Por donde se le quiera ver, el presuntuoso festival “internacional” de la salsa que el gobernador, Javier Duarte de Ochoa, llevará a cabo en Coatzacoalcos, resulta un acto de banalidad e insensatez cuando las colonias del puerto se desmoronan por el abandono y la ineficacia de sus servicios públicos.

Invertir 17 millones de pesos de los recursos estatales, más los muchos que tendrá que estará obligado a aportar el gobierno municipal de sus saqueadas arcas, cuando no hay obra pública y la infraestructura de servicios municipales se derruye por la falta de mantenimiento, condenando a los porteños a una y mil carencias, es indolencia pura.

Coatzacoalcos no está para fiestas, a los porteños les urge que se apliquen recursos para que sus servicios más básicos operen adecuadamente.

El alcalde de Coatzacoalcos Joaquín Caballero Rosiñol, ya cumplirá el primer semestre de su gobierno y no ha iniciado una sola obra de importancia. Él todavía no se sentaba en la silla municipal y ya los acreedores de su antecesor, Marcos Theurel Cotero, lo esperaban en la antesala con sendas facturas por pagar.

No hay día que Caballero Rosiñol no reciba quejas de los ciudadanos, ya sea por la escasez de agua en sus colonias, porque las calles lucen sucias y con basura, porque la pestilencia es insoportable por los drenajes que no son desazolvados o porque no hay suficiente alumbrado público y la inseguridad y el terror reinan en sus colonias.

Sin dinero en las arcas para solucionar las demandas, el alcalde encontró en el carnaval y la feria la manera de distraer a la opinión pública, aunque la inseguridad que privó en esos eventos provocaron desgracias familiares y exhibieron espectáculos denigrantes. El alcohol y las drogas corrieron a discreción. Coatzacoalcos es ya un puerto con muy mala fama porque con la tolerancia de las autoridades municipales, sus playas se han convertido en una zona roja donde se da rienda suelta a la lujuria y la depravación.

Con las arcas endeudadas hasta el cogote y sin el valor –por evidente complicidad- de denunciar el saqueo de Theurel Cotero, al nuevo Presidente Municipal le llaman en los corrillos ciudadanos “El Señor de las carreras”, porque cuando no anda en fuga de sus deberes, se la pasa inaugurando carreras deportivas.

Ese es el panorama de Coatzacoalcos, el que nada le interesa a Javier Duarte, convencido de que la rumba es buena para olvidar penas y que invertir 17 millones de pesos resulta muy barato si sirven para encubrir las corruptelas de los ex alcaldes, Iván Hillman y Marcos Theurel, sobre todo por lo que pagarían para obtener impunidad.

Nadie los toca, ni la legislatura ni el Orfis.

Los apologistas a sueldo de Duarte de Ochoa, lo consideran un genio de las finanzas, pero si se hacen cuentas, hasta el más modesto vendedor ambulante sabría que dicho festival será un mal negocio porque Coatzacoalcos no cuenta con la infraestructura para atender el caudal de visitantes que genera un evento de tal magnitud.

El cambio de sede del festival salsero fue la respuesta, berrinchuda, de Duarte y de su padre político, Fidel Herrera Beltrán, irritados porque en las elecciones locales de Boca del Río, la ciudadanía les negó el voto y se lo dio al candidato del PAN, Miguel Ángel Yunes Márquez, vástago de su enemigo político, Miguel Angel Yunes Linares.

Es lamentable que los resentimientos de la dupla Duarte-Herrera tengan un alto costo para los veracruzanos. Coatzacoalcos no tendrá la capacidad hotelera y restaurantera para atender a los más de 800 mil asistentes que se esperarían a este evento “internacional”. Y mucho menos cuenta con la infraestructura turística.

Harry Grappa, el titular de la Secretaría de Turismo y Cultura, quien apenas en mayo del año pasado se ufanaba con la posibilidad de institucionalizar el Festival Internacional de la Salsa en el municipio de Boca del Río y presumía que ahí se dieron cita casi un millón de personas, muchos de ellos provenientes de otros países, hoy recurre a disparates para sostener la ocurrencia de su jefe.

Alucina Harry Grappa cuando presume que los asistentes al festival tendrán la alternativa de disfrutar del ecoturismo y del turismo de aventuras.

El secretario de turismo quizá tendrá pensado ofrecer a los visitantes tours medioambientalistas para que observen como las descargas de aguas residuales de la industria petroquímica van a dar al río, por lo que los peces en la zona presentan una alta concentración de cianuro. Y en la noche invitar a los turistas a observar como desde las chimeneas semi ocultas de los complejos se expulsan densas nubes tóxicas en un municipio donde existe una alta incidencia de cáncer.

Y para los que gustan de emociones fuertes, Harry Grappa organizará tours a la red ferroviaria de la región, desde Las Choapas hasta Medias Aguas, donde la delincuencia organizada y los Maras, en una violenta lucha por el control del tráfico de migrantes, asesinan, secuestran, violan y, en el peor de los casos, entregan a sus víctimas con tratantes que los esclavizan o prostituyen.

¿Ecoturismo y turismo de aventura?

Si el Festival Internacional de la Salsa que se llevaba a cabo en la zona turística de Veracruz-Boca del Río generaba una derrama de más de 600 millones de pesos, según las cuentas alegres del gobierno duartista, ¿Cómo explicar que se efectúe en Coatzacoalcos, donde no existe ni la tercera parte de la ocupación hotelera de aquella?

El festival no potenciará el turismo en la región porque no existe la infraestructura, servirá para exhibir a un mandatario con aires de citador tropical, que pretende darle al pueblo de Coatzacoalcos mucha rumba a falta de obras que saneen el chiquero financiero que hunde a Coatzacoalcos en el abandono y la falta de servicios.

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