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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Veracruz: Te callas o te mueres

07/02/2014 08:54 a.m.

Los periodistas no somos ciudadanos de primera pero asumimos el deber de informar a la sociedad, de hacer valer el derecho a estar informados de los ciudadanos, por ello cuando se atenta contra uno de sus integrantes como ahora ocurre con el periodista veracruzano Gregorio Jiménez de la Cruz –secuestrado frente a su familia en la congregación ribereña de Villa Allende, frente al puerto de Coatzacoalcos, desde la mañana del miércoles-, el mensaje es para la sociedad entera: ‘O te callas o te mueres’.

Cómplices en las penumbras, el poder político y el hampa, aborrecen a los periodistas cuando lo que informan difiere con la propaganda de fantasía que desde las oficinas gubernamentales se propaga.

No por nada, Veracruz se ganó su lugar como el estado más peligroso para ejercer el periodismo. Aquí, los periodistas son hostigados, acosados, amenazados, asesinados y muchos más han buscado el exilio. Ser periodista no es una profesión; es un reto a la vida.

Cabe decir que no a todos les va así. Los hay oficialistas, los que aplauden al gobierno, al dirigente político, al líder sindical, que no exponen nada, ni el pellejo ni el honor. Esos periodistas están en zona de privilegio.

Son los periodistas críticos y los de la nota policíaca quienes se han convertido en carne de cañón para el crimen organizado. Los columnistas y articulistas que con sus análisis forman opinión pública y sensibilizan a la sociedad, suelen ser incómodos para quienes detentan el poder y también para los hampones que han convertido a las instituciones —seguridad pública, procuradurías, poder judicial— en aliados de sus acciones fuera de la ley.

Los reporteros de nota roja, y sobre todo los fotorreporteros y camarógrafos, conforman el nudo más vulnerable, el área más frágil del periodismo porque a menudo están a dos fuegos: una llamada telefónica los conmina a divulgar las acciones de un grupo delictivo y otra a no hacerlo. Siempre quedan mal y su vida pende de un hilo.
 
Por ese camino, Veracruz se fue convirtiendo en el estado más peligroso de México para ejercer el periodismo y uno de los peores a nivel mundial. Las agresiones a periodistas son incontables. De las agresiones ocurridas a comunicadores en 2013 en el país, buena parte ocurrieron en Veracruz, con un total de 66. Le siguen Distrito Federal con 52; Oaxaca, 42; Chiapas, 21; Puebla, 16; Guerrero y Baja California, 12, Hidalgo, 11.

 Las cifras provienen de la Casa de los Derechos de los Periodistas y en ellas se puede advertir un índice alarmante.

 Existe, pues, una zona de riesgo para el periodista. En Veracruz, según la Comisión Estatal para la Defensa de los Periodistas, se han tomado 115 acciones preventivas y de protección; 41 medidas de atención, 99 gestiones y 150 asesorías jurídicas y de atención.

Durante el sexenio de Javier Duarte de Ochoa, en los tres años y medio que lleva en el gobierno estatal, Veracruz alcanzó su peor nivel y una decena de periodistas murieron de manera violenta. Los casos más sonados fueron los de Regina Martínez Pérez, corresponsal de la revista Proceso, y Miguel Ángel Velasco (Milo Vela), columnista y responsable de la sección policíaca del diario Notiver.

Más de 30 periodistas se exiliaron a causa de las amenazas o por estar en riesgo de violencia a causa de su actividad profesional. Uno de ellos fue Andrés Timoteo, corresponsal de La Jornada en Xalapa y autor de la columna Texto Irreverente, quien radica en Francia a causa del asedio, los constantes robos sufridos en su domicilio, ordenados por políticos, por supuesto, y las amenazas de muerte.
 
Hoy, la presidenta de la Comisión Estatal para la Defensa y Protección de los Periodistas en Veracruz, Rocío Ojeda Callado, asegura que nueve periodistas regresaron de su exilio por hallar mejores condiciones para ejercer su profesión y que la mayor parte de las agresiones a periodistas provienen de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz. Cuidadosa de no incomodar a la clase política a la que sirve, carente de institucionalidad, en su discurso protege a los verdaderos agresores.

Directora de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la comunicación de la Universidad Veracruzana, Rocío Ojeda, tiene una formación como periodista de estado, al servicio de las instituciones.
 
De por sí cuestionada, en su reciente informe de actividades en la comisión de protección a los periodistas, terminó de asombrar a todos cuando se pronunció porque los periodistas reciban cursos de defensa personal. “Yo estaría de acuerdo con las autodefensas”, dijo en una declaración que dejó helados a unos y con media respiración a otros.
 
Sobre la labor periodística en Veracruz, Rocío Ojeda expresó: “Sí se ha considerado que todavía tiene cierto nivel de riesgo. Hay diferentes medidas, que pueden ir desde un chaleco balístico, protección, rondines. Hay equipos especiales satelitales para que puedan en cualquier momento establecer el contacto”.
 
Sólo le faltó decir que los periodistas sean adiestrados en karate, kung-fu, artes marciales, krav magá y que muchos, por supuesto, anden con un arma al cinto y aún más, con una cuerno de chivo en la espalda.
 
El concepto de protección a periodistas, según la comisión que preside Rocío Ojeda, tiene que ver con que los comunicadores vivan a escondidas, en medio de la paranoia o con delirio de persecución. Si no pueden generarse condiciones para trabajar sin riesgo, que aprendan a andar a salto de mata.

 Veracruz, según Reporteros Sin Fronteras, Artículo 19, el Comité para la Protección de los Periodistas, Amnistía Internacional, Human Rigths Watch y otros organismos que observan las agresiones a la prensa, es el lugar más peligroso sin estar en estado de guerra para ejercer el periodismo por la frecuencia con que se presenta la violencia contra ese gremio.

¿Cómo se puede avanzar cuando la titular de la comisión de protección, Rocío Ojeda, recomienda que los periodistas recurran a la autodefensa, que usen chalecos antibalas, y casi, casi, que carguen con su cuerno de chivo en la espalda?

O sea que se ha avanzado pero los periodistas tienen que vivir como si estuvieran en zona de guerra y con delirio de persecución.

Los periodistas no somos ciudadanos de primera, no exigimos privilegios gremiales, hoy en lo inmediato exigimos que nuestro compañero Gregorio Jiménez de la Cruz aparezca con vida. E insistiremos que en Veracruz se hable con la verdad, que se enfrente a la delincuencia con acciones y no con el maquillaje mediático que pretende, grotesca y vulgarmente, ocultar la cobarde complicidad.

([email protected])(@moralesrobert)

 


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