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Roberto Morales Ayala

Zona Franca

Los caciques de Duarte

17/02/2014 11:09 a.m.

Javier Duarte gusta de presumir lo que no es y de ejercer un gobierno desde las instituciones cuando en realidad se sostiene con el apoyo de los caciques rurales y urbanos, los grupos de poder, los hombres fuertes del PRI.

Dice ser político moderno, de nueva hornada, formado en la teoría del poder público, en los escritorios financieros, en los pasillos del Congreso y no en las tareas electorales, en los cargos públicos ni en el contacto con la sociedad. Pero así es él.

Al gobernador de Veracruz le sobra silla y le falta ascendiente. Su poder no emana de un proceso electoral ni de la legitimidad, habida cuenta del fraude electoral que lo encumbró, sino que se sostiene en la más retrógrada forma de ejercer el control: los cacicazgos.

En esos hombres y mujeres que despliegan su fuerza, que imponen autoridades, que dispensan favores, que conceden regidurías, alcaldías y diputaciones, hasta cargos menores y puestos de burócratas, los que controlan todo, desde la ayuda social hasta la protección e impunidad que requiere este clima de violencia que padecemos, ahí se apoya el gobierno de Javier Duarte.

La realidad veracruzana, sobre todo en las zonas rurales, es violenta. Los periodistas realizan su labor en condiciones de riesgo debido a la inseguridad prevaleciente, a los intereses que afectan, a los negocios que vulneran al acreditar y documentar que el origen de ellos es ilícito y muchas veces sostenido y financiado con recursos públicos, con dinero de los veracruzanos y con dinero surgido de las arcas de los municipios o del gobierno de Veracruz.

Duarte enfrenta hoy un escándalo mayor, el de la ejecución del periodista de Coatzacoalcos Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de Notisur, Liberal y La Red, a quien plagió un comando el 5 de febrero en su hogar, en Villa Allende. Días después, tras una intensa movilización de la prensa que exigía dar con su paradero, fue hallado sin vida en una fosa clandestina, el martes 11, en la colonia J. Mario Rosado, en Las Choapas.

Duarte no ha tenido la capacidad para enfrentar la situación de riesgo en que realizan su trabajo los periodistas de Veracruz. Desde que inició su gobierno, han muerto violentamente diez comunicadores y no hay responsable de ello. Los crímenes permanecen impunes.

Duarte, en ese sentido, ha sido indiferente al reclamo del gremio periodístico de hacer efectivo el estado de derecho y a la aplicación de la justicia. Hace como que investiga, hace como que va por los asesinos, hace como que desagravia los comunicadores, como que los protege, pero al final todo permanece igual.

Hoy es Goyo Jiménez el caso a tratar, pero antes, no hace mucho, lo fue Hernán Villarreal Cruz, reportero y editor de Diario Presencia, en Las Choapas.

Hernán fue levantado el sábado 15 de diciembre de 2013. Varios individuos lo subieron a un auto compacto. Ahí lo golpearon y se lo llevaron. En el camino lo presionaban, lo amenazaban y todo el tiempo le tuvieron puesto en la cabeza el cañón de una pistola.

 Por fortuna, Hernán Villarreal fue dejado en libertad media hora después. Lo amenazaron que debía bajar el tono de sus informaciones, que dejara de estar chingando, decían los plagiarios.

Las notas informativas de Hernán Villarreal versan sobre la corrupción en el gobierno municipal de Las Choapas; la gestión de Renato Tronco Gómez; el intento de imposición de su hermano Miguel Ángel en la alcaldía, el fraude electoral que llevó a cabo y que finalmente pudo acreditarse con lo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación echó por tierra la elección y envió a una extraordinaria; los daños al medio ambiente ocasionados por Tronco al arrojar escombro de un puente que reconstruyó al río; el uso de las patrullas policíacas para su uso particular; el enriquecimiento a la vista de todos, otorgando contratos a sus propias empresas; la manipulación, incluso por la fuerza, de los líderes sindicales obreros y la protección a muchos de ellos que están acusados de intentos de homicidio; el tráfico de migrantes.

Por eso, cuando Hernán Villarreal fue plagiado y amenazado, muchos voltearon a ver a Renato Tronco. Pero el hoy diputado, como cacique de pueblo que es, lo único que pudo decir es que era una asunto personal y que a él no le echaran la culpa.

Renato Tronco expresó que no le veía tinte político al levantón del periodista Hernán Villarreal, trató desvirtuar el hecho y dijo que había “problemas personales” pero que nada tenía que ver en el plagio y lo atribuyó a “un tema de rivalidad”.

Al actual diputado, ni el reportero agraviado ni PRESENCIA lo mencionaron como responsable, pero –protagónico como es- él solito jaló los reflectores hacia su persona.

Ahora, con el caso Gregorio Jiménez, otra figura del fidelismo y después del duartismo, la diputada por Acayucan, Regina Vázquez Saut, heredera del cacicazgo de su padre, el extinto Cirilo Vázquez Lagunes, minimiza el hecho.

Regina Vázquez desestima las peticiones de periodistas de todo el país y de organismos de defensa de los periodistas, para que la investigación sea acogida por la Procuraduría General de la República.

De entrada, la hija del cacique desestima que Veracruz sea un estado peligroso para ejercer el periodismo. Dice que esa opinión debe corresponderle a los periodistas y dueños de los medios de comunicación veracruzanos y no a Reporteros Sin Fronteras o Artículo 19, organismo que lo han catalogado así.

Regina Vázquez se lavó las manos en torno a la peligrosidad con que se realiza el periodismo en Veracruz y envió a los reporteros a las instancias judiciales y dejarse de andar yendo a preguntarle sobre el tema a los legisladores.

Asegura que la fracción priista en el Congreso federal respaldó la propuesta del PAN para que la investigación sea atraída por la PGR, pero se sorprendió de que la Procuraduría de Veracruz esté dando resultados. “Yo creo que nadie se lo esperaba tan rápido”, concretó.

No funciona bien, pero así es como se maneja el sistema priista. El gobernador Duarte se enreda en el tema de la violencia contra los periodistas, soporta la presión social, el reclamo de los periodistas, pero sus caciques regionales salen al quite, lo protegen, contienen la presión de los periodistas.

Así de mal funciona el gobierno y así de mal anda Javier Duarte. El gobernador en manos de los caciques.
([email protected])(@moralesrobert)


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