de Comunicaciones, que no se hicieron pero sí se pagaron y se publicitaron; con los 17 mil millones de pesos de adeudos a constructores, prestadores de servicios y proveedores; con las obras pagadas con recursos federales que no correspondían al destino para el que fueron programadas y por lo que el gobierno estatal tuvo que devolver el dinero a la Federación; con las miles de plazas de maestros, plazas de “aviadores” que cobraban sin trabajar; con los fideicomisos creados por Fidel Herrera que duplicaban el presupuesto para determinados rubros, sin que nunca se esclareciera el destino del dinero.

Mauricio Audirac no es sinónimo de honestidad ni garantía de transparencia. En ese renglón el gobierno de Javier Duarte está reprobado. Quizá por ello el ex auditor general de ORFIS sea la pieza idónea para ocupar la Contraloría.

En una de las últimas evaluaciones a nivel nacional, la Auditoría Superior de la Federación determinó que Veracruz no transparentó la aplicación de 396.6 millones de pesos correspondientes al ejercicio 2011.

Esto se debió al desorden en el manejo de 11 fondos de origen federal y como resultado le fueron recortados del ejercicio 2012.
Con la llegada de Mauricio Audirac Murillo a la Contraloría del gobierno de Veracruz, lo único que se espera es que el desorden sea maquillado, no que los recursos se apliquen correctamente ni que se termine la opacidad.

Audirac no está ahí para que todo sea transparente sino para que el maquillaje cubra la corrupción. Esa es su especialidad.
([email protected])(@moralesrobert)

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