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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Peña Nieto solapa a Duarte

02/09/2014 10:47 a.m.
En el Segundo Informe de Gobierno debiera haber un capítulo llamado “Acciones para Encubrir y Solapar a Gobernadores Corruptos y Negligentes”. Ahí estaría, sin duda, el caso Veracruz.
 
Cada mañana tomo el periódico. Leo noticias de todo, pero siempre hay un muerto, un levantado, un decapitado, un caso de secuestro o una extorsión; o que ya se chingaron a los migrantes; o que la policía se llevó a un grupo de choapenses; o que hallaron fosas clandestinas en Agua Dulce, en Cosoleacaque, en Cosamaloapan, en Acayucan.
 
O sea, recordando al padre Alejandro Solalinde, esto es un camposanto, un cementerio clandestino.
 
Y se me llena el vaso de piedritas, cuando veo llegar a Enrique Peña Nieto a Veracruz y echarse su lechero en La Parroquia; darle sus calambres a Javier Duarte con ciertas señales políticas, pero no dejar de sonreír como si aquí estuviéramos en el paraíso cuando en realidad estamos en el infierno; o cuando envía a sus secretarios y a los senadores del PRI y del pseudopartido ecologista.
 
Ora sí que la cajetea el preciso. Veracruz está hasta la madre de violencia y no se ve haya una sola acción contra el gobernador Duarte. Nada, ni una llamada de atención. Ni un reclamo. Ni una indirecta. Bueno, ni un chiflido.
 
A Javier Duarte le sobran crímenes qué presumir. Le sobran levantones y secuestros. Le sobra violencia, robos, asaltos a comercios. Le sobran escándalos como el de la niña Karime Cruz Reyes, de 5 años, que no aparece y que se presume ya esté muerta.
 
Y qué hace el Presidente Peña Nieto. Nada.
 
Por omisión, Peña Nieto es cómplice. Cuando se ve la negligencia de un gobernante ante la oleada de crímenes y no se hace nada, se incurre en complicidad. Peña Nieto no mueve un rejodido dedo. Se hace como San Gaspar con las limosnas: nomás ve pa’l cielo.
 
Reflexionemos: si un pueblo ve que su gobernador no actúa ante la violencia, y ve que su Presidente deja que la situación se agrave, y el pueblo es el que vive agobiado por el temor a ser víctima de los delincuentes, hay una forma de hacérselos pagar. Y ese costo lo tendrá que absorber Peña Nieto tarde o temprano.
 
El gobierno no sirve. Lo sé yo, lo sabes tú, lo saben nuestros vecinos, los amigos, los compañeros de trabajo, el feligrés y el sacerdote. Lo sabemos todos. Si un gobierno no nos garantiza seguridad, no sirve.
 
Y el repudio social se puede transformar en repudio electoral. Aquí, en Las Choapas, eso ya ocurrió. Aquí la gente se cansó del cacicazgo. Y se lo demostró con un rechazo en las urnas, tan grande que ni el fraude le permitió ganar. En la elección extraordinaria, el tronquismo mejor ni se presentó. ¿Verdad que sí se puede? ¿Verdad que cuando el pueblo quiere, le dice a su gobierno: ni una más?
 
Así le va a pasar a Peña Nieto. Él solapa a Javier Duarte ante el clima de violencia que no cesa en Veracruz, y el pueblo se la va a cobrar. ¿Y todo por qué? Por ser cómplice por omisión.
 
Las Choapas es un ejemplo, o mejor dicho, un mal ejemplo. La oleada de terror es alarmante. La gente está escamada. Llegan a tu casa, de noche. Te sacan de ella. Van por ti al trabajo. Te interceptan en la vía pública y te levantan. Y resulta que los delincuentes son miembros de un grupo “antisecuestro” de la Procuraduría de Veracruz.
 
Ahí están las denuncias, en el MP. Ahí están las reseñas, crónicas y reportajes en algunos periódicos, lo que no están amordazados por el gobierno de Javier Duarte. Ahí están los testimonios de los que sobrevivieron al terror de estar en manos de esos policías estatales que actúan como integrantes del crimen organizado.
 
Las denuncias contra la Secretaría de Seguridad Pública van en aumento, pero nadie hace nada. Es como un tipo de violencia dirigido hacia una región para generar un estado de terror. Es como si ese fuera el plan para que la gente viva con miedo.
 
Lo que pasa en el sur de Veracruz, en la zona Agua Dulce-Las Choapas, pasa en todo el estado, en todo el país. En Michoacán hallan fosas clandestinas con más de una decena de cadáveres; en Jalisco lo mismo; en Coahuila igual. Es México el enfermo, no una parte de México. Y mientras, el Presidente Peña Nieto sigue solapando gobernadores.
 
Organismos internacionales y la ONU toman el caso en sus manos y denuncian la permisividad del estado y la falta de investigaciones. Comparan las desapariciones de personas con el fenómeno que se vivió en los años 60, 70 y 80, cuando el viejo PRI reprimía toda forma de protesta. Pero ahora instan al gobierno de Peña a reconocer al Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU y a emitir una legislación general e integral en materia de desaparición de personas
 
El caso mexicano es una preocupación mundial. Las desapariciones de personas van al alza. De los 22 mil casos registrados en los dos últimos sexenios, 12 mil 500 corresponden al gobierno de Felipe Calderón y 9 mil 700 al de Peña Nieto. O sea, en dos años EPN ya tiene el 78 por ciento de lo que se generó con el panista Calderón.
 
Esto da la idea de la zozobra en que vive el pueblo. También advierte la negligencia con que se conduce Peña Nieto. Y también habla de cómo, lejos de apretar a gobernadores fallidos, como Javier Duarte, todavía los solapa, los apapacha y es cómplice de ellos.
 
Y eso, tarde o temprano, en una elección, se lo debe cobrar la sociedad. Peña quiere carro completo en la elección federal de 2015 para tener Congreso de mayoría. Vamos, con nuestro voto, a decirle que no.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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