Hay victorias que son pírricas. Se gana pero se pierde. Los grandes ejércitos las protagonizaron. Vencían a sus enemigos pero morían los generales y gran parte de la tropa. Más valía perder que ganar así.

La de Marco Estrada Montiel es una victoria pírrica. Ganó la elección pero el pueblo no acudió a las urnas, unos por desconfianza, otros porque pensaron que era inútil votar cuando ya no había tronquismo al cual enfrentar, y unos más porque se enchilaron al ver que el PRD tenía a su lado a gente de Renato Tronco.

A mí me gusta esta frase: la lección de la elección. La dicen los analistas políticos y tienen razón. La elección municipal de Las Choapas deja una valiosa lección. O varias.

Las fanfarrias se las llevó el abstencionismo. Votó el 35 por ciento, si acaso, cuando en la elección ordinaria de 2013 la cifra fue del 50 por ciento.

Cuando el Ratón Vaquero pegó la carrera como si fuera conejo con diarrea, muchos pensaron que ya no tenía caso ir a las urnas. Miguel Ángel Tronco, el hermano del fastidioso Renato, no fue postulado por el PRI-Partido Verde-PANAL y eso aplacó a una parte de los votantes que los querían derrotar.

Si Miguel Ángel hubiera contendido, como en 2013, la gente se hubiera motivado. No iría a votar por un candidato, sino contra el cacicazgo. Pero sin los Tronco en la boleta electoral, ni para qué perder el tiempo.

La otra lección nos dice que la simulación también fue castigada. Marco Estrada permitió que le colocaran a Pipo Basáñez como síndico y la gente se encabronó. Muchos le retiraron el voto porque ir a las urnas y apoyar al PRD lo vieron como respaldar a los tronquistas que estarán en el próximo ayuntamiento de Las Choapas.

Otra lección. Carolina López Aguirre prácticamente se mató políticamente. Quedó en segundo lugar, con casi la mitad de los votos que obtuvo Marco Estrada. Vuelve a ser derrotada, como en 2010. Su error fue dar lugar a los ridículos enjuagues de su junior, que por su protagonismo la puso en la sospecha de tratos nada claros con emisarios del cacicazgo.

Tampoco es para cortarse las venas. Caro obtuvo más de 5 mil votos, que son los votos del antitronquismo, que son los que repudian los enjuagues de Marco Estrada y el PRD con Renato Tronco.

La lección de los partidos pequeños —del Trabajo y Movimiento Ciudadano— es que pocos los quieren. Uno y otro apenas rebasaron los 800 votos y ahí andan viendo cómo se quedan con una regiduría en el próximo ayuntamiento de Las Choapas.

Las cifras de la elección municipal son para ponerse a llorar. El padrón consta de 55 mil 678 ciudadanos. Votaron 19 mil 888. O sea, votó el 35 por ciento. En consecuencia, los que se abstuvieron constituyen el 65 por ciento.

Si lo comparamos con otros municipios, a Las Choapas debería darle vergüenza. En Chumatlán acudieron a las urnas 2 mil 477 ciudadanos de un padrón de 2 mil 875 electores. O sea, casi votó el 100 por ciento. Y eso es ejemplar. Y ahí ganó el PRI.

En Tepetzintla, votó el 83 por ciento del padrón. De 10 mil 106 enlistados, sufragaron 8 mil 340. El triunfo fue priista.

Las Choapas se desinfló por dos factores: el retiro de los Tronco con una candidatura formal, propiciando que muchos electores ya no tuvieran a quien castigar, y el arreglo entre el PRD, Marco Estrada y Renato para que los tronquistas se metieran en su planilla y, por supuesto, en el próximo ayuntamiento.

Si Marco Estrada tiene algo de cerebro, debiera pensar que hay un rechazo a esa clase de componendas. Se le fueron 5 mil votos. Si los hubiera tenido, gana la alcaldía, sindicatura y las siete regidurías. Su triunfo hubiera sido inobjetable, pero se arregló a espaldas del pueblo.

Por eso les digo que su victoria es pírrica. En el camino perdió generales y una buena parte de la tropa. Venció pero no convenció.

Fue, como dicen los que regresan de las guerras modernas, una victoria sin gloria.

(Comentarios y tips a: [email protected])