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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Cachetadas veracruzanas

22/01/2015 09:51 a.m.
El papel de Luis Humberto es tan similar al del Gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello: deprimente.
Para precisar: Luis Humberto es el joven que el pasado nueve de diciembre, recibió una bofetada por parte del mandatario chiapaneco. ¿La razón? se desconoce pero sí se conoce la disculpa de Velasco Coello y su “incidente accidental” que suena más a farsa cuando el asistente del Gobernador se desquita con dos “cachetaditas” tras un abrazo de “reconciliación”.

 
II

Dar una cachetada por parte de una mujer, implica pasión, entendiendo ésta como furia, enojo, odio, resentimiento hacia una par o un varón.
Si el hombre da una cachetada a una mujer, es posible que igual, sea por los mismos sentimientos que se desprendan de un momento de pasión… aunque acá entre nos, qué mejor cachetadas a una mujer al grito de “¡Dime vaquero, dime vaquero!”
Pero si un varón cachetea a otro varón implica indignación en el mejor de los casos, y humillación, en el peor de los casos.
 

Es en este segundo punto donde se podría ubicar el caso del Güero Velasco y su asistente Luis Humberto.
 

III

Las bofetadas arden el doble por una razón sencilla: los cachetes son sensibles y ya recibir un golpe con la mano extendida, implica una reacción de indignación, molestia o furia, que lleva a que el receptor del golpe “se caliente”. Y en política, con más razón.

 
Si no me cree, baste recordar algunos pasajes de las leyendas urbanas o del anecdotario veracruzano que en cuanto los sepa el Güero Velasco y su sumiso asistente, Luis Humberto, verán que con sus cachetaditas sólo hicieron el ridículo.
 

IV

Fidel Kuri Grajales, actual dueño de los Tiburones Rojos del Veracruz así como empresario de la construcción, era diputado local.
 
Según se cuenta, llegó a las oficinas de lo que hoy es SIOP y peleó un paquete de obras que el entonces secretario Guillermo Herrera Mendoza, no le quería pagar, lo que fue suficiente para que, sin decir agua va, lo zarandeara y aplicara una guajolotera sonora que hizo ponerse más colorado al actual subsecretario de Turismo.

 
V

Eran tiempos de Agustín Acosta Lagunes. Se aproximaban elecciones de presidentes municipales.
 
Un grupo de priistas que aspiraban a ser candidatos para tal cargo, amenazaban con manifestarse en las oficinas del PRI estatal que en ese entonces, encabezaba Dante Delgado Rannauro.
 
 La orden del líder tricolor a su secretario particular, Carlos Rendón Bonilla, fue contener a los inconformes pero simplemente, la pasión de los priistas que querían ser escuchados por su dirigente, sobrepasó al de Huatusco y Dante lo cacheteó pensando que no había obedecido sus órdenes. Hoy, Rendón Bonilla despacha en Notaría de su tierra natal.
 

VI

Aunque realmente hay dos que son auténticas leyendas urbanas que se cuentan en los pasillos de palacio de Gobierno.
 
 
La primera: La señora Rosa Borunda de Herrera cachetea a Erick Lagos al tiempo que le grita “¡alcahuete!”
La segunda: La señora Leticia Márquez, en la ciudad de México cachetea a su esposo; al parecer un lío de faldas de don Miguel Ángel Yunes.
De ésas, sólo se dice lo que cuentan los corrillos, los chismes, los rumores… pero como sea, tienen más sabor y más enjundia que el perdón del Güero Velasco y las cachetaditas ensayadas que le dio su asistente Luis Humberto… ¡ambos se merecen unas cachetadas turcas! ¿Cuáles son? ¡Luego se las digo!
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